La satisfacción sexual femenina está mal repartida. Un reciente estudio señalaba que solo el 65% de las mujeres heterosexuales alcanza el orgasmo en sus relaciones, frente al 86% de las lesbianas; y de ellas, únicamente otro 60% ha experimentado orgasmos múltiples al hacer el amor, revelaba en 2013 la encuesta de OH! Panel en Argentina. Pero para un escaso grupo de mujeres, esta carestía de placer es inimaginable. Entran en la categoría de súper-orgásmicas, y son prácticamente de alcanzar el clímax cuantas veces quieran, hasta el punto, confiesan algunas, de "aburrirse".
La cadena británica Channel 4 se propuso el objetivo de desentrañar las claves de este fenómeno reuniendo a cuatro mujeres súper-orgásmicas. Son Janette, Danika, Nathalie y Francisca: sus relaciones sexuales y afectivas, sus trayectorias vitales y su concepción del sexo son distintas en cada caso, y aceptaron someterse a una serie de tests de modo a comprobar si su capacidad está determinada biológicamente o por lo contrario hay aspectos de su conducta más determinantes.
Las participantes fueron sometidas a dos tipos de pruebas. En la primera, supervisada por el profesor Gerulf Rieger de la Universidad de Essex, debían entrar en una "cabina de la excitación" en la que verían imágenes eróticas. El doctor Rieger midió mediante una cámara térmica el flujo sanguíneo hacia sus genitales a medida que aumentaba su excitación sexual. Lo que descubrió es que era el doble de abundante de lo normal, con lo cual alcanzaban mucho más rápido la capacidad óptima para disfrutar del sexo.
La siguiente, llevada a cabo por la neuróloga Nicole Prowse, consistió en que se masturbaran mientras portaban un escáner de resonancia magnética que medía los impulsos neurológicos de su cerebro. La comparativa con el de una mujer corriente volvía a señalar algo sorprendente: en su caso el sexo estimula las ondas alfa, asociadas a los estados de reposo, indicando en palabras de la experta que entran en un "estado de relax total".
Las pruebas revelaban un tercer ingrediente: las mujeres súper-orgásmicas generan al hacer el amor mayores niveles de oxitocina de lo habitual. Se trata de la "hormona de la felicidad" presente en nuestro cuerpo cuando realizamos actividades que nos resultan satisfactorias y placenteras.
"Mis orgasmos tienen el poder de Dios"
Para contrarrestar las evidencias fisiológicas, los investigadores contrastaron las experiencias de las cuatro mujeres. Janette fue criada como cristiana devota y no se inició hasta la mayoría de edad en el sexo. Tuvo su primer orgasmo a los 18 años en con su novio. "No sabía que una mujer se podía sentir así" - declara. "Me vine, y me seguí viniendo. Yo no sabía qué coño era eso, sentía que me estaban absorbiendo la vida. Cuando tienes un súper-orgasmo, es como si no acabase nunca".
Janette adquirió un vibrador que es, según cuenta, su método "número uno" de satisfacción, y administra un grupo, Scarlet Ladies, para aumentar la confianza de las mujeres en el dormitorio. "Por lo que yo sé, Dios me dio los orgasmos, tienen su poder. Me enseñaron de pequeña que Dios te hace sentir bien. Yo lo menciono mucho durante el sexo".
El caso de Nathalie es diferente: ella atribuye su capacidad para el súper-orgasmo a la bisexualidad y la poligamia. Múltiples parejas implican múltiples satisfacciones: "A veces vienen uno tras otro como capítulos de un libro, en otras ocasiones es algo continuado". Es ella quien afirma que alcanzó más de 60 orgasmos en una noche, pero que cuando está con una "buena amiga", prefiere dejarlo en "20 o 30" o "unos diez si vamos con prisas" porque después "no tienes ganas ni de moverte".
En cuanto a Danika, la experiencia del súper-orgasmo le llegó inesperadamente, entrada en la veintena y después de dar a luz a dos hijos. "Necesitaba deshacerme del estrés y empecé a buscar vídeos de instrucciones sobre cómo alcanzar el clímax" ya que, según ella, nunca lo había conseguido antes. Durante las pruebas, encadenó cinco seguidos. "Creo que mi cuerpo esperó a concederme el súper-orgasmo a que fuera madre. Es como si fuera, de acuerdo, has tenido un día realmente malo de gritos y llantos. Aquí está tu botón de reset".
Por último, Francisca descubrió su capacidad en la veintena, pero asegura que el disfrute no ha sido completo hasta la madurez. "Soy del tipo monógamo", asegura. Su primer matrimonio no fue feliz, y las relaciones sexuales le resultaban incómodas. "No fue hasta que me divorcié y empecé una nueva relación que descubrí que yo era una criatura sexual".
¿Cuál es la conclusión por tanto del documental? El súper-orgasmo es una predisposición fisiológica que se tiene o no se tiene, arrojan las pruebas; pero una mujer puede tener la predisposición sin saberlo. Hay lecciones que sacar de la maravillosa adaptación del cuerpo de estas mujeres al placer. Especialmente en el caso de las pruebas neurológicas. "Estas mujeres se centran en sus sensaciones, bloqueando todo lo demás, ayudándolas a alcanzar el orgasmo. Las demás deberían tratar de 'apagar el cerebro', preocuparse menos y dejarse llevar".
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