Elke Weber, sabia de la acción climática: "Los activistas que se pegan a cuadros dañan a la causa"
"Hay sitio para la derecha comprometida con el clima. Bush lo estaba" / "La cólera es motivadora: la ira de Greta Thunberg es mejor que la ecoansiedad" / "Necesitaremos a la industria del combustible fósil. No podemos permitirnos el purismo ideológico".
20 junio, 2024 02:18La alemana Elke Weber (1957), doctorada en Psicología Cognitiva por la Universidad de Harvard, y catedrática tanto de Energía y Medio Ambiente como de Psicología y Asuntos Públicos por Princeton, creció en un mundo en el que el calentamiento climático sonaba a algo remoto, cuando no hipotético. Su investigación sobre los mecanismos de toma de decisiones -un trabajo multidisciplinar que aúna psicología, neurología y economía- le han permitido analizar la cadena de errores que han puesto al planeta al borde del cambio climático.
Como primera psicóloga incorporada al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, Weber ha tenido un reto sencillo solo en apariencia: descubrir qué mensajes son los verdaderamente eficaces para comunicar la necesidad de un cambio. A su paso por Bilbao para recoger Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales, y sin perder ni un momento la candidez ni la sonrisa, Weber explica que ha llegado el momento de dejar de repartir culpas y optar por un pragmatismo positivista.
El mismo año en el que calentamiento bate récords en Europa, la ultraderecha negacionista crece como nunca. ¿Cómo se explica?
Es una gran pregunta con muchas y muy diferentes respuestas. Tiene que ver con el auge del populismo en todo el mundo, y con el aumento de la desigualdad económica, ya no solo entre países, sino entre clases sociales. Es un descontento muy justificable que crea desconfianza frente a la clase dirigente, una sensación de desamparo. Dicho esto, también creo que están siendo explotados por los populistas. No están ahí para ayudarles sino para sacar provecho para sus propios objetivos. Y las burbujas que crean las redes sociales refuerzan estas creencias. Antes tenías dos o tres contactos, pero ahora puedes compartirlas y reforzarlas con miles de personas.
Parece una victoria de la irracionalidad. Por muchos datos que ofrezcan los científicos, los negacionistas preferirán bulos como los chemtrails.
Sí, la confianza en la ciencia ha caído. Esto se relaciona con el aumento de la politización de la acción contra el cambio climático. Hace 20 años teníamos a George W. Bush como presidente de EEUU, y llevaba la acción climática como parte de la agenda conservadora. Se compartían valores bipartidistas, pero empezó a cambiar cuando Barack Obama fue elegido y trató de aprobar legislaciones y tasas climáticas. Todo se ha visto impulsado por intereses espurios, bien orquestados y bien financiados, que han presionado a los partidos para que las políticas por el clima ya no sean populares para sus votantes.
Hemos visto que los más afectados por la crisis climática, como los agricultores, son precisamente presa de este populismo negacionista.
Yo investigo los procesos irracionales de toma de decisiones. ¡Pero me gustaría que hubiera más racionalidad en el mundo! Creo que cuando elegimos a nuestros políticos, lo hacemos para que tomen decisiones y desarrollen estrategias a largo plazo. Y desde luego, están haciendo mal su trabajo. Se preocupan más de su potencial reelección que de garantizar nuestra salud y prosperidad futura.
Su trabajo ha evidenciado que culpabilizar a la sociedad por el cambio climático no es eficaz. ¿Qué estrategia es preferible hoy en día?
El cambio climático es algo que debería asustarnos. Esto es así. Así que tienes que comunicar la seriedad del asunto. Y debería ser cada vez más fácil, porque ya no es algo hipotético ni lejano. Está ocurriendo en nuestro patio trasero, con eventos extremos como las inundaciones en Alemania o las olas de calor en el Mediterráneo, cuando la Acrópolis tiene que cerrar por calor. Pero hemos desmostrado que la culpa solo motiva a la gente a hacer una cosa: votar una vez a los verdes, por ejemplo, y luego se desentienden. No es que no les importe, pero el cambio climático no es lo primero en la vida de las personas.
Las encuestas demuestran que muy pocos dudan del cambio climático. ¿Por qué se vota entonces a partidos contrarios a la acción climática?
Lo que tenemos que comunicar es que es un problema demasiado serio como para que lo resuelvan las personas por sí solas. Reciclar está genial, pero no es la solución. Deben hacerlo los gobiernos, el sector privado y las tecnológicas. El papel más importante para el público será quizás el de obligar a rendir cuentas a quienes no cumplen los principios climáticos, dejando de consumir sus productos o de trabajar para ellos. Por otra parte, es importante involucrar a más grupos en la toma de decisiones. Cuando Alemania o Francia han reunido asambleas ciudadanas, se han llegado a aprobar medidas mucho más radicales que las que luego los parlamentos estaban dispuestos a aprobar.
¿Hay espacio político para una derecha comprometida con la acción climática?
En principio sí, por supuesto. No hay absolutamente ninguna razón en contra. Tengo la sensación de que la derecha ataca las acciones climáticas porque suelen involucrar una mayor intervención del Gobierno. Pero si existiera una solución climática basada en la tecnología y el libre mercado, hasta los gobiernos populistas se apuntarían.
¿La apuesta por la tecnología verde no puede ocultar también greenwashing? ¿Un pretexto para no hacer los grandes cambios necesarios?
Bueno, la realidad es que necesitamos todo tipo de soluciones. Tendemos a buscar una 'bala de plata', como si un impuesto global al carbono lo fuera a solucionar todo. No nos va a bastar con el hidrógeno verde o la energía de fusión. Necesitamos acciones en todos los frentes, tecnología que nos permita aspirar el CO2 de la atmósfera. Y cuando lo hagamos, necesitaremos a la industria del combustible fósil, porque son los que saben construir gasoductos. Y no creo que podamos permitirnos el purismo ideológico de decir "no, no podemos recompensar a la gente equivocada".
En ese sentido, ¿tiene la energía nuclear un papel en la descarbonización?
Sí. Sin ser experta, esto es lo que opino. La energía nuclear se ha vuelto demasiado cara, y construir nuevas centrales no es inteligente desde el punto económico y político. Pero deberíamos usar las que ya tenemos. Cuando Alemania apagó las suyas el año pasado, sospecho que deberían haberlas mantenido unos años más.
¿Cómo valora la figura de ecoactivistas como Greta Thunberg, y la aparición del fenómeno de la 'ecoansiedad' entre los jóvenes?
Hay una enorme diferencia entre la percepción del cambio climático para mi generación, que no estará aquí dentro de 30 años, y la de los jóvenes, que deben y pueden preocuparse por un futuro que peligra de múltiples maneras. La ansiedad es comprensible, pero implica que te sientes impotente, y la depresión no tiende a engendrar acciones. La cólera es preferible: la ira es muy motivadora, implica que quieres cambiar algo. Greta ha sido el modelo como lo fue Gandhi para la desobediencia civil. Pero me preocupa la radicalización de las protestas. Pegarte a un cuadro o tirar pintura en una galería daña a la causa. En Alemania se ha optado por medidas proactivas, como ayudar a personas mayores a colocar paneles solares.
Pero ya no hablamos de efectos a 30 años: acabamos de tener los 12 meses más cálidos desde que hay registros en el planeta. ¿Cómo puede sostenerse el negacionismo que afirma que "esto siempre ha sido así"?
En psicología vemos que, en ocasiones, dos dinámicas contrapuestas se cancelan una a la otra. Los humanos, como especie, somos muy adaptativos. Por eso hemos tenido éxito. Cuando ocurre una catástrofe, al principio nos parece invivible, pero después llega la nueva normalidad. Tu punto de referencia cambia. Cuando llegan los primeros eventos extremos, como las lluvias torrenciales o las olas de calor, hemos visto que los republicanos casi alcanzaban a los demócratas en preocupación climática. Pero a medida que se repiten, que ya no es nuevo, se produce una habituación, una adaptación negativa. Los políticos deberían reservar las leyes climáticas para después de un evento extremo, porque es el momento de mayor consenso.
¿Sería un enfoque más positivo y realista transmitir que el cambio climático ya no se puede frenar, pero que podemos adaptarnos a sus consecuencias?
Sí, estoy de acuerdo. Antes, la comunidad climática no quería hablar de 'adaptación' sino de 'mitigación'. Pensaban que la gente se acostumbraría demasiado fácilmente. Ahora la opinión está cambiando: es una manera atrayente de enfocar el calentamiento global. Todo el mundo quiere adaptarse porque significa resolver los problemas aquí y ahora, abordando las preocupaciones locales y familiarizándose con la problemática. Así que empezar por la adaptación puede ser un muy buen comienzo.