Carlos e Ibán en la vermutería.

Carlos e Ibán en la vermutería. E.E.

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Carlos, Víctor e Ibán, los tres amigos que arrasan con el bar de moda en Huesca: "Queríamos un garito siempre lleno"

Su vermutería ‘Brrrutal’ lleva un año abierta, pero se ha consolidado como un lugar de reunión en la ciudad aragonesa.

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Zaragoza
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A veces menos es más. O si no que se lo digan a Carlos, Víctor e Ibán, tres jóvenes emprendedores que desde hace un año arrasan en Huesca gracias a su nueva aventura. Una apuesta innovadora y de éxito seguro que combina la esencia del bar tradicional con un toque de vanguardia. Aunque sin duda, el protagonismo es para el vermút, y la barra, claro.

Así nació Brrrutal, con tres ‘r’ para dar protagonismo a los tres socios que forman parte de este proyecto que vio la luz el 19 de enero de 2024. En cuanto al nombre, esconde una divertida anécdota, ya que surgió por la esposa de Ibán. Al plantearle la apertura, ella manifestó “o hacéis algo brutal o no lo hacéis” y así se quedó.

La idea se remonta a varios años atrás, en plena pandemia. Tal y como cuenta Carlos, en esta época se dio cuenta de que la oferta de hostelería en Huesca estaba muy enfocada a lo mismo: risottos, huevos rotos, patatas bravas… A eso se le sumaba que el precio medio estaba aumentando y él quería apostar por algo distinto. “Veía que vermuterías en Huesca no había prácticamente nada”, justifica.

De esta forma, en esa búsqueda de un nuevo concepto para diferenciarse del resto, surgió la idea de montar una vermutería cercana y acogedora, que fuese un lugar de reunión, un punto de encuentro para charlar con amigos y disfrutar de una amplia colección de bebidas y bocados deliciosos.

El oscense es un apasionado de este mundo y gracias a su experiencia en varios locales más en la ciudad (El Palmar, La Cantina...) es todo un experto del mercado y de los hábitos de vida en la ciudad. Entonces, se unió a Víctor e Ibán, un vasco de Bilbao, para emprender juntos y convertirse en referencia.

Cóctel 'Marianito' y 'Chanchullo'.

Cóctel 'Marianito' y 'Chanchullo'.

Cuando encontraron el local, lo que fue una antigua tienda de chucherías (Capazo), tuvieron claro que sería el idóneo, pues buscaban un sitio pequeño, sin mesas ni sillas, y donde la prioridad fuera la barra. “Tiene 30 metros cuadrados, disponibles al público son menos todavía”, asegura Carlos, que sabe que no necesita más para dar el mejor servicio.

“Queríamos un local que siempre tuviese ambiente, que fuera pequeño y que se viera lleno”, explica. Y aunque reconoce que no siempre lo están, dado que entre semana es más complicado conseguirlo, la acogida por parte de los aragoneses ha sido espectacular.

Solo hace falta acudir a Brutal un sábado o un domingo a la hora del vermú para comprobarlo. La gente llega a la puerta de la calle San José de Calasanz minutos antes de abrir para hacerse con una mesa (alta), pues al rato ya es algo complicado.

Interior de Brrrutal.

Interior de Brrrutal. E.E.

Durante un año, gracias al boca a boca y con el trabajo bien hecho, Brutal ha conseguido conquistar a los oscenses, pero también al público extranjero. “Vienen de propio de Zaragoza, de pueblos o de fuera de Aragón, por ejemplo de Soria”, asegura Carlos.

Incluso la acogida ha estado por encima de las expectativas de los socios, que han tenido que incorporar más plantilla. “Esperábamos vender tres barriles de cerveza a la semana, vendemos 10 o 12”, señala. En números, el joven también destaca que dan unas 800 gildas a la semana, algo que no esperaban al inicio y por lo que, como es lógico, tuvieron que dejar de prepararlas a mano.

El local

Factor clave en este éxito es el local y su disposición. La reforma llevó su tiempo, con complicaciones y trabas, pero mereció la pena.

Antes de entrar, el cliente encuentra su terraza con varias mesas y un gran letrero con el nombre de ‘Brrrutal’ para que no pase desapercibido a la vista.

Estantería de bebidas.

Estantería de bebidas. E.E.

Dentro, con mesas para estar de pie, todo está cuidado al detalle y con mucho sentido. Desde el sonido y la acústica a la imagen. El nombre ‘Brrrutal’ con led en el techo, el lema “¡qué bar-baridad!”, la frase “¡ni gastro, ni hostias!”, o una gran estantería con los vermúts y otras bebidas.

Carta de calidad

Por supuesto, lo principal es el menú. Su oferta incluye más de un centenar de vermuts, acompañados de una selección de tapas originales y diferentes, con raciones y laterío. Entre ellas, la estrella de todas es el niguiri pasiego, una tapa de anchoa con grasa de jamón sobre un sobao pasiego que cuesta 3 euros.

Tapa de niguiri pasiego.

Tapa de niguiri pasiego. E.E.

La carta se va reinventando y cambiando, aunque muchas permanecen inamovibles. Clásicos como la gilda, el guardia civil, y creaciones originales como el Chanchullo (un “revuelto” de patatas fritas, mejillones en escabeche y sardina ahumada), raciones como steak tartar y ensaladilla, o tablas de quesos y embutidos.

Sin embargo, una de las que está de manera temporal a pesar de su acogida, es la anchoa trufada, una regañá con mantequilla de trufa, parmesano y anchoa.

Steak Tartar.

Steak Tartar. E.E.

Y, por supuesto, en Brutal se bebe vermú, pero también hay espacio para la coctelería con vermú. Su propuesta incluye combinaciones clásicas como el Negroni, Aperol Spritz o Americano, y otras más innovadoras como el Marianito, un vermut infusionado con pieles de cítricos y espuma de naranja y pomelo.

En definitiva, un lugar acogedor, diferente y que mantiene intacta la calidad. Sin duda, merece la pena probarlo y sentirse como en casa entre sus paredes. Así, el éxito no es casualidad y la pasión por el sector de sus dueños se vuelca en cada paso de que dan.

El pasado mes, Brutal celebró su primer cumpleaños, pero la esperanza está en cumplir más y en este camino, seguro que se soplan muchas velas.