El actor Miguel Ángel Silvestre regresó este miércoles a El Hormiguero para promocionar su nuevo trabajo. En concreto, se trataba de la segunda temporada de Los enviados, la serie dirigida por el argentino Juan José Campanella, que también acudía el programa como invitado. Una producción que llega esta semana a la plataforma SkyShowtime, y en la que Silvestre interpreta un sacerdote que investiga milagros.

En concreto, el personaje es “gamberrete, tirando a delincuente”, según lo definía Pablo Motos. Y preguntaba que qué sentía al encarnar un cura al que le gusta el licor café, y con problemas para guardar el voto de castidad. “Es una gozada, sobre todo por el licor café. El personaje tiene escenas muy especiales”, reconocía con orgullo el intérprete de Castellón. “Tiene esa cosa de mirar la vida de una forma un poquito punky de ver la vida y relativizar el drama. Que a mí me viene bien, que soy demasiado denso o sentimental”, añadía.

En un momento dado de la entrevista, Pablo Motos le preguntaba a Campanella por su gusto por los actores “cabezones”. Algo por lo que Miguel Ángel Silvestre se dio por aludido, aunque no se esperaba el dardo. “Tienes una buena almendra”, le decía Pablo Motos. “Tienes la cara larga, pero eres proporcionado”, valoraba el director, por su parte.

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“¿Crees que si me pongo una gorra tendría que abrirla más que tú?” preguntaba con dudas Silvestre a Pablo Motos. “Mira que me han dicho otras cosas, Qué curioso es que me llamen cabezón. Recordaré este momento en el que Campanella me ha llamado cabezón. Me lo tomaré como una palabra positiva”, explicaba, en referencia a que quizá gracias a su cabeza ha trabajado a sus órdenes. “Hay gente joven al que le dicen es que esto (y le afecta), pero mañana los milagros existen, estoy sentado contigo y con Campanella. Vengo de Castellón, y esto desmonta todo el bullying que me hayan podido hacer”, continuaba explicando. Finalmente, Pablo y Miguel Ángel se midieron las cabezas, y la del presentador medía 56 centímetros, y la de Miguel Ángel, 59.

Durante la entrevista, Miguel Ángel Silvestre también dio unas pinceladas de lo que parece que será su debut literario. Un escrito que empezó a redactar “sin ningún tipo de pretensión”y que gira sobre el deseo. “El sistema nos ha hecho ver el deseo como algo inmoral, que no está bien, y a mí me gusta verlo como una fuerza de la naturaleza a la que tenemos que rendirnos”. Por eso, el título que tiene pensado es Nadie detiene la lluvia, “porque nadie osa a juzgar una fuerza de la naturaleza, y así veo yo el deseo”.