Imagen de Juan Pérez, el asesino confeso de un niño de 11 años, durante su detención.

Imagen de Juan Pérez, el asesino confeso de un niño de 11 años, durante su detención. E. E.

Salud

Así es el trastorno de identidad disociativo, la hipótesis que planea sobre el crimen de Mocejón

La investigación de la Policía evalúa si el asesino podía sufrir algún tipo de trastorno mental o discapacidad intelectual, como manifestó su padre.

21 agosto, 2024 02:36

Este martes se han conocido más datos sobre el asesino de Mateo, el niño de 11 años de Mocejón (Toledo) que perdió la vida el pasado domingo en un terrible suceso. Tras haber confesado el crimen, el asesino declaró: "Lo ha hecho mi otro yo. He visto cómo me robaba la cara. Tenía mi rostro y mi cuerpo y ha apuñalado al niño, pero no he sido yo". Tanto el padre del autor del crimen como algunas fuentes consultadas por EL ESPAÑOL apuntan que el asesino podría padecer algún tipo de enfermedad mental. 

Otras fuentes, en cambio, señalan que se trataría de una discapacidad intelectual del 70%. Esta condición y un trastorno mental son conceptos completamente diferentes. Tal y como explica la Confederación Salud Mental España, la enfermedad mental se diferencia de la discapacidad intelectual en que "no significa menor capacidad intelectual, no es siempre reversible, no es mortal, no es contagiosa, no es siempre hereditaria y no es siempre permanente en la vida del individuo una vez adquirida. No es una característica global, permanente, ni inmutable".

Por el momento, se desconoce si el asesino de Mateo había sido diagnosticado de alguna patología en concreto, pero las declaraciones antes citadas han levantado la sospecha de que podría padecer un trastorno de identidad disociativo. Este trastorno se conocía antes como "de personalidad múltiple" y el manual MSD lo define como aquel en el que "la persona está bajo el control de dos identidades distintas de forma alternativa". "Estas identidades pueden tener patrones de habla, de temperamento y de comportamiento diferentes de los que normalmente se asocian a la persona", añade.

Trastorno disociativo

El trastorno se puede manifestar de dos maneras: posesiva y no posesiva. En concreto, las formas no posesivas del trastorno de identidad disociativa "tienden a ser menos evidentes para los demás, aunque pueden mostrar un cambio repentino en las relaciones de afecto o las relaciones interpersonales. La persona puede notar una alteración repentina en su sentido de sí misma, tal vez sintiéndose como si fuera observadora de su propio discurso, emociones y acciones, en lugar de ser el agente". 

"En lugar de actuar como si otro ser hubiera hecho posesión de ellas, las personas con este tipo de trastorno de identidad disociativo pueden sentirse desconectadas de algunos aspectos de sí mismas (un trastorno denominado despersonalización), como si se estuviera viendo a sí mismas en una película o como si estuvieran viendo a una persona diferente. De repente pueden pensar, sentir, decir y hacer cosas que no pueden controlar y que no parece que les pertenezcan", recoge el manual. A pesar de las posibles coincidencias con la declaración del asesino, hay que destacar que no hay conocimiento de que haya sido diagnosticado con este trastorno.

Estas identidades, además, interactúan entre sí y pueden llegar a escuchar voces en forma de conversaciones o como mensajes dirigidos directamente a la persona. También pueden sufrir otro tipo de alucinaciones que impliquen otros sentidos, visuales, táctiles, olfativas y del gusto. Por esta razón, en ocasiones este trastorno es confundido con la esquizofrenia, pero "las personas con trastorno de identidad disociativo experimentan estos síntomas como provenientes de una identidad alternativa, desde el interior de su cabeza", desarrolla el MSD.

Asociaciones erróneas

"Las personas con esquizofrenia por lo general piensan que la fuente es externa, fuera de sí mismos", apunta el MSD. Ahora bien, el manual también advierte que la violencia contra los demás y el trastorno de identidad disociativo es muy raro que vayan de la mano. Según el manual, estas personas "son propensas a hacerse daño a sí mismas. Son frecuentes el abuso sustancias, los episodios de automutilación y el comportamiento suicida (pensamientos de suicidio e intentos de llevarlo a cabo)".

Los amigos del difunto Mateo, de 11 años, mostrando su camiseta de las Escuelas Deportivas del CD Moncejón durante el homenaje que se le rindió este domingo.

Los amigos del difunto Mateo, de 11 años, mostrando su camiseta de las Escuelas Deportivas del CD Moncejón durante el homenaje que se le rindió este domingo. Javier Longobardo

"También aparece con frecuencia la disfunción sexual", continúa el documento. "Al igual que muchas personas con un historial de maltrato, pueden buscar o mantenerse en situaciones peligrosas y son vulnerables a volver a sufrir un acontecimiento traumático". Es decir, que las personas que padecen este trastorno —y por el momento no hay conocimiento de que se haya diagnosticado al asesino de Mateo— tienen un mayor riesgo de dañar su propia integridad física que la de los demás.

El manual MSD afirma que "suele aparecer en personas que sufrieron una tensión emocional abrumadora o un trauma durante la infancia. En Estados Unidos, Canadá y Europa, alrededor del 90% de las personas con este trastorno tienen antecedentes de maltrato grave (físico, sexual o emocional) o de abandono durante la infancia". Los expertos advierten que relacionar cualquier tipo de enfermedad mental con la conducta criminal es un error frecuente que en la mayoría de los casos no tiene que ver con la realidad.