Eugenio Merino, el artista conocido como “el artista que metió al generalísimo en una nevera de refrescos, revolucionó ARCO hace cuatro años y tuvo que enfrentarse a dos juicios para defenderse de las acusaciones de la Fundación Francisco Franco”, ha vuelto. Una vez la Justicia aclaró en esas dos ocasiones que la libertad de expresión es sagrada en democracia y en el arte -y que tampoco hubo lesión del honor cuando Merino convirtió al personaje en punching ball golpeado- vuelve a utilizar el molde del dictador. Esta vez lo ha metido en una urna y lo ha enterrado en votos, pero no lo puede exponer en España.
El próximo 25 de junio inaugurará una exposición retrospectiva en Perpignan (Francia), en el Centre d'Art Contemporain Walter Benjamin, donde incluirá “La caja de Pandora”. “De la caja de Pandora es de donde salen todos los males. Las urnas también pueden ser una caja de Pandora porque eso es la democracia, aceptar el resultado aunque creas que el resultado es la peor opción”, explica a este periódico. Asegura que Franco siempre estará presente en una urna con votos en España, porque, como dejó apuntado en su nevera franquista, se mantiene fresco. “El franquismo no ha desaparecido. Mira lo que ha pasado hace unos días en Guadalmur….” De hecho, ha tenido que ir a los tribunales para defenderse de la sombra, cuarenta años después de muerto.
“Dudo que aquí quiera alguien exponerla, pero en Francia están dispuestos. Al salir del país, la pieza hace alusión al auge de la extrema derecha en Europa”, comenta. Desde el año 2010, el artista explica que no ha tenido ninguna exposición individual en España. La pieza de la urna también volará hasta la galería UNIX de Nueva York, donde expondrá una urna como esta, pero con Hitler dentro. “Es un mensaje similar al de Donald Trump, porque coincide en las cuestiones que trata con la extrema derecha. Pero era demasiado cómico incluir su cabeza. Hitler no lo es”, reconoce el artista sobre su arte político humorístico.
El artista lamenta el auge de la censura y la autocensura, y se refiere a Juan Francisco Casas y al ataque de unos ultracatólicos contra la galería que le expone sus últimos dibujos hiperrealistas. “Ahora mismo todo lo que hagas parece un escándalo y hay mucha gente dispuesta a amenazar sobre tu trabajo. Veo que hay mucho miedo a expresarse en libertad, a pesar de que la responsabilidad del artista es aportar una nueva visión de lo que ocurre.
Eso es lo que le llevó a enfrentarse a la dirección de ARCO. Las consecuencias las padece todavía, pero reconoce haber desistido en la labor que puede desempeñar un artista en una feria como ésta. “Si ARCO fuera diferente, lo pensaría. Pero he desistido, no quiero enfrentarme a la feria más conservadora. La dirección [Carlos Urroz] tiene una línea muy clara, antes era una feria de arte y ahora es una feria de decoración. El nivel de expresión ha quedado hundido”, dice.
En Madrid, los espacios públicos para el arte están destinados a cascos de Star Wars. Eso y los grafiteros de Malasaña, a los que han invitado para poner bonito un barrio que reivindica la gentrificación
Sobre el IFEMA se siente muy satisfecho con que Manuela Carmena haya despedido a Álvarez del Manzano, pero se cuestiona la labor que el Ayuntamiento tiene con el arte público. “En Madrid, los espacios públicos para el arte están destinados a cascos de Star Wars. Eso y los grafiteros de Malasaña, a los que han invitado para poner bonito un barrio que reivindica la gentrificación. Están poniendo bonita la zona y aclaran qué se espera del arte: que decore nuestras vidas”.
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