
El acompañamiento a menores facilita el trabajo en los rodajes, como este de la temporada dos de 'La Ruta'. Caballo Films
Así previenen situaciones sensibles "que se van de las manos" en el cine de la Comunitat Valenciana
Tres intérpretes que saltan a la producción presentan su experiencia para mejorar el trabajo en las producciones audiovisuales.
Más información: La coordinación de intimidad por fin llega a las series y películas españolas
La madurez del audiovisual en la Comunitat Valenciana trae la entrada de preparadores en situaciones sensibles. Tres actores cuentan cómo trabajan con niños y otros intérpretes no profesionales para evitar "secuencias que se van de las manos".
Román Méndez de Hevia, Tamara Casellas y Gloria March se están abriendo camino en este nuevo nicho al que llegan desde distintos puntos de salida. Y como explica el primero, empezar puede ser tan sencillo, como con un curso de formación.
La Academia de Cine Española lanzó uno para combatir la lacra del paro en la profesión que tituló Acompañamiento en situaciones sensibles durante el rodaje. Román, habituado a abordar el arte desde "lo social y político", vio en él una vía de arreglar las cosas.
"Los rodajes de cine me parece que son muy hostiles: donde el tiempo y el dinero es lo más importante", razona. "La tensión de los tiempos y la coordinación de los equipos" pueden generar tensiones que afectan emocionalmente. ¿Cómo afecta eso a niños o intérpretes no profesionales que han de intervenir en una película o serie?
Tamara y Gloria se habían enfrentado a ello por separado como protagonistas en dos de sus películas. "En La mort de Guillem una de mis hijas tenía nueve años y cierto nivel de autismo en la vida real y en la ficción. Eso hizo que tuviéramos que hacer un trabajo especial aparte", recuerda esta última. Una labor "que no estaba por presupuesto".
"Tiene mucho sentido que sea por nuestra labor como actriz porque, de alguna manera, es guiar a compañeros", prosigue. Esa preparación la ha podido aplicar en La Buena Letra, con menores para "enseñarle qué es actuar, cómo se rueda, cómo hay que estar en set, qué significa la palabra script… Desde lo técnico hasta lo más emocional junto con la directora".
El reconocimiento de esta figura de preparador llega para dejar atrás problemas de distinta clase. Román valora el trabajo de las pioneras Lucía Delgado y Tábata Cerezo con IntimAct frente a la falta de cuidado "hace unos años" en el rodaje de escenas de sexo que "por dinámicas de poder, dinero y miedos y coacción muchos actores y actrices hacían cosas que realmente no querían".
Tamara reconoce que "la mayoría de nosotros hemos vivido en algún momento situaciones, una determinada secuencia, donde se te está yendo de las manos, ahí no hay quien pare aquello y tú dices, ¿qué acabo de rodar?, esto tenía que haber estado súper pactado".
Y, como puntualiza, eso se produce cuando "juegas una emoción donde tampoco te están parando o te están haciendo irte a un extremo que dices, tío, no hace falta: he rodado secuencias de una hora sin ningún sentido, de acabar y decir qué estamos haciendo, aquí no está dirigiendo nadie".
La labor de estos preparadores incluye además cuidar los derechos laborales. "En función de la comunidad autónoma, hay unas horas establecidas por ley que el niño puede trabajar", apunta Román. Por ejemplo, de las siete diarias para menores de quince años en Madrid a las seis en la Comunitat Valenciana.
"Se trabaja con los niños como si fuera un juego, pero tienen que saber que es un trabajo y que de ellos depende mucha gente", subraya el actor. De ahí que valore la labor del preparador para que "el niño esté a favor y sepa lo que estamos haciendo".
Una orientación que redunde en beneficios para la producción "porque lo más fácil es aprovechar las cualidades del niño y no ir a la contra; no tener que crear un personaje, sino crear el personaje en función de lo que el niño ya da".
Azúcar y besos
Tamara recalca que "cuando hay un menor en el set, para mí es como si fuera Dios". Y con eso se refiere a que "tiene unas necesidades que hay que cubrir, que para mí son línea roja".
Y en ellas, aparte del horario, añade que "no se le va a dar azúcar para que esté más despierto". Un ejemplo que pone porque "he visto cosas también como actriz que han tratado a compañeros míos, niños, de decir, guau".
Esa preocupación incluye la empatía con el menor. "Si el niño o la niña está cruzada con una escena" en la que "tenía que dar un beso en la mejilla, y que no, que no, que no, que no, que no", Tamara propone "que se cambian escenas, y no pasa nada".
La diversidad de tareas y el enfoque con que se abordan en la actualidad, como concluye Gloria, supone que su labor "no es ser un ayudante de dirección que está aguantando a los niños, es mucho más".