
El filósofo, pedagogo y maestro Gregorio Luri, gesticulando durante su entrevista con EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
Gregorio Luri, el sabio de la educación: "La sobreprotección a los hijos se está convirtiendo en una forma de maltrato"
"Con la 'Ley Celaá' muchos docentes no saben qué están enseñando ni evaluando" // "Soria no solamente es superior a Finlandia en PISA, sino que es más resiliente. Sigue arriba en los resultados y Finlandia se está hundiendo. Hay que estudiar su modelo".
Más información: Gomendio, número dos de Educación con Wert: "Para el PSOE, la equidad es prioritaria al rendimiento académico"
Gregorio Luri (Azagra, Navarra, 1955) es uno de los mayores expertos en España en Educación. Es una eminencia en este ámbito al cual le ha dedicado incontables horas de estudio en busca de las claves para mejorarla. Filósofo, pedagogo y maestro, este sabio ha escrito varios libros y ensayos que persiguen influir en las políticas educativas. Entre estos títulos destacan Prohibido Repetir o La Escuela no es un Parque de Atracciones.
Siempre “preocupado” por la mejora de la Educación, a Gregorio Luri le perturba últimamente que los niños de hoy en día están sobreprotegidos. “La sobreprotección a los hijos se está convirtiendo en una forma de maltrato”, le ha asegurado a EL ESPAÑOL. Y, de hecho, el pedagogo sospecha que “los dolores anímicos de nuestros niños o de nuestros adolescentes están asociados con la falta de ejercicio y con no hacer trastadas”.
En lo político, Gregorio Luri siente que en España falta cultura para reconocer lo que funciona, a nivel de política educativa, en otras comunidades o administraciones. A su juicio, todas deberían fijarse en las bondades de las demás para aplicarlas. En cuanto a la LOMCE –o Ley Celaá–, que es la ley educativa vigente, opina que aunque había buenas intenciones tras ella sigue teniendo deficiencias. “Con la Ley Celaá muchos docentes no saben qué están enseñando y evaluando”, ha aseverado.

Gregorio Luri, en la sede del Colegio Libre de Eméritos de Madrid, antes de la entrevista con EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
Pregunta.– Lleva toda la vida dedicándose a la Educación. Haga una primera valoración sobre ella.
Respuesta.– Siento que la Educación es como el día de la marmota. Es decir, si comparas los debates que tenemos hoy con los que se desarrollaron a comienzos del siglo XX, coinciden punto por punto. Las preocupaciones son comunes.
P.– ¿Cuáles son esas preocupaciones?
R.– Pues que la escuela es una institución muy noble, con unos grandes objetivos, pero no acaba de aceptar que también es una institución imperfecta. Las dos cosas. Entonces la escuela no acaba de convivir con sus imperfecciones y para satisfacer sus ansias necesita reformularse continuamente. El problema es que no acaba de aprender de su experiencia.
P.– ¿Por qué?
R.– Porque parece que la escuela no mejora si no se modifica. Por ello, la cambian continuamente. El problema es que a veces no somos conscientes de que estamos trabajando con un material extraordinariamente valioso: el capital humano, los niños, el futuro del país.
P.– En España eso ocurre continuamente. Cada Gobierno cambia la ley educativa. Valore la actual, la LOMLOE, comúnmente conocida como la Ley Celaá.
R.– Yo no pongo en duda las buenas intenciones de nadie. Me parece que hay que estar un poco tocado si crees que en el Ministerio de Educación hay un departamento secreto que planifica cómo perjudicar a la educación española. Por ello, pienso que la ley está desarrollada con las mejores intenciones. Ahora bien, a veces las intenciones son tan altas que te olvidas de los resultados. Y aquí hubo dos errores, el primero: todo el procedimiento de la ley fue tan rápido que no hubo tiempo para discutirla. El segundo: no importa lo altas que sean las aspiraciones de los políticos, lo que importa es cómo aprenden los niños.
Y en España tendemos a evaluarnos a nosotros mismos más por la altura de nuestras intenciones que por la de nuestros resultados. Entonces nunca fracasas, porque tus intenciones siempre son sublimes. Lo que hay que ver son los resultados. Y, en este momento, si tú recorres las escuelas del país te encuentras con una sensación de perplejidad porque con la Ley Celaá muchos docentes no saben qué están enseñando y evaluando.
P.– Es decir, los docentes están perdidos con esta ley. ¿Por qué?
R.– Porque hay un exceso de buenismo. Cuando tú miras, por ejemplo, las competencias de Matemáticas se dicen cosas absolutamente absurdas, porque no se acaba de entender la relación que hay entre conocimientos y competencias. Además, se ha cargado a los docentes de un exceso burocrático absolutamente lamentable. Y cuanto más burocracia, menos tiempo para actuar. Y es que tampoco hay que ser un genio para la Educación: quita trabajo burocrático y deja a los profesores delante de los niños; déjales preparar bien sus clases.

Gregorio Luri, en conversación con EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
P.– ¿Le preocupa la Educación en España?
R.– Lo que más me preocupa actualmente de la educación en España es, primero, que ya no tenemos un sistema educativo, sino que tenemos tantos sistemas educativos como comunidades. Entonces, cada autonomía ha ido generando una inercia con sus normas prácticas. Y, al final, ¿qué tienen en común Asturias y Baleares en Educación o qué tienen en común Galicia y Canarias? Y, por cierto, ¿por qué los territorios que dependen directamente del Ministerio de Educación tienen unos resultados tan lamentables? Ceuta y Melilla.
Segundo, un fenómeno extraordinariamente grave: estamos asistiendo a una crisis profunda de vocaciones docentes. En estos momentos no hay profesores de Matemáticas en las Baleares para cubrir las suplencias. En Cataluña hay problemas graves para conseguir profesores de Lengua, de Matemáticas y de Ciencias… Y eso está aumentando. Cuando yo estudiaba, ser maestro o ser profesor de instituto era una cosa para sacar pecho. Hoy ya no se vive así. Y tercero, tan grave para mí como los otros dos o más: cada año las familias dedican más recursos a completar la educación de sus hijos.
P.– ¿A qué se refiere? ¿A las actividades extraescolares?
R.– A todo lo que se llama educación en la sombra: las actividades extraescolares, clases de repaso, profesores particulares…
P.– ¿Por qué eso es peligroso?
R.– Porque quiere decir que las familias consideran que con la escuela no es suficiente. Además, hay un dato muy curioso: los pobres y los ricos se gastan el dinero de manera distinta en este ámbito. Los pobres buscan reforzar los contenidos escolares mientras que los ricos ampliar los contenidos escolares. Y si con la escuela no hay suficiente, tienes que acudir al mercado para obtener el complemento necesario y ahí la equidad queda como un brindis al sol. Es decir, quien puede educarse mejor es quien tiene los recursos económicos para hacerlo y eso no es equitativo.
P.– Entiendo.
R.– Además, hay otros elementos en la educación de carácter familiar que también son muy inquietantes. Nuestros niños son la primera generación en la Historia de la humanidad que tienen las rodillas impolutas. Es decir, no tienen heridas y eso es un drama porque quiere decir que no están teniendo infancia, que no hay lugares en los que puedan ser niños de manera autónoma sin la directa supervisión de un adulto. Y eso significa que la sobreprotección de los hijos se está convirtiendo en una forma de maltrato. ¿Por qué? Porque para que la realidad no hiera a tu niño, lo rodeas de algodones y le impides que conozca la realidad.
Fíjate, desde hace mucho tiempo sospecho que buena parte de los dolores anímicos de nuestros niños o de nuestros adolescentes están asociados con la falta de ejercicio y con no hacer trastadas. Lo que tiene que hacer un niño es trastadas. Tiene que venir a casa con las rodillas reventadas porque se ha caído y con el pantalón roto de arriba a abajo. Pienso que el niño que ha crecido sin haber corrido nunca el riesgo de romperse el brazo no ha tenido infancia.
P.– Antes decía que los profesores están perdidos con la LOMCE y que no se entiende la relación entre competencias y conocimientos. ¿Dónde está el problema?
R.– Mira, yo soy un señor adulto que ha leído bastante de psicología y pedagogía y me encuentro con la competencia específica número 10 de Matemáticas de cuarto de E.S.O., que dice lo siguiente: "Desarrollar destrezas sociales reconociendo y respetando las emociones y experiencias de los demás, participando activa y reflexivamente en proyectos en equipos heterogéneos con roles asignados, para construir una identidad positiva como estudiante de matemáticas, fomentar el bienestar personal y grupal y crear relaciones saludables". ¿Cómo se evalúa eso? A los profesores les dicen que tiene que evaluar eso, pero al menos yo soy incapaz de interpretar lo que quiere decir. Necesitaría la piedra Rosetta para entenderlo.

Gregorio Luri, en Madrid, en el Colegio Libre de Eméritos. EL ESPAÑOL
P.– Eso es lo que se está conociendo como Matemáticas emocionales. ¿Qué opina de ellas?
R.– Las Matemáticas emocionales aparecen a partir de un problema importante: estamos comprobando que los resultados en Matemáticas de los niños y las niñas son muy diferentes a favor de los niños. En comprensión lectora, no. Ahí es al revés, las niñas tienen mejores resultados, pero lo que nos preocupa son las niñas. Y a algún cerebro muy brillante ha pensado que para conseguir que las niñas se acerquen más a las Matemáticas hay que darles ahí un aporte emocional y lo que tienes que desarrollar en ellas es un pensamiento conceptual.
A mí me gusta mucho lo que decía la primera generación de feministas. Decían que “la razón no tiene sexo”. Y plantear que hay una parte de la población cuya razón va asociada a su sexo y que necesitan emociones para compensar sus problemas con la razón creo que es despreciar la inteligencia de las mujeres.
P.– Hace un tiempo, Montserrat Gomendio me decía que “para el PSOE la equidad se había vuelto más importante y más prioritaria que el rendimiento académico”. ¿Está de acuerdo?
R.– Sí, eso es obvio. Pero hay que tener en cuenta que la equidad es un concepto extraordinariamente ambiguo. La equidad lo que mide es la dispersión. A la equidad le da igual que tú y yo tengamos un cero, que tengamos un diez cada uno. La equidad es la misma. Pero si tú tienes un diez y yo tengo un cero, entonces somos inequitativos.
A mí no me preocupa la equidad, sino lo que me preocupa es cómo conseguir que los niños pobres encuentren en la escuela un medio no para ocultar sus dificultades, sino para superarlas.
P.– ¿Cómo debe de ser un buen maestro?
R.– Lo que tiene que saber es, primero, que nadie salga de su clase con una herida. Que el alumno debe sentirse seguro y no tonto. Y, segundo, tiene que programar las actividades de una manera que se vaya de lo desconocido a lo conocido, de lo sabido a lo nuevo. Y a la hora de plantear lo nuevo el buen maestro tiene que ser exigente, pero la exigencia se compensa si el maestro ha enseñado bien el camino hacia lo exigente.
P.– Entonces un buen maestro debe plantear objetivos altos a sus alumnos.
R.– Sí, por respeto al alumno, porque si crees en la persona y crees en su dignidad, su dignidad te está exigiendo a ti, como profesor, que desarrolles el potencial que hay en cada niño.
P.– ¿En España se ponen objetivos altos a los alumnos?
R.– A algunos sí y otros no y eso se ve reflejado en los distintos resultados que tienen nuestros alumnos en PISA, según la comunidad donde estudien. En Castilla y León tienen muy buenos resultados o en Galicia no van mal porque han mantenido a un consejero de educación durante siete u ocho años. Eso es bueno porque en España tenemos otro vicio, además de evaluarnos por la altura de nuestras intenciones: cuando llega un nuevo consejero, sea del partido que sea, llega con vocación de fundador y nadie llega con vocación de continuador y, por narcisismo, piensa que lo que ha heredado no vale y lo cambia. En Galicia hay continuismo y eso se refleja en los resultados.
Otro ejemplo: en Asturias se ha hecho una revolución en resultados en comprensión lectora y lo que deberíamos hacer todos es analizar con lupa lo que han hecho en Asturias para imitarlo sin mirar el color del partido que ha ejecutado la política. O fijarnos en Soria. Cuando apareció el estudio de PISA, yo escribí un artículo que defendía esta tesis: Soria tiene resultados superiores a Finlandia, porque los ha tenido a lo largo de los años. ¿Por qué no viajamos a Soria en vez de a Finlandia? Aun así, para un presidente de la Generalitat, por ejemplo, tiene más glamour viajar a Finlandia que a Soria. Pero todo es sentido común: hay que intentar aprender de quien lo hace mejor que tú.

Gregorio Luri, durante su charla con EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
P.– ¿Qué ha pasado para que Cataluña se haya hundido en PISA y sea la 14ª comunidad en resultados?
R.– Ya en los resultados de Cataluña del último PIRLS [Estudio Internacional sobre el Progreso en la Capacidad Lectora de los niños de 10 años] aparecía un dato preocupante: Cataluña, en comprensión lectora, se situaba entre Ceuta y Melilla. A la cola. No se reaccionó y cuando se hizo fue cuando en PISA apareció que Cataluña había perdido 24 puntos del 2012 al 2022, es decir, un curso.
P.– O sea, Cataluña en 10 años ha perdido un curso en comprensión lectora.
R.– Como el País Vasco y Navarra.
P.– ¿A qué se debe?
R.– No lo sé. Te podría dar opiniones, pero debo ser riguroso.
P.– ¿Por qué las comunidades de la mitad norte de España suelen tener mejores resultados en PISA?
R.– Se puede establecer un triángulo cuyos vértices son Vigo, Pamplona y Madrid y las comunidades que quedan dentro de ese triángulo tienen buenos resultados. Las otras no. Es más, te voy a contar una cosa: Castilla y León fue la primera comunidad en ser alfabetizada. Algo tendrá que ver. Además, con los últimos datos de PISA publiqué mi artículo diciendo “Tenía razón: Soria no solamente es superior a Finlandia, sino que es más resiliente. Sigue arriba en los resultados y Finlandia se está hundiendo”.
Pero lo que admiro de ellos es que esa tarde me envió un mail el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, no sólo para agradecerme el artículo, sino que me dijo: “Estamos seguros de que conoces cosas en las que podemos mejorar, ven y cuéntanoslas”. Es decir, es admirable que quieran seguir mejorando. Eso es lo que debemos hacer todos con tranquilidad: aprender de los demás; de otras comunidades que hacen las cosas que la nuestras, etc. Reconocerlo abiertamente y aprender de los demás.

Gregorio Luri, el sabio de la Educación. EL ESPAÑOL
P.– O sea, que hay que ir a Soria.
R.– Sin duda. O al menos a Castilla y León. Pero hay que ir a todos lados donde se mejoren los resultados. Por ejemplo, a Extremadura, que está mejorando en PISA; al País Vasco, cuyo absentismo escolar es bajo. Todas las comunidades tienen cosas positivas y lo ideal sería coger lo mejor de todas.
P.– Si Gregorio Luri fuese ministro de Educación, ¿qué haría?
R.– Dimitiría inmediatamente por mi baja capacidad para trabajar en equipo. Yo soy un francotirador. Además, no represento a nadie, no soy portavoz de nadie y eso me ha dado una libertad enorme. Pero lo que está claro es que si tenemos comunidades que lo hacen bien imitémoslas.