En el año 2006, un chaval, en Cataluña, se puso en pelota picada para abrir el melón mediático que cerraba las puertas al novísimo Ciudadanos.
Por el año 2018, un joven Santiago comienza su romance político con Marie Lepen, pese a la contestación de algunos miembros del partido que no se consideraban extrema derecha y que, dicha señora, hacía daño a los intereses nacionales. El Sr. Smith, considerado por muchos como el cáncer del partido, lo consideró una estrategia que se demostró no errada, sino un fracaso que ha estigmatizado al partido como extrema derecha hasta el presente.
Tanto a uno como otro, los medios de comunicación, y los otros partidos, les cerraron las puertas y criminalizaron pero, de uno u otro modo, encontraron la forma de abrirlas, de modos diversos pero efectivos. Es un mal endémico de la sociedad española, pues cuando alguno comenzaba su andadura profesional hace más de 33 años, ya le decían los afincados que la tarta estaba repartida, que no conseguiría salir adelante y que la competencia era muy fuerte... hoy, esos han desaparecido y los neófitos alcanzaron no la mayoría de edad, sino la senectud.
Hoy existen otros partidos en el centro derecha español, Democracia y Libertad Popular (D.L.P.), entre otros, personas de valía en ese sector que se mueven como versos sueltos, como Macarena Olona, son pequeños, son inaudibles e invisibles o se les pretende invisibilizar, hasta el punto de que algunos importantes medios de la derecha, en lugar de apoyar a Macarena ante el acoso al que fue sometida en Granada, la critican por ir a Granada... ¡válgame Dios!
Esos pequeños e insignificantes políticos libres de la cincha de un partido sometido al sistema, lo único que pretenden es defender principios y valores, de los que se apropian los grandes y que traicionan de forma constante. Ellos sí quieren, sí buscan, sí están dispuestos a hacer política con honradez, cumpliendo la palabra dada (algunos lo han demostrado cada vez que ha sido preciso, perdiendo oportunidades políticas a favor del valor de su palabra), sirviendo y no sirviéndose, precisamente por eso les criminalizan unos y otros, o les indican que la tarta está repartida, que la competencia es mucha, que no sólo pueden beneficiar al enemigo; pues bien, si eso es así ¿por qué no cumplís lo prometido?, ¿por qué no dejáis que demuestren su palabra e incluso os beneficiáis de su trabajo?
El miedo del mediocre, el pánico del vago, la turbación del que se sabe incapaz, les hace soberbios, engreídos, faltos de autocrítica y, por supuesto, únicos valedores de la verdad, de una verdad que sólo les interesa a ellos. Como prueba un botón: la izquierda y sus devenires. Una extrema izquierda que destruye la economía, la libertad y los principios que dice defender para traicionarlos inmediatamente por la abducción de la alfombra roja y el color del dinero, y un PSOE que, durante toda su historia, ha matado, ha robado, no sabe gestionar, nos lleva a la ruina, pero es el expendedor de honorabilidad, de la que carece, de demócrata, que no sabe lo que es, que dice defender a los trabajadores y se queda con los casi 700 millones de euros de los parados.
Algo similar está sucediendo en la derecha, que debiera de dar oxígeno a esos partidos y personas que están dispuestos a inmolarse por cumplir la palabra dada, por servir en lugar de servirse, de reconstruir los controles democráticos que devuelvan calidad a nuestra democracia y construir otros nuevos que den lustre y esplendor a nuestro sistema para que, cuando gobiernen unos u otros, no puedan volver a destrozar el sistema, la economía, la salud y la prosperidad de un pueblo que no se merece gobiernos que le mientan, sino que le hagan lo grande que le corresponde.