Gran corrida de toros con dos puertas grandes
Tarde muy interesante de toros y toreros con salida final a hombros de Juan Bautista, con dos orejas y Emilio de Justo con tres apéndices. Un trofeo logró López Simón ante un buen encierro de El Pilar y Moisés Fraile con cuatro toros aplaudidos en el arrastre.
Exigente el de El Pilar, que careció de clase, pero fue bravo y serio a la hora de comportarse en la muleta veterana y con oficio de Bautista, que lo mató de una estocada efectiva para pasear una oreja. Palmas al toro en el arrastre.
Por delantales recibió Emilio de Justo, nuevo en esta plaza, al colorao que hizo segundo, que tuvo mucha clase a la hora de embestir en el percal.
Y también tuvo su exigencia en la muleta, donde hubo pasajes de buen toreo. La estocada entera le perimitió pasear una oreja de un buen toro que fue aplaudido cuando las mulillas tiraban de él.
El tercero tuvo mucho temple y López Simón lo vio enseguida y le dio brillo tanto en las verónicas como en las chicuelinas. Pero el toro bajó en la muleta y el madrileño tiró en los finales de bernadinas para conseguir la oreja, a pesar de que con la espada hubo titubeos.
No hubo entrega del cuarto de la tarde, pero sí tuvo condición en el suave saludo capotero de Juan Bautista. Con la muleta el de Arles tiró de solvencia sacando pasajes de belleza a media altura. Con la estocada hábil consiguió el otro apéndice que le permitió salir a hombros.
El quinto, precioso de hechuras, se partió una mano y en su lugar salió un sobrero del mismo hierro, lo que se denomina un pilarón (alto y grandón), que humilló muy despacio en el percal del extremeño que brilló con detalles primorosos.
Con la muleta estuvo De Justo excelso, a gusto y paladeando el toreo que sale cuando se conjuntan toro y torero. La estocada para enmarcar. Dos orejas pedidas con fuerza que el de Torrejoncillo paseó con una sonrisa de oreja a oreja. Su debut en el coso del Paseo de Zorrilla fue apoteósico. El buen toro muy aplaudido en el arrastre.
Muy pocas opciones tuvo López Simón con la muleta ante un toro anovillado y feo de hechuras, donde puso entrega y mucha voluntad de superar lo deslucido del animal, aunque le faltó al principio meterse más con él. Sonó una ovación tras una estocada corta y contundente. Ovación.
Los alumnos de la Escuela Taurina de Salamanca, que vinieron acompañados de sus profesores, saltaron al ruedo para, junto a otros niños, acompañar en la salida a hombros a los triunfadores.
Dos autocares de jóvenes aficionados se desplazaron desde Salamanca para acudir a esta corrida con precios especiales. Buena iniciativa.
Y volvió a sonar el himno nacional. Esta vez todos en pie y una gran ovación a la banda.
Galería fotográfica de Fermín Rodríguez