Estados Unidos se asoma a la resaca de la noche electoral que ha convertido a Donald Trump en su 45 presidente. "Lamento no haber ganado estas elecciones por todos los valores que tenemos en común", ha declarado la candidata demócrata Hillary Clinton al conceder la derrota. Ese es precisamente la raíz del trauma para la sociedad estadounidense. La victoria electoral de Donald Trump es indiscutible, pero también lo es que la ejemplaridad moral del nuevo Comandante en Jefe ha demostrado ser como mínimo cuestionable a lo largo de la campaña.
Para los incondicionales de Trump, es una prueba de su estilo campechano y directo, sin pelos en la lengua. Pero lo cierto es que el candidato republicano ha explotado la xenofobia cuando le ha convenido, desde justificar su plan para construir un muro en la frontera con México porque los que cruzan de manera irregular son "violadores" a plantear prohibir la entrada a los musulmanes y hacer un fichero de los residentes en EEUU "hasta que pongamos en claro" las investigaciones sobre terrorismo yihadista.
La misoginia ha sido otro de los puntos candentes. Ridiculizó a la ex Miss Universo Alicia Machado llamándola gorda y acusó a la periodista conservadora Megyn Kelly de hacerle preguntas difíciles porque tenía la regla. El golpe más demoledor fue la conversación filtrada con un presentador en el que presumía de que podía hacer lo que quisiera con las mujeres por ser famoso: desde "besarlas sin esperar" hasta, literalmente, "agarrarlas por el coño".
Trump ha recurrido al insulto y la insidia sin tapujos. Polemizó con la familia de un soldado americano musulmán muerto en Irak. Se burló de un periodista discapacitado que publicó informaciones que no le gustaban. Ha repartido motes despectivos a sus rivales, republicanos y demócratas por igual. Mientras tanto, ha presumido de su talento para la evasión fiscal, es el primer presidente electo que no ha rendido cuentas sobre sus finanzas personales y ha faltado tantas veces a la verdad que hay páginas web enteras en exclusiva a ello.
Todo esto tendrá un coste. Y el encargarlo de expresarlo ha sido el comentarista político y autor Van Jones en la mesa de debate de la cadena CNN en la madrugada del miércoles. Han sido dos minutos de valoración cuando la victoria de Trump se encaminaba a lo inevitable. Jones ha trabajado para la administración Obama y por lo tanto es cercano a los demócratas, pero su mensaje ha resonado entre votantes de todo el espectro.
"Hay otra cara de la moneda" - respondía Jones sobre el vuelco a las encuestas que suponía la sucesión de victorias estado a estado por parte de Trump. "La gente está hablando de un milagro. Lo que yo estoy escuchando es una pesadilla. Esta noche es duro ser padre para muchos de nosotros. Le dices a tus hijos: no seas un abusón. Le dices a tus hijos: no seas intolerante. Le dices a tus hijos: haz los deberes y prepárate para el futuro. Y te encuentras con este resultado".
"Y ahora hay personas que están acostando a sus hijos esta noche y le tienen miedo al desayuno" - continuaba emocionado el analista. "Tienen miedo del ¿Cómo le explico yo esto a mis hijos? Tengo amigos musulmanes que me están enviando mensajes: ¿Deberíamos salir del país? Tengo familias enteras de inmigrantes que esta noche están aterrorizadas..."
Jones termina su alegato con un neologismo, "white lash", sobre el término "backlash", que vendría a indiciar una "reacción blanca". "Hemos hablado de todo esta noche salvo del tema racial. Esto ha sido una 'reacción blanca' contra un país cambiante. Una 'reacción blanca' en contra de un presidente negro, en parte. Y de ahí viene el dolor".
"Donald Trump tiene una responsabilidad esta noche. La de dar la cara y asegurar a toda la gente a la que ha ofendido e insultado que va a ser el Presidente de todos. Si dices que quieres recuperar tu país [el lema de campaña de Trump], te encontrarás con un montón de gente que no se siente representada. No queremos sentir que una persona ha sido elegida presidente a base de despreciar a muchos de nosotros para gustar más a la otra mitad". Horas después, la necesidad de un mensaje conciliador exigida por parte de Jones se hacía realidad en el primer discurso de Trump como presidente electo.
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