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La investigación recurre al mecenazgo asfixiada por las administraciones

30 septiembre, 2018 08:59

El Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL) de la Universidad de Salamanca ha acogido el primer Simposio de Bancos de Tejidos Neurológicos. Es la primera vez que se reúnen todos los responsables españoles de este tipo de biobancos que almacenan cerebros y los ponen a disposición de los investigadores. El objetivo de la reunión es analizar los retos que afrontan estas instalaciones, entre los que destaca la necesidad de ser más conocidos entre los ciudadanos.

“El reto es tener más visibilidad”, afirma Javier Herrero Turrión, director científico del Banco de Tejidos Neurológicos del INCYL, en declaraciones a DiCYT, “porque si aumentamos la visibilidad, lo demás vendrá rodado, aumentará el número de donaciones”. En su opinión, “mucha gente aún desconoce la posibilidad de donar cerebros para la investigación”.

Nada tiene que ver con la donación de otros órganos. La función de un banco de cerebros “es la recogida y procesamiento de tejido nervioso cedido voluntariamente para estudios post mortem”, recordó. “Son válidos tanto los sanos como los enfermos de cualquier patología, porque la investigación es comparar lo que está bien frente a lo que está mal, y vale cualquier persona en cualquier edad”.

El director del INCYL, Manuel Sánchez Malmierca, explicó la importancia de disponer de tejido neurológico para estudiar las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer. “El problema son los recursos económicos, los políticos no le dan la importancia que merece. Me gustaría que fueran egoístas y pensaran que ellos, al igual que cualquiera de nosotros, pueden sufrir una enfermedad neurodegenerativa”, ya que “a fecha de hoy no se curan y crean una discapacidad muy importante, intelectual y motora, que es terrible para la sociedad y para los familiares”.

Las dificultades del banco de cerebros del INCYL

Tras ponerse en marcha en 2011, el banco de cerebros de Salamanca dispone ya de 48 tejidos y más de 240 personas que aún viven se han inscrito como donantes. Sus responsables destacan que gran parte de ellas están libres de patología en la actualidad, de manera que si no llegan a desarrollar ninguna enfermedad de aquí a su fallecimiento, podrían servir de cerebros control, que son muy importantes para poder comparar con los cerebros que han tenido alguna dolencia.

Aunque en un primer momento esta infraestructura estuvo apoyada por la Junta de Castilla y León, en la actualidad ha tenido que hacerse cargo de ella la Universidad de Salamanca, el INCYL y el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) y aún así carece del personal especializado que sería necesario. Por ello ha tenido que recurrir al mecenazgo, donaciones económicas de particulares.