
Chet antes de entrar en prisión y la cárcel de Fontcalent.
Chet, el extraficante que revela el lado oscuro de la cárcel de Alicante: "Tuve que apuñalar a gente para sobrevivir"
El exconvicto estuvo a punto de morir en Fontcalent, donde fue recluído tras ser arrestado con 250.000 pastillas en el aeropuerto alicantino.
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Gurchettan Sandhu, más conocido como Chet, pasó de buenos hoteles a dormir en el suelo, de las fiestas con gánsteres y mujeres a la compañía de ratas, y de la ventanilla del avión a la de la celda. Todo esto le ocurrió la primera vez que pisó Alicante, donde fue encerrado en la cárcel de Fontcalent durante tres años, la que considera "la peor prisión de Europa".
Este antiguo traficante británico hacía una fortuna en los 90 llevando esteroides y Valium desde Pakistán a Reino Unido, donde multiplicaba su precio y ganaba 7.000 libras en cada viaje.
El llamado rey de Karachi, ciudad donde compraba las sustancias a organizaciones vinculadas a Al Qaeda, vivía como una estrella del rock hasta que en 1999 agentes de la Guardia Civil le despertaron del sueño a punta de pistola.
Era la primera vez que pisaba Alicante. Había cambiado la ruta para pasar por el aeropuerto de Alicante-Elche Miguel Hernández y fue capturado con 250.000 pastillas, el mayor cargamento de fármacos en la historia de España hasta ese momento.
De ahí pasó directamente, sin ver el sol alicantino, al Módulo 4 del Centro Penitenciario de Fontcalent, donde fue recibido por asesinos, violadores e incluso terroristas de ETA.
"Es un lugar difícil, estaba en el módulo de máxima seguridad, allí estaba con presos con grandes sentencias de más de 100 años. Compartí prisión con gitanos, alemanes, sudamericanos, rusos, personas de todas partes del mundo y de toda clase", explica Chet a través de una videollamada desde Newcastle.

Chet antes de entrar en la cárcel. ChetSandhu.com
El exconvicto recuerda que los gitanos, los africanos y los españoles le trataron bien, pero con los rusos y los alemanes tuvo problemas "porque eran muy racistas. Hablaba inglés y tenía la piel oscura, y no les gustaba".
El cambio de vida fue brusco. En unas horas, la vida de lujo que había llevado desde 1990 se esfumó. "Estaba un poco asustado al principio porque no sabía el idioma, no sabía qué estaba pasando. Iban a ser nueve años de condena, luego seis años y finalmente fueron tres años gracias a mi abogado, de 1999 a 2002", comenta.
Años en la cárcel
En sus libros, califica a Fontcalent como "la peor cárcel de Europa". Allí vivió los años más duros de su vida, duros incluso para un gran traficante y antiguo portero de discoteca.
"Tuve que convertirme en ellos, empecé a fumar heroína porque todos allí lo hacían, tenía que llevar un cuchillo de noche, apuñalé a dos personas que vinieron a matarme y fui apuñalado dos veces", explica vividamente.

Chet Sandhu en la actualidad.
Cuestionado sobre si temía por su vida, no duda ni un segundo y señala que pensaba que no iba a salir vivo de Fontcalent. "Tengo cicatrices por peleas en las que me vi lleno de sangre porque ellos querían golpearme y yo les decía 'venid a por mí'", cuenta mientras muestra sus nudillos a la cámara.
La comunicación fue uno de los principales problemas al no poder entenderse con otros presos y malinterpretar sus intenciones. Esto cambió cuando comenzó a aprender algo de castellano básico. "Yo les miraba, ellos me miraban y no acababa bien", afirma.
El antiguo traficante cuenta que la droga en Fontcalent era algo habitual gracias a la ayuda de gente del exterior. En los vis a vis con la familia o con los amigos es cuando introducían las sustancias.

Chet Sandhu con uno de sus coches.
La forma de esconderla de los guardias era introduciéndosela en el recto después de que las mujeres las escondieran en la vagina. Los presos luego las expulsaban en las duchas y en las revisiones volvían a meterlas en su propio cuerpo.
El británico no siguió traficando dentro de la cárcel y decidió hacer préstamos para conseguir dinero. Chet sostiene que "dejaba 2.000 pesetas y me devolvían 3.000 pesetas a la siguiente semana".
Su estrategia para asegurarse de que iba a recibir sus intereses era quedarse joyas, relojes, anillos o radios como garantía de pago. Sin embargo, hubo una vez en la que tuvo que enfrentarse a un moroso. "Había un chico de Murcia que no tenía nada, le dejé dinero y pagó a otras personas pero no a mí. Sentí lástima por él porque no tenía familia, pero tuve que romperle el pulgar para mostrar a los demás que era fuerte".
Malas condiciones
A la inseguridad y a las peleas a muerte, Chet añade las malas condiciones sanitarias y de rehabilitación que había por entonces en el centro alicantino y que marcaron sus próximos años en libertad.
"No hay rehabilitación, ni siquiera pude ir a los tribunales, solo me llevaron una vez, y el cónsul británico solo vino a verme una vez. Pedí que viniera muchas veces y no hicieron nada", lamenta.
Así, no se olvida de la falta de higiene y de condiciones dignas que vivió entre rejas. Chet critica que "en el invierno hacía mucho frío y duermes en cemento, las ratas venían en la noche y salían por dentro del retrete". La comida tampoco mejoraba los largos días entre rejas, pues había presos que trabajaban en la cocina y "escupían en la comida".
Salida de Fontcalent
Su experiencia en la cárcel le hizo salir enfadado con el mundo. Él mismo afirma que "no pensaba con claridad, sobreviví a eso y me creía invencible, y me junté con gánsteres. Mi mentalidad no era buena porque no tuve rehabilitación, no me explicaron cómo tenía que comportarme, cómo encontrar trabajo... nada".
El Chet que salió fue el mismo que entró, y los dos corrieron la misma suerte. Tras traficar con cocaína y meterse en el mundo de la prostitución, fue condenado a otros seis años en Reino Unido, donde ya tenían el ojo puesto en él.
Tras "aprender la lección", decidió cambiar de vida para no ver a sus padres sufrir. Desde entonces, se dedica a la compra de propiedades en Reino Unido, tiene una compañía de CBD (aceite de cannabis), una marca de ropa y ha escrito dos libros. Desde que salió de Alicante, nunca más ha regresado a la provincia.