Nutrición

Moringa: todos los beneficios y propiedades del 'árbol de la vida'

La moringa posee grandes cualidades beneficiosas para nuestro organismo, pero conviene tener en cuenta varios factores para que su ingesta no sea contraproducente.

27 agosto, 2020 12:28

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La moringa oleifera, también conocida simplemente como moringa o ben, es una especie tropical todavía bastante desconocida para los consumidores europeos aunque en su carta de presentación muestra numerosas propiedades que hacen de ella un complemento dietético a tener en cuenta. Se trata de un árbol de la familia de las Moringaceae, originario de India y del que se pueden aprovechar prácticamente todas sus partes: tanto sus hojas como sus vainas, sus flores o sus raíces. Gracias a sus características, un alto contenido en vitaminas y minerales, es útil para prevenir enfermedades como la diabetes, proteger el corazón y el sistema digestivo, así como para ayudarnos a perder peso y a controlar la ansiedad.

Sus múltiples beneficios le han valido el calificativo de árbol de la vida y de superalimento, pero lo cierto es que todavía no existen muchos estudios en los que se constate científicamente la incidencia positiva en nuestro organismo ni tampoco la dosis recomendada para sorberle todo el jugo a sus características. No obstante, la Fundación Española de Nutrición (FEN) precisa que "no se encuentran en este momento argumentos en contra del consumo de la planta" y añaden que "contiene todos los aminoácidos esenciales", una cualidad extraña en una única especie. Para el organismo español se trata de un alimento con mucha potencialidad y "bajos niveles de sustancias antinutritivas".

Sus nutrientes contribuyen a aumentar la capacidad respiratoria y combatir el asma; prevenir la diabetes gracias a sus antioxidantes al contribuir a regular el estrés oxidativo y, por lo tanto, los niveles de azúcar en sangre; proteger el corazón evitando la absorción de colesterol en el intestino y mejorando la circulación sanguínea por su efecto vasodilatador; combatir la anemia por su contenido en hierro y multiplicar las defensas blindando el sistema inmune al contener, entre otros, la misma vitamina C que la naranja. También favorece la hidratación y la cicatrización de la piel, mejora la visión por su alto contenido de beta caroteno y es útil para paliar los efectos de la menopausia al ayudar a mantener los niveles de inflamación y estrés oxidativo favoreciendo un balance natural de las hormonas.

Esos efectos antiinflamatorios se suman a sus cualidades analgésicas por su contenido en isotiocianatos, quercetina y ácido clorogénico, sustancias que disminuyen el proceso inflamatorio y alivian síntomas de enfermedades como el reumatismo o la artrosis. La moringa también previene úlceras estomacales, combate el estreñimiento y ayuda a tratar las hemorroides. Sus fibras y proteínas contribuyen también a aumentar la sensación de saciedad convirtiéndola en una gran aliada de las personas que busquen perder peso. En España, según la FEN, su consumo "ha aumentado en los últimos años" y en el año 1999 comenzó a estudiarse su cultivo, que ahora es una realidad, sobre todo, en Almería y Málaga.

Valor nutricional de la moringa

El valor nutricional de las hojas crudas de moringa por cada 100 gramos es el siguiente:

Calorías: 65 kcal

Hidratos de carbono: 8,28 g

Grasas totales: 1,40 g

Colesterol: 0 g

Proteínas: 9,40 g

Vitamina C: 51,7 mg

Calcio: 185 mg

Magnesio: 147 mg

Fósforo: 112 mg

Potasio: 337 mg

Cómo tomar la moringa

El sabor agradable de la moringa hace que sus partes se puedan ingerir también crudas, especialmente sus hojas y flores, pero también cocidas añadiéndolas a los guisos. Sus frutos, en forma de vaina, cuando se cuecen estando verdes se asemejan a las judías y si están ya maduros se aprovechan las semillas de su interior, que están listas para su consumo y tienen un gusto parecido al del garbanzo. Las raíces también se emplean y se parecen a las zanahorias, pero con un toque picante.

De sus semillas se extrae un aceite rico en ácidos grasos insaturados que se puede emplear en gastronomía y también como combustible. Sin embargo, la parte más utilizada de la moringa son sus hojas, donde se concentran los antioxidantes. La forma más común de consumirlas es en infusión, en cápsulas o en polvo, y se compra en tiendas de productos naturales, herbolarios o farmacias. El té es muy sencillo de hacer con 10 gramos de hojas (una cucharada) y 250 mililitros de agua. La añadiremos una vez que hierva para dejar reposar 5 minutos. Colamos y bebemos dos tazas al día.

Si optamos por las cápsulas, tendremos que seguir las indicaciones del fabricante, que suelen oscilar entre 1 a 2 al día, unos 200 miligramos diarios. En el caso de las semillas, que podremos tomar 2 o 3 al día, tienen que pelarse e ingerirse con un vaso de agua. Por último, el polvo de moringa podremos emplearlo en cantidades de 1 a 3 gramos diarios que se pueden mezclar con zumos, sopas, yogures, repostería o incluso café.

Efectos secundarios de la moringa

La falta de estudios sobre la moringa convierten su ingesta en una incógnita sobre la que hay que tomar ciertas precauciones. Algunos expertos apuntan que no debe consumirse más de dos o tres semanas, especialmente si su toma no está pautada por un profesional. La FEN alerta de varios aspectos adversos, como efectos abortivos o la incidencia en los hipoglucémicos y los propensos al insomnio. También apuntan efectos laxantes y molestias estomacales como la acidez, así como posibles interactuaciones con las hormonas tiroideas.

Asimismo, resalta que a la hora de adquirirlas "hay que asegurarse que son de fuentes fiables de compra y que no se toman en exceso". Señalan que la planta "contiene sustancias activas de las que se han obtenido gran parte de nuestra farmacopea tradicional y pueden provocar intoxicaciones o actuar como disruptores endocrinos si se consumen en cantidad o tiempo exagerados". 

La FEN insiste en que "el estudio clínico de los beneficios de la moringa es un campo abierto que aportará información muy útil a la hora de especificar las dosis necesarias para producir algún efecto benéfico" porque, en este momento, "la información sobre el efecto de sus propiedades en seres humanos no cuneta con evidencia apoyada en pruebas clínicas aleatorizadas y controladas con placebo: sus efectos se han comprobado en células o animales".

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