En España, las enfermedades cardiovasculares ya no son la principal causa de muerte.

En España, las enfermedades cardiovasculares ya no son la principal causa de muerte.

Salud

Por qué el corazón ya mata menos que el cáncer: así han caído la muertes por patología cardiovascular

La tasa de mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio ha bajado un 11% en solo ocho años.

27 junio, 2024 04:47

Uno de cada diez españoles tiene una enfermedad cardiovascular. Sin embargo, morir por esta causa cada vez es menos frecuente, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Por primera vez, los tumores han superado al corazón como primera causa de muerte en España.

El año pasado (los datos son provisionales, el INE publicará los definitivos a finales de año) murieron 433.163 personas. De ellas, 115.013 fueron por cáncer (26,6%) y 114.865 por enfermedad del sistema circulatorio (26,5%).

Aunque la diferencia es mínima, simboliza la distinta evolución que estos dos grandes grupos de patologías en la última década: mientras las muertes por cáncer se han mantenido estables, las cardiovasculares se han reducido notablemente.

En 2015, la tasa de mortalidad cardiovascular se situaba en 267,6 por cada 100.000 habitantes. En 2023 fue del 237,5, cayendo nada menos que un 11,2% desde entonces y un 5,3% en el último año.

El descenso se produce en las cuatro patologías cardiovasculares más importantes. Las enfermedades isquémicas y del corazón disminuyen un 6,4%, las cerebrovasculares lo hacen un 6,1%, la insuficiencia cardiaca se reduce un 7,2% y la enfermedad hipertensiva baja un 2,7%.

"Había una tendencia clara en los últimos nueve o diez años de disminución tanto en números absolutos como en las tasas de incidencia", explica Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología.

"Entre 2020 y 2022 hubo un aumento de muertes debido a los retrasos en el diagnóstico y tratamiento causados por la pandemia de Covid-19, lo tenemos documentado, pero a partir de entonces hemos seguido con la tendencia anterior".

El repunte en los fallecimientos durante la pandemia puede haber influido en esa bajada drástica en 2023 —aquellos que debían morir el año pasado lo hicieron antes— pero Anguita cree que en los próximos años las defunciones por enfermedad cardiovascular seguirán por debajo de las del cáncer.

"Es lo que se estaba viendo antes de la pandemia, se vio interrumpida por ella, y esperamos que siga descendiendo más".

Las enfermedades cardiovasculares han ido ganando en importancia desde la transición epidemiológica que hubo en nuestro país a partir de los años 50. Alguien nacido a principios del siglo XX es probable que muriera de alguna enfermedad infecciosa.

Los cambios sociodemográficos y el avance de la medicina (no es casualidad que a mediados de siglo pasado aparecieran vacunas como la de la poliomielitis) modificaron el panorama y en las últimas décadas el Leviatán han sido las enfermedades del sistema circulatorio, aunque eso ha empezado a cambiar en los últimos años.

"No es que haya menos enfermedad cardiovascular, al contrario", explica Irene Méndez, cardióloga del Hospital Universitario Gregorio Marañón (Madrid).

"Esas patologías son más prevalentes con la edad y la población está envejeciendo, por lo que deberían de aumentar las muertes por ellas, pero ha habido bastantes avances en las últimas décadas que explican esta disminución", continúa no sin antes advertir de que no hay que subestimarlas: uno de cada cuatro fallecimientos en España sigue siendo por esta causa.

Código infarto y código ictus

Méndez subraya que una de las grandes causas de la reducción de la mortalidad cardiovascular ha sido el manejo del paciente agudo, principalmente el de infarto de miocardio y de ictus.

La implantación del 'código infarto' en todo el país ha sido fundamental. Se trata de un sistema para trasladar el paciente en el menor tiempo posible al hospital más cercano para realizar un cateterismo urgente y abrir la arteria.

El 'código ictus' actúa de forma similar: el traslado urgente de un paciente hasta un hospital de referencia para tratarlo con un potente medicamento que deshaga el coágulo o hacerle una revascularización.

En ambos casos, "el tiempo hasta la intervención es fundamental para el pronóstico", explica Méndez. "Ahora mismo, tanto a nivel de cardiología como de neurología estamos muy organizados para hacer una atención temprana a estos pacientes agudos con un cuadro grave, donde el tiempo de actuación es muy importante para evitar secuelas".

El jefe del servicio de Cardiología del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid), Javier Segovia, incide en el éxito de estas estrategias. El código infarto comenzó a implantarse a primeros de los 2000 pero "las últimas comunidades se han incorporado hace cuatro o cinco años".

El código ictus es más reciente y es probable que sea ahora cuando estemos empezando a ver los resultados de esta estrategia. "Además, se están desarrollando el 'código aorta' y el 'código TEP', de tromboembolismo pulmonar".

Algo parecida, pero con un tipo de intervención diferente, está siendo la organización de la atención al shock cardiogénico, "una situación de fracaso agudo en la función del corazón, que tiene una mortalidad casi del 100% en horas o días y que requiere del implante urgente de dispositivos de asistencia ventricular que sustituyan la función del corazón".

Ha sido fundamental la llegada de dispositivos como el ECMO (sistema de oxigenación por membrana extracorpórea), que mantiene las funciones respiratoria y cardiovascular en situaciones críticas.

No se trata solo de organización. La cirugía ha dejado paso a intervenciones menos invasivas, más rápidas y sencillas de hacer. "Antiguamente podíamos decir que solo había el famoso bypass, pero hoy tenemos fármacos y catéteres que resuelven los problemas circulatorios con una eficacia notable".

Si una jornada de trabajo solo da tiempo para una o dos intervenciones quirúrgicas, permite, sin embargo, realizar hasta ocho intervenciones coronarias poco invasivas. "Además, empezaron haciéndose solo en aquellos centros capacitados para cirugía cardíaca y ahora se pueden realizar en centros de mediana complejidad", destaca Segovia.

Colesterol y diabetes

Estos no han sido los únicos avances de los últimos años. La cardióloga Irene Méndez señala la importancia de la prevención secundaria. Cuando alguien ya ha pasado por evento cardiovascular tiene un alto riesgo de sufrir otro en los dos años siguientes.

"Han aparecido fármacos que logran controlar la dislipemia (el colesterol) y la diabetes", apunta. "Cada vez más pacientes acuden a rehabilitación cardíaca, un programa específico de control de los factores de riesgo cardiovascular y cambios de estilo de vida en los pacientes".

La llegada de nuevos antidiabéticos como los análogos de GLP-1 —sí, los fármacos que han supuesto una revolución en la pérdida de peso— prometen seguir mejorando la salud cardiovascular de la población.

Quedan algunos márgenes de mejora. Javier Segovia destaca la prevención de la muerte súbita. "Casi un 80% de las muertes repentinas tienen eventos cardiovasculares como causa principal".

El problema aquí es que esto ya no implica solo a los profesionales sanitarios sino a toda la sociedad. "Si no se actúa en minutos es irreversible y hace falta educación sanitaria en personas voluntarias, colegios o en ciertas profesiones como bomberos o policías para que puedan hacer reanimación y mantener al paciente con vida antes de que lleguen los servicios de emergencia".

Segovia recuerda que en España hay "unas 30.000 muertes súbitas al año, de las que menos del 10% se consiguen revertir sin dejar secuelas neurológicas graves. Ese porcentaje se puede mejorar de forma clara".

Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología, recuerda que hace tan solo un par de años se puso en marcha la Estrategia en Salud Cardiovascular del Sistema Nacional de Salud, al igual que ya había para el cáncer o para las enfermedades neurodegenerativas.

"Ya existía un plan para la cardiopatía isquémica, que es la enfermedad cardíaca más prevalente, pero se ha ampliado y mejorado para incluir todas las patologías cardiovasculares más prevalentes y enfocarse hacia la prevención".

Pues si hay algunos factores que son inevitables para la enfermedad cardíaca, hay otros que no lo son para nada. Quizá le suenen: tabaquismo, sedentarismo y obesidad.