El Monte da Paralaia y sus leyendas de riquezas durante la noche de San Juan en Moaña
Coronado por la Cruz do Xestoso y un banco con vistas a la ría de Vigo, la cima de este monte está ligada a numerosos mitos e historias sobre mouras, princesas y pasadizos subterráneos
23 junio, 2022 06:00En el límite natural entre los concellos de Moaña y Bueu se sitúa el místico Monte da Paralaia, cuyo entorno al completo está vinculado a numerosos mitos y leyendas; desde historias de mouras a tesoros escondidos e incluso pasadizos subterráneos. La cima de esta pequeña montaña se encuentra presidida por una enorme cruz de madera ―conocida como Cruz do Xestoso― y, desde hace no mucho, también por uno de esos "bancos con las mejores vistas" de la península del Morrazo.
Para alcanzar este mirador natural tendremos que partir del Área recreativa do Outeiro, en Moaña. Esta zona se encuentra habilitada con mesas y bancos de piedra, lo que la convierte en el lugar ideal para disfrutar de una jornada entre naturaleza. Además, desde este punto se inician diversas rutas de senderismo, entre ellas la caminata hasta el Monte da Paralaia. Una vez en la cumbre, se puede llegar a divisar gran parte del valle de Moaña y el trazado costero, así como la ría de Vigo con las islas Cíes en la bocana de la misma.
Las leyendas de San Juan del Monte da Paralaia
Hablar de Galicia significa hablar de leyendas y mitología. En este rincón de las Rías Baixas, los relatos fantásticos también acompañan las faldas del Monte da Paralaia: historias de mouras o mouros que aparecen y desaparecen―criaturas fantásticas y feéricas que habitan bajo tierra o bajo el agua―; de princesas hechizadas, convertidas en piedra, que cada centuria regresan a su forma de mujer; de riquezas escondidas y también de pasadizos subterráneos que conectan con el mar y otros puntos de la península. Y de entre todas ellas, destaca una famosa leyenda ligada a la mágica noche de San Juan.
Según el relato popular, en este monte existe una guarida repleta de tesoros y riquezas conocida por todos como la cueva da Paralaia. Aunque a día de hoy se desconoce su paradero exacto, las voces que han llegado hasta nuestros días la describen con una amplia entrada, de unos dos metros de altura, con dos escalones de bajada y un amplio recibidor abovedado en el cual confluyen unas cuatro o cinco galerías.
Cuenta la leyenda, en una de sus múltiples versiones, que la noche de San Juan es el momento idóneo para todos aquellos que quieren hacerse con una parte importante del gran botín. Se dice que durante esta velada las criaturas encantadas que habitan en la cueva salen de la misma para lavar y peinar sus largos cabellos. Para hacerse con las riquezas habría que entrar en la cueva justo a las 12 de la noche y esperar la llegada de una vieja moura ataviada con un manto de oro. En ese momento, para recibir el tesoro sería suficiente con pronunciar las siguientes palabras: "Pipar do saco" (Pimplar del saco).
La noche más mágica del año en Galicia también nos regala otros relatos fantásticos del Monte da Paralaia. Según uno de estos mitos, durante la medianoche se puede observar a una joven princesa vestida de blanco, peinando su larga melena de oro, que también escondería un tesoro. Igual que un escurridizo mouro que habita en estos bosques. El escenario de esta nueva historia nos traslada hasta las primeras horas del alba, cuando se supone que la criatura sale de su escondite con la forma de una cobra. La persona que quiera hacerse con su fortuna tendrá que capturar al animal y meterlo dentro de un saco.
La otra cruz y su mirador
Muy próximo a la cima de Paralaia, en el Monte da Esculca de Bueu, la Cruz de Ermelo se alza majestuosa a unos 414 metros sobre el nivel del mar. El alto de este monte esconde una balconada natural con una impresionante panorámica ―en parte reducida por la frondosa naturaleza del lugar― que permite contemplar el grueso de las Rías Baixas. En el mirador destaca esta gran cruz de piedra, llamada también Cruz de Santiago debido a su forma, que se eleva hasta los siete metros de altura y fue construida en el año 1950 por el cantero Cesáreo Sanmartín. Su coloación en este punto no se ejecutaría hasta el año 1954, coincidiendo con la visita del cardenal Quiroga.
En la cresta de este monte también solía tener lugar una ancestral tradición de adoración al astro rey, ligada asimismo al solsticio de verano. De hecho, este singular rito en el monte da Esculca fue documentado por el propio Padre Sarmiento. Según las distintas variantes de la historia, las gentes de la zona tenían por costumbre subir hasta el entorno que ocupa adía de hoy la cruz de Santiago para poder contemplar la danza del sol y el reflejo del mismo sobre el agua, ya fuese durante la mañana de San Juan o las últimas horas del día.