
De los niños expuestos al tabaco, el 40% lo está en los espacios públicos. EFE
La otra cara de la exposición al tabaco en los niños: cambia la expresión de los genes y eleva el riesgo de enfermedades futuras
Un estudio encuentra un mecanismo que explica por qué los menores en entornos de fumadores son más propensos a sufrir problemas como el asma.
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Los esfuerzos para dejar atrás el tabaco son una realidad en la mayoría de los países del mundo. Por eso, algunos países ya han prohibido su venta a las nuevas generaciones, como por ejemplo Nueva Zelanda. Desde 2022 los nacidos a partir de 2009 no pueden adquirir este tipo de productos en el país.
Sin embargo, este tipo de decisiones no cubren todos los riesgos, ya que la exposición pasiva también es perjudicial para los niños. Incluso, les hace más propensos a sufrir una serie de cambios epigenéticos, como ha visto una investigación del Instituto de Salud Global del Barcelona (ISGlobal).
"Si la genética es el manual de instrucciones del ADN, la epigenética es quien lo regula", explica Marta Cosin-Tomás, investigadora de ISGlobal y autora principal del trabajo. Estas variaciones que produce la exposición al humo del tabaco, pueden, a su vez, modificar la expresión de los genes.
La conclusión principal a la que ha llegado el equipo de la epidemióloga molecular es que los niños con estas alteraciones pueden ser más propensos a desarrollar enfermedades en el futuro.
La relación entre la exposición al tabaco y el desarrollo de patologías futuras no es algo nuevo, señala Cosin-Tomás. Lo que han conseguido ella y su equipo ha sido proponer un mecanismo que explica por qué ocurre. "Los niños expuestos tienen estas marcas epigenéticas y, por tanto, se están expresando o silenciando genes", plantea la investigadora. Los resultados de su investigación se han publicado en la revista Environment International.
Los autores vieron que esa exposición pasiva provocaba esas marcas en 11 regiones diferentes del ADN. Los niños en esta situación, acaban por tener mayores probabilidades desarrollar, entre otras, enfermedades respiratorias, como el asma; cardiovasculares e, incluso, cáncer, como el de pulmón.
Esas "marcas" reciben el nombre de metilación del ADN, cuenta la epidemióloga molecular. La relación que han observado ella y su equipo es que, cuanto mayor es la exposición al tabaco, más alteraciones en su epigenética sufren los pequeños.
Sus resultados, sumados a los de otros estudios anteriores, les permiten deducir que esos cambios en los genes pueden estar relacionados con alteraciones en el sistema inmunológico o la función pulmonar, dice. Sin embargo, todavía hay que seguir investigando para confirmarlo.
A pesar de que se conoce el riesgo, la ciencia todavía no sabe cómo se pueden producir estas variaciones en el epigenoma, cuenta Cosin-Tomás. Una de las hipótesis es que sea a través del humo del tabaco. "Al llegar a los pulmones produce inflamación y estrés oxidativo y se sabe que estas condiciones alteran la epigenética", detalla.
Para llevar a cabo la investigación han empleado datos extraídos de muestras de sangre de 2695 niños de seis cohortes de ocho países europeos: España, Lituania, Noruega, Reino Unido, Francia, Países Bajos, Suecia y Grecia. Los menores tenían entre 7 y 10 años y pertenecían al Consorcio sobre Epigenética en el Embarazo y la Infancia (PACE, por sus siglas en inglés).
El estudio de ISGlobal es uno de los primeros que demuestra que la exposición pasiva al humo del tabaco durante la infancia puede provocar cambios en el epigenoma. Sí que se ha demostrado con anterioridad este efecto durante el embarazo. "Está claro que el hecho de estar expuesto al tabaco de forma pasiva en niños, parece que tiene un impacto a nivel molecular", indica la científica.
Además, trabajos como este también permiten investigar otras exposiciones como la contaminación del aire por la combustión de los motores de los automóviles, que cuenta con mecanismos parecidos, apunta la autora principal.
El problema de la exposición al tabaco en España
Según Cosin-Tomás, en España el 70% de los niños están expuestos a lo que se conoce como el humo de segunda mano. La mayoría de ellos, el 40%, lo respira en ambientes públicos, como la terraza de un bar o la parada de un autobús. El 30% restante sí que lo tiene en casa porque convive con fumadores.
Es muy interesante conocer más acerca de mecanismos como el que han investigado la científica y su grupo, reconoce. No obstante, la evidencia que ya se conoce debería ser suficiente para regular de manera más dura toda esta cuestión, resalta Cosin-Tomás.
Cifras como las mencionadas deberían reducirse "muchísimo más", subraya. Para ello, no cree que sea efectivo apelar simplemente a la decisión individual de no fumar si hay menores cerca. "Es un problema que tiene que abordarse de otras maneras porque no es tan reduccionista".
Se ha visto que cuánto más se entiende cómo afecta uno de estos elementos a la salud, más ayuda a ejercer presión sobre las autoridades competentes para tomar medidas que protejan a la población. Sin embargo, la investigadora cree que no debería ser necesario: "Si se sabe que algo afecta a la salud, da igual cómo lo haga. Hay que regularlo", sentencia.