25 años después de las cuatro Puertas Grandes de César Rincón, otro colombiano enfila Madrid con el valor como necesidad. Juan de Castilla era bruma cuando el maestro paralizó Colombia a su vuelta de España: ahora debuta como novillero en San Isidro bajo la sombra de aquel hito y con la perspectiva de la carrera que empieza. Despegó de Medellín gracias a Fernando Botero y acabó en Guadalajara, en el CITAR, un centro de alto rendimiento para toreros, desde donde salió lanzado y rozó el triunfo en su presentación. Junto a Filiberto y Luis David Adame, este lunes dará el primer paso con novillos de El Montecillo.

Entrevista al torero Juan de Castilla ante su debut en San Isidro. .



Ya ha cortado una oreja en Las Ventas. “Disfruté mucho aquel día”, habla Juan Pablo Correa, su nombre de paisano, sobre la tarde del 20 de septiembre. “Hice un esfuerzo. Llegó en el momento justo. Si me espero un poco más lo mismo se me avinagra el asunto”, resuelve. “Pude cortar dos orejas”. Madrid como oportunidad y embudo. “Tengo que ir para que me empiecen a salir cosas, como casi todos. Algunos novilleros llegan cuando ya están rodados, yo no puedo. De Madrid depende todo: si estoy bien torearé más y si sale mal voy a seguir ahí, buscando una oportunidad”, confía.



Siempre tuvo claro lo de ser torero. “Probé varias cosas de niño. Fútbol, taekwondo... Nada me llenaba. Quería algo diferente. En la escuela de Antioquía me di cuenta de que el toreo era lo único que me hacía sentir cosas”. Cuatro años después, en 2012, recibió una beca del pintor Fernando Botero para venir a España. “Mi maestro Fernando Arango le escribió una carta pidiendo ayuda para venir y nos pagó el primer año de estancia”, cuenta. Dejó todo atrás. “Los primeros días fueron difíciles. Estaba algo rebelde. Llegamos a Espartinas Arango y yo y conocí a Espartaco. Me di cuenta de que quería ser figura como él. Es un ejemplo”, explica.

Juan de Castilla posa para EL ESPAÑOL. Moeh Atitar



De Espartinas a La Puebla del Río. “Toreé en las novilladas de Canal Sur y en la sierra de Granada, donde vi la dureza que hay aquí”. Se acabó la ayuda de Botero “y en La Puebla comenzaron las dificultades”. “Hubo gente que nos ayudó, un comedor social nos daba comida”, reconoce. Y llegó el salvavidas. “Estábamos pasando las fatiguitas cuando apareció la oportunidad de ir al CITAR, un internado de toreros”, aclara. En realidad es un centro de alto rendimiento. “Cambió todo”, desarrolla, “ya sólo tuve que preocuparme de entrenar y de pensar en el toro”, vivir en torero.



“Aquí los días empiezan haciendo la actividad física que nos manda el preparador y acaban toreando de salón con el maestro Encabo. Los fines de semana tenemos clase teórica sobre la historia del toreo y encastes”, detalla. En medio, algunas tardes en su país. “He hecho el paseíllo en Medellín, Manizales, Bogotá y Cali”.

Hace vida junto otros siete chavales de tres nacionalidades distintas aislado en Fuentelencina, un pueblo de 300 habitantes. “Ayuda estar alejado de todo. El que se arrima lo va a hacer siempre, viva en la calle Montera o aquí, pero llegar a la plaza acordándote de todo este sacrificio ayuda para apretar más”, afirma. “Si viene el toro por dentro da igual”, augura.



Pisará San Isidro en el 25 aniversario de la irrupción de Rincón, el colombiano que rindió Madrid. “Sé que pueden comparar, es complicado, pero no me importa. Vengo a Madrid a cortar las orejas, intentar dar una gran tarde. Nadie llega hasta aquí para pegar un petardo. El camino del maestro está ahí, es una gran trayectoria, pero yo trataré de hacer el mío”, otea. Colombia ha pasado por momentos complicados. “La afición está aguantando mucho, no se ha dejado ganar la pelea, incluso ha empezado a ir más gente a las plazas, pero se necesita a alguien que tire del carro. No sólo las figuras de España o Francia. Tiene que llegar un paisano que haga a la gente ir con más ilusión a ver toros en mi país”.



¿Qué le diría a un antitaurino? “Ser antialgo es ruina. Que estudie”.

Juan de Castilla posa para EL ESPAÑOL. Moeh Atitar

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