Elvira Lindo: "Puede que Manolito fuera hoy feminista, pero metería todo el rato la pata"
Tras uno de los años más complicados de su vida, la escritora y periodista gaditana se sumerge en el mundo del teatro con una propuesta didáctica para disfrutar y reflexionar en familia.
12 julio, 2021 02:07Noticias relacionadas
¿Qué preguntarle a Elvira Lindo? La escritora lleva tras de sí una larga trayectoria en el mundo literario, radiofónico y ahora sobre las tablas. La última vez que hablamos en EL ESPAÑOL con ella fue con motivo de la publicación de su último libro, A corazón abierto (2020). Un año después, la escritora echa la vista atrás y recuerda el que fue uno de sus años más duros, aunque coje impuslo para mirar con optimismo al horizonte que se nos presenta repleto de vacunas y escasas mascarillas.
Por eso, en la mente de Elvira solo hay hueco para unas buenas vacaciones. "Ha sido un año complicadísimo. Necesito retirarme por lo menos dos meses y pensar en mis cosas, y quizás en un nuevo libro más propio y más íntimo", cuenta. La pandemia no le ha afectado a nivel creativo. Es más, no ha dejado de trabajar y le ha impulsado a formar parte de nuevos proyectos, como la nueva obra que la sube al escenario junto al pianista Antonio Galera para reflexionar sobre la infancia. Sobre esto y otras cosas de la vida charlamos con ella.
¿Vamos a tener que esperar mucho tiempo los fans de Elvira Lindo para sostener un nuevo libro en nuestras manos?
Bueno, emepcé el año pasado una cosa y este mes de julio quiero darle un empujón. Tengo muchas ganas de escribir, de salir de Madrid para relajarme y dedicarme a ello. Necesito crear mi mundo paralelo para disfrutar del proceso.
¿Cómo ves el mundo literario a día de hoy? ¿Tienes fe en las nuevas generaciones?
Sí, no solamente les leo sino que tengo relación con gente ellos y ellas, y me alimento de las cosas que escriben. Aunque creo que la generación joven está muy obsesionada con leer a otros de su misma generación, por leer a sus pares. Sin embargo, yo me siento bastante liberada de eso, leo a gente que está publicando en España y que son buenísimos, pero también a los que son rescatados por las editoriales. Sé que hay gente que dice que no lee a sus contemporáneos y cosas así, pero yo siento curiosidad y además me siento querida por esa generación más joven. A lo mejor porque algunos de ellos me han leído cuando eran pequeños y sienten un lazo íntimo conmigo que estoy disfrutando.
¿A quién destacarías?
Me ha gustado mucho lo que he leído de Rosario Villajos, conocí a través de Sabrina Urraca a Andrea Abreu y me parece muy interesante, también Elisa Victoria, María Folguera... No quiero dejarme a nadie que haya leído, pero creo que estas han escrito cosas muy interesante.
Me parece que hay que tener generosidad con la gente que viene después pero ellos tienen que leer a los que vinieron antes, no se pueden centrar solo en los de su generación. Que es una tendencia muy natural porque es la gente con la que se relacionan, pero la literatura no se puede medir por años, hay que leernos intergeneracionalmente.
¿Qué opinas de la polémica etiqueta de "libros escritos por mujeres"?
La crítica literaria tiende a clasifica pero creo que eso lo tienen que evitar las propias autoras. Yo me sentía un poco desgraciada cuando empecé a escribir porque no me metían en ninguna etiqueta ni generación, era un verso libre y no me sentía ni con los mayores que yo, ni me dijeron nunca que fuese "la autora joven" y eso que empecé a publicar a la edad de todas ellas.
También se está desarrollando casi de forma orgánica una categoría de libros escritos desde la visión de la niñez, precisamente escritos por las autoras que enumerabas antes.
Sí, ¿verdad? Incluyen también a Ana Iris Simón en todo esto de contar sus infancias y demás. He leído mucho eso de “las nuevas autoras que hablan de las niñas” y mira, de esos temas se han hablado siempre. He leído libros interesantísimos de autoras que cuentan su niñez o su vida en el barrio, su pasado familiar y son de hace mucho tiempo, eso se ha escrito siempre. Lo novedoso no es el tema, sino cómo cada autora lo aborda. En el caso de Andrea Abreu no es novedoso la amistad de esas dos niñas, sino la forma en la que lo ha escrito, donde fondo y forma son originales, y ella es la única que puede contarlo así.
¿Qué libro hay en tu mesita de noche ahora mismo?
Cuaderno de memorias coloniales de la portuguesa Isabela Figueiredo, que habla de su vida en las colonias cuando era pequeña. Un libro que impactó mucho en Portugal, porque contradecía la versión oficial de que el colonialismo portugués fue blando. Y ahora estoy terminando uno de la danesa Tove Ditlevsen que se llama La Trilogía de Copenhague y que me está encantando.
¿Debe separarse al libro de su autor?
Creo que hay que evitarlo e ir un poco por libre, que la repercusión que tome tu libro y la forma en la que sea juzgado esté distanciado de ti. No me gusta dar consejos, pero este lo daría. Porque condiciona al lector que va a coger tu libro. Yo puedo tener unas opiniones o un compromiso político en el periódico para el que escribo, pero a mí me gustaría que mi libro lo leyera todo el mundo, no necesito que estén escritos a un partido o que tengan una tendencia ideológica.
¿De qué forma ha ayudado el feminismo a la mujer escritora?
Yo creo que de por sí las autoras siempre han sido mujeres peculiares, siempre han tenido algo especial. En la exposición de Pardo Bazán también se puede ver la originalidad, el pensamiento, la diferencia, la conciencia que tenía de lo que ocurría con la mujer en la sociedad y eso se ve en todas ellas. Ya de por sí, una mujer que se ponía a escribir era una mujer diferente.
No hace falta que salga la palabra feminismo sino que tú ves cuáles son los condicionantes que tiene una mujer en la vida para ser escritora, para perseguir su deseo, la mirada condescendiente que tiene que evitar, el reto para tener su espacio y seguir sus sueños. Eso está en la literatura.
Puede que ahora las autoras sientan más libertad para expresarse de una manera segura, de todas formas la literatura también está para mostrar inseguridades. En mi caso esa libertad me la he ido ganando yo con mi trabajo y mi tiempo. Esa experiencia me hizo más fuerte, tuve que defenderme mucho a mí misma y dar codazos en el mundo literario para hacerme un sitio. El feminismo ha estado siempre activo en mí, era una cuestión práctica de exigencia y supervivencia. Por eso trato de ayudar a las jóvenes escritoras que me piden amparo, porque yo me sentí muy sola.
Manolito Gafotas es para muchos millenials un amigo más, ¿cómo vería Manolito el mundo que nos rodea hoy en día?
Fíjate que yo lo noto en la escritura de algunas de ellas. Esa conciencia sobre la infancia, ese sentido del humor lo percibo, es innegable que crecieron con un personaje que se relataba a sí mismo. Quiero escribir en un futuro un libro de Manolito sobre el primer año de universidad. ¿Y cómo sería? Pues con todas las contradicciones que tiene el personaje. Un poco como yo, una persona contradictoria. Pardo Bazán podía ser progresista y conservadora al mismo tiempo, y yo me siento también un poco así, quiero poder tener un pensamiento que me permita abordar cada caso o cada situación desde cierta honestidad.
¿Sería Manolito feminista?
Sí, pero de aquella manera que es él, metiendo un poco la pata. Igual que no se entera muy bien con qué quipo de fútbol tenía que ir, en esto también haría comentarios que no debería hacer. No sería un personaje ejemplar, creo que más bien la simpatía de Manolito es que no es ejemplar, eso es lo bonito. Si se convierte en un personaje pedagógico pues imagínate, nos lo cargamos.
Vemos más mujeres también en los ministerios e instituciones, se comentó que estuviste entre las candidatas a ministra de Cultura del Gobierno de Pedro Sánchez y que rechazaste la oferta. Ahora que ha pasado un poco de tiempo, ¿te arrepientes de esta decisión?
Nunca (se ríe). Cada día que pasa me alegro más. Pongo mi cabeza y mi corazón en lo que hago y si hubiera dicho que sí lo habría hecho lo mejor posible, pero creo que me gusta mucho hacer lo que me da la gana todo el tiempo. Cuando tengo muchas obligaciones me estreso, me pongo de mal humor, me riño y no es la vida que debo llevar.
Además, el clima político hoy en día es tremendamente agresivo y a lo mejor no habría tenido la fortaleza como para aguantar que se me mofen o se metan conmigo. Aparte de eso, no hubiera querido salir de mi casa temprano por las mañanas y salir tarde por las noches del trabajo, el grado de libertad de movimiento que tengo creo que me lo he ganado y es maravilloso. No me siento atraída por el poder.
En febrero de 2021 fuiste elegida presidenta del Real Patronato de la Biblioteca Nacional en sustitución de la académica Soledad Puértolas, ¿cómo estás viviendo este cargo?
Es un increíble descubrimiento porque tienes que presidir comisiones donde se toman decisiones importantes de la biblioteca. Estoy aún buceando en todo este mundo fascinante, y tiene que ver con mi curiosidad y no con el poder. El poder lo tengo en mi propia vida.
¿Algún descubrimiento que te haya asombrado en especial?
Ver la biblioteca por dentro, el trabajo de los bibliotecarios, cómo los investigadores pueden detectar una obra de teatro desconocía cómo la de Lope de Vega. Ese trabajo de investigación es increíble. Lo que he descubierto es que la Biblioteca Nacional es una institución muy compleja, incluso más que un museo pictórico porque hay que tener un conocimiento muy especifico.
¿Qué te gustaría aportar a esta institución?
Me encantaría que se abriera físicamente a la gente, que la sintieran cerca. No es igual que la Biblioteca Pública de Nueva York por ejemplo, pero sí podríamos encontrar esa sensación de que la biblioteca está integradísima en la vida de la gente. Que detrás haya gente tomándose un sándwich, poder pasear, echar la siesta en el césped. Ahí las instituciones deben perder un poco el polvo de los siglos y estar al servicio en todos los sentidos de los ciudadanos. Es un proyecto en el que se está trabajando desde hace tiempo y que espero que se cumpla. Que la biblioteca tenga un envoltorio más amable, que esa puerta tan solemne y esos jardines se amplíen para que pueda entrar la gente.
Eres una todoterreno. En la BCN, la radio, periódicos... Después de publicar A corazón abierto (2020) te embarcas en otra aventura emocionante, esta vez sobre las tablas, ¿qué me puedes contar de este proyecto?
Me llamó mi sobrina y empezamos un proyecto en Berlín que unía literatura y música, y representamos precisamente A Corazón Abierto. También estuvimos en el Fernán Gómez, y hemos hecho El Niño y la bestia en un festival de Valencia. El pianista Antonio Galera me propuso esta especie de charla/conferencia musical sobre cómo deberíamos acercar la poesía y la música a los niños, porque son dos disciplinas y artes que están tan íntimamente relacionados. El niño no distingue entre unas artes y otras, entran en su imaginación de una forma natural. Además, los músicos clásicos tienen mucho interés en salir de la formalidad que supone la partitura clásica y se divierten como niños cuando hacen una cosa un poco diferente.
¿Deberían los niños leer más libros como Manolito Gafotas y desconectar un poco del móvil?
Hay un exceso de estímulos y se sabe que no es bueno para la mente el niño, habría que ser más insistentes en retirar pantallas porque entorpecen su imaginación y dañan su atención. En eso estoy totalmente segura.