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San Cristóbal - Las Claras, entre penitentes y mesones

26 agosto, 2018 11:24

En un mundo tan célere y alocado como el actual apenas sobreviven los recuerdos que van más allá de un lustro. Ésa es la barrera que marca la pervivencia de la información en internet, pero hay otra mucho más valiosa que aún se atesora en álbumes de fotos escondidos en recónditos cajones, esos que ya apenas casi se ven en familia, y sobre todo, una información guardada a fuego en la memoria de quienes vivieron cada momento. NOTICIASCYL tiene en marcha una serie dominical que repasa la evolución de los barrios de Salamanca a través de los recuerdos de niñez de sus habitantes.

Hoy es el turno para San Cristóbal – Las Claras, un barrio comprendido entre la Cuesta de Sancti Spíritus, Gran Vía, calle Marquesa del Almarza y paseo de Canalejas. Su nombre se debe a la iglesia y el convento ubicados en el epicentro de ambas zonas, edificios que durante siglos centraron la vida de sus convecinos.

Por un lado está el convento de Las Claras perteneciente a la Orden de las Franciscanas o Clarisas, fundado en 1238. Entre sus muros guarda auténticos tesoros artísticos, como restos góticos, un artesonado mudéjar del siglo XIV e incluso pinturas medievales que fueron descubiertas hace apenas cuatro décadas durante su restauración. Unos murales que permanecieron ocultos durante siglos porque Salamanca padeció la peste negra a mediados del siglo XIV, y como los charros de la época consideran que la enfermedad provenía de la sangre, se encalaron todas las paredes donde hubiera una pintura, pues era uno de los compuestos de la pigmentación.

Plaza de San Román y convento de Las Claras

Muy cerca estuvo otro edificio dedicado al recogimiento de penitentes, mendigos y enfermos, donde la beneficencia era su santo y seña. En el actual Colegio de las Siervas de San José se encontraba el hospital de Santa Margarita y de los Mártires de San Cosme y San Damián, después convertido en hospital de la Santísima Trinidad hasta su desaparición. De ahí que una de sus calles anexas es la de los Mártires.

Al lado se encuentra la plaza de los Basilios, que debe su nombre a los monjes que se establecieron allí a comienzos del siglo XVII en un monasterio que formaba a grandes eruditos de la Universidad de Salamanca. Se levantó sobre un convento que también sirviera de alivio a los salmantinos durante la peste, formando parte del Hospital de la Santísima Trinidad. Pero, abandonado el monasterio, desapareció completamente entre la modernidad del siglo XX y su boom urbanístico.

El otro templo que da nombre al barrio es San Cristóbal, una iglesia románica levantada junto a restos de una necrópolis medieval, fue el epicentro del barrio de los toreses (aunque curiosamente no ha sido hasta el siglo XXI cuando se les ha recordado con una calle y está en el extrarradio de Puente Ladrillo, casi en el límite con Cabrerizos), asentados en esta zona de la ciudad durante la Repoblación de comienzos del siglo XII.

En la misma plaza está la capilla de la Misericordia, que nació como alberge y hospital de peregrinos en el siglo XIV fruto de una donación testamentaria. A finales del siglo XIX, prestaba auxilio a los reos de muerte y se ocupaba de sus cuerpos tras la ejecución, siendo velados y enterrados en la propia ermita. Erradicada esta forma de morir públicamente, el templo perdió su culto y fue abandonado a comienzos del siglo XX. Desde entonces ha ido perdiendo poco a poco su estructura, desde la techumbre hasta la espadaña.

Calle Asadería

El barrio de Las Claras – San Cristóbal era uno de los epicentros de la fe y la beneficencia en Salamanca, pero también era fiel reflejo de la sociedad charra, fervorosa de día, entre iglesias y conventos, juerguista de noche, dando rienda suelta a las pasiones humanas entre alcohol y lascivia. Era ésta una zona de mesones, puesto que junto a la puerta de Santo Tomás se celebran numerosas ferias de ganado y era punto de encuentro para transacciones comerciales. Después de cerrar el trato, lo habitual era celebrarlo echando un buen trago. Prueba de ello es que ha perdurado la denominación de algunas calles, como Asadería y Bodegones. También ha perdurado la calle del Grillo, que tanto chirriaba a quienes salían de los mesones con exceso de alcohol en sus venas, aunque comúnmente se denominaba calle de ‘cantaranas’.

Una tradición ociosa que con el paso de los siglos se transformó en cultura, principalmente en torno al Teatro Bretón, nacido al amparo del Hospital de la Santísima Trinidad. Según relatan los historiadores, al ser Salamanca ciudad universitaria, el entusiasta público joven requería representaciones en espacios que no fueran las iglesias o colegios mayores. Por eso, sobre un primitivo corral de comedias del siglo XVI, donde se dice que incluso estuvieron Lope de Vega, Calderón de la Barca y Miguel de Cervantes, se terminó construyendo un teatro, dedicado al música Tomás Bretón, vecino del barrio.

Por allí pasaron las mejores obras del siglo XX, pero con la evolución de la sociedad también ópera, zarzuela, danza, poesía, musicales. Incluso tuvo un papel relevante durante las convulsas décadas que precedieron a la Guerra Civil Española, con su posterior dictadura franquista, pues era lugar habitual de mítines. Las colas se extendían hasta donde la vista no alcanzaba, y en todo el barrio se generó un entramado social y cultural sin parangón. Pero el célere paso del tiempo, con su transformador progreso, cambió los hábitos de los salmantinos y el teatro Bretón terminó siendo un solar tras una disputa urbanística sobre el uso que debía darse al edificio y su parcela. Un ejemplo claro de lo que fue esta zona de Salamanca, originalmente marcada por la beneficencia, después entregada al ocio y hoy día un barrio residencial, con lugares de interés turístico y negocios hosteleros donde pasar el tiempo libre.