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Así se hace el pulpo gallego frito: la receta más sencilla, crujiente y sabrosa (lista en casa en 10 minutos)
- Se trata de una preparación muy sencilla, aunque menos tradicional que el clásico pulpo á feira, pero que ha ganado popularidad por su delicioso contraste de texturas.
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El pulpo es uno de los ingredientes más emblemáticos de la gastronomía gallega, con una presencia destacada en celebraciones, ferias y la vida cotidiana. Su popularidad radica tanto en su sabor como en la tradición cultural que lo rodea.
Sin embargo, si bien es cierto que el pulpo á feira es la receta más tradicional de pulpo que se elabora en Galicia, también existen otras versiones bastante populares y exquisitas.
Es el caso del pulpo frito, una receta que ha ido ganando popularidad porque recuerda a los típicos calamares fritos (entre otras opciones) y que destaca por el exquisito sabor de este molusco combinado con la textura crujiente que queda tras freírlo.
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En primer lugar, ¿qué es el pulpo frito? Se trata de una receta gallega que combina la textura suave y sabrosa del pulpo con un exterior crujiente, resultado de una fritura precisa. Es una preparación menos tradicional que el clásico pulpo á feira, pero ha ganado popularidad por su delicioso contraste de texturas.
¿Quieres cocinarlo en casa sin complicaciones? Te contamos cómo es el proceso de elaboración. El primer paso es cocer el pulpo hasta que quede tierno, siguiendo un método similar al del pulpo á feira. Esto asegura que la carne esté bien cocida y lista para la siguiente etapa.
Luego, estaría el marinado, que en cualquier caso es opcional. Sin embargo, en algunas versiones incluyen un marinado con especias como ajo, pimentón o hierbas para añadir sabor extra.
Una vez cocido, se corta en trozos y se reboza en harina, harina de maíz o pan rallado. Después, se fríe en aceite caliente hasta que los trozos queden dorados y crujientes.
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Finalmente, se sirve con alioli, limón o incluso una salsa de pimentón (según el gusto). Además, a menudo, se acompaña de patatas fritas o cachelos para completar el plato.
Aunque esta receta no es tan antigua como otras preparaciones gallegas, se ha convertido en un plato estrella en muchos bares y restaurantes costeros de Galicia. Su éxito radica en su capacidad de ofrecer algo diferente, manteniendo el pulpo como protagonista.
Para lograr que el pulpo frito quede perfecto requiere prestar atención a varios detalles, desde la cocción inicial hasta la fritura final. En primer lugar, tienes que tener en cuenta que si el pulpo es fresco, congélalo durante al menos 48 horas. Esto rompe las fibras musculares y evita que quede duro.
Además, tienes que conseguir una cocción correcta. Para ello, hierve agua en una olla grande y "asusta" el pulpo (sumérgelo tres veces rápidamente antes de dejarlo dentro). Cocina a fuego medio durante 20-30 minutos, dependiendo del tamaño. El pulpo debe estar tierno pero firme al tacto.
Tras la cocción, deja enfriar y seca bien los trozos de pulpo con papel de cocina. Esto es crucial para evitar que el aceite salte durante la fritura y garantizar un resultado crujiente.
Usa harina de maíz para un rebozado más ligero y crujiente, o mezcla harina de trigo con harina de garbanzo para una textura diferente. Si prefieres un rebozado más grueso, puedes usar panko. Asegúrate de cubrir bien cada pieza y sacudir el exceso de harina.
Utiliza aceite de oliva o de girasol de buena calidad y caliéntalo a unos 180°C. Fríe los trozos en tandas pequeñas para que no baje la temperatura del aceite y el rebozado quede crujiente. Retira cuando estén dorados y deja escurrir sobre papel absorbente.
Finalmente, añade sal gruesa al momento de servir y acompaña con alioli, limón o alguna salsa ligeramente picante.