El poeta español se convierte en superhéroe
La poesía española contemporánea ha sido un tabú para el cómic hasta ahora: la ilustradora Laura Pérez Vernetti rompe con 'Ocho poemas' y dibuja desde Alberto de Cuenca a Menchu Gutiérrez.
11 diciembre, 2016 02:55Noticias relacionadas
Hasta en mundos en los que parece que todo está inventado o en travesías que suman varias décadas de experiencia, siempre hay una primera vez. Un punto de partida que quizás anuncie el despegue de la poesía gráfica en la ‘piel de toro’. Es lo que espera la que fuera la única mujer de la redacción de El víbora Laura Pérez Vernetti (Barcelona, 1958) de su libro Ocho poemas, que traslada la poesía pura y dura a la historieta. Salvando la distancia, y ursupando la expresión usada en aquella antología barcelonesa de jóvenes poetas de los sesenta, los ‘novísimos’ en este viaje espacial de la poesía al cómic no son nueve sino ocho bardos ‘españolitos’.
Cuatro hombres y cuatro mujeres que remiten a procedencias geográficas, generaciones y estilos de lo más diversos para trazar, quizás sin pretenderlo, una peculiar radiografía urgente, breve y acotada de la poesía española de ahora mismo. En concreto, los poetas que han sido ‘ascendidos’ a superhéroes son Luis Alberto de Cuenca, Julia Otxoa, Menchu Gutiérrez, Jesús Aguado, José Ángel Cilleruelo, Isabel Bono, José Luis Piquero y Miriam Reyes.
El libro Ocho poemas es, en sí mismo, una rareza. Bendita rareza. Con él ha terminado de nacer un género que permanecía prácticamente virgen por estos lares. Pese a que en las tapas duras de su portada se lee la expresión "novela gráfica", su autora insiste en que “no es una novela gráfica, sino poesía gráfica, que es mucho más difícil de hacer”.
Chovinismo
Es lo que pasa cuando se surcan territorios aún por explorar. Aunque la propia Pérez Vernetti ya lleva una década cultivando estos menesteres que funden el verso a la viñeta -hasta había abordado en el cómic los universos de Pessoa, Maiakovski y Rilke- la adaptación de los poetas españoles actuales seguía siendo un tabú. Una especie de páramo que empieza a recuperarse de tanta sequía con la aparición de este volumen que, paradójicamente, ha visto la luz por iniciativa de una institución dedicada inicialmente a la difusión de los autores de la Generación del 27.
La ausencia hasta ahora en España de proyectos editoriales de este tipo -suelen ser más frecuentes en ciertos países europeos e incluso en Francia existe el sello Petit a Petit, dedicado exclusivamente a los poetas franceses- es achacada por la curtida ilustradora catalana a la tradicional carencia hispana de chovinismo: “Los españoles solemos mirar con más respeto al extranjero que a lo que se hace aquí, hay que ocuparse más del poeta español contemporáneo, este libro era necesario tanto para la poesía como para el cómic”.
Los españoles solemos mirar con más respeto al extranjero que a lo que se hace aquí, hay que ocuparse más del poeta español contemporáneo
En la mayoría de los poemas adaptados, las viñetas están protagonizadas por los propios poetas, transformados en héroes que se llevan al bocadillo de su voz los versos que un buen día hilaron sin imaginar que llegarían a ser carne de cómic.
“Los poetas se han convertido en personajes de cómic”, adelanta Pérez Vernetti antes de poner nombre y apellido a quien esperaba con más ahínco tal metamorfosis: “Luis Alberto de Cuenca lleva toda la vida queriendo ser un personaje de tebeo y al final lo ha conseguido”. El anuncio de la ilustradora no tarda en encontrar una respuesta entusiasta en el escritor madrileño: “Es la pura verdad. No hay cosa que últimamente me haga más ilusión -y eso que me han pasado cosas buenas- que ser personaje de tebeo, estoy como loco”.
El ex secretario de Estado de Cultura con Aznar celebra la aparición de esta “maravilla”, y agradece “a una gigante del cómic español como Laura que se haya sacado de la manga algo que no existía en España como la poesía gráfica”.
Amor, soy yo tu lobo
Luis Alberto de Cuenca saca su lado más tierno. La breve biografía que acompaña a su retrato en el libro ya advierte que el culpable de que la Orquesta Mondragón entonara el ‘Hola mi amor, yo soy tu lobo’ fue Caperucita antes que lobo. Sin embargo, su aportación al volumen del malagueño Centro del 27 no es, precisamente, la crónica de una noticia alegre. El poema Isabel, publicado en 1985 en su poemario La caja de plata, cuenta la historia real de una chica que había sido novia suya y que “se mató en los ochenta, cuando era frecuente matarse por las drogas y todas esas cosas”.
Según recuerda De Cuenca, aunque la joven no se llamaba Isabel ni la buhardilla de su triste epílogo estaba en la madrileña calle Zurbano, todo lo que aparece en sus versos ocurrió. Hasta en el episodio real que evoca había “abierto un tebeo de Conan por la página en que matan a Bélit, y otro de Gwendoline con manchas de carmín en las heridas”, tal y como reza en el poema que ahora ha sido trasladado al formato de historieta.
En cambio, Jesús Aguado prefiere no desvelar si fue una novia real o inventada la que inspiró su poema La gorda, y lo atribuye a una serie poética que dedicó a los amores imposibles. “Nunca le dije gorda / le llamaba mi pequeño planeta expulsado del cielo / mi hamburguesita doble / mi ballena”, va asegurando su álter ego en cuatro de las viñetas.
Nunca le dije gorda / le llamaba mi pequeño planeta expulsado del cielo / mi hamburguesita doble / mi ballena
Al ver el resultado en las páginas recién editadas, el poeta destaca “la versión completamente novedosa del poema que ha sabido dar Laura”. “Ha tenido muy buen ojo seleccionando aquellos versos de todos nosotros que mejor se prestan al mundo del cómic”, añade. Aguado deja de ser tan diplomático o comedido cuando reacciona a la aparición impresa de su rostro metido en la piel de un héroe: “Es impagable verme ahí flotando en el espacio… Espero que me contrate la Marvel”, bromea.
Entre tanto elogio y agradecimiento, Luis Alberto de Cuenca apunta que la dibujante catalana “ha tenido que sudar sangre, pues hay versos que son muy difíciles de trasladar a la viñeta”. Su apreciación se acerca al diagnóstico de Laura Pérez Vernetti, quien subraya la ardua tarea “de encontrar un grafismo para cada uno en función de la personalidad poética”. “Para un poema de humor como La gorda de Jesús Aguado dibujé caricaturas; con Luis Alberto de Cuenca hice algo fetichista tipo John Willie; o para Julia Otxoa, como era algo onírico, elegí un lenguaje más surrealista de pesadilla y de sueño”, explica la dibujante de historietas.
A juicio de Pérez Vernetti, “en el libro hay un poco de todo, hay algunos poetas que son más herméticos como Menchu Gutiérrez, otros que son más narrativos o incluso los hay muy crueles como José Luis Piquero…”. Tal comentario arranca una reflexión de lo más profunda en la poeta etiquetada como ‘hermética’, la madrileña Menchu Gutiérrez, quien sostiene que “para una verdadera creadora -como es el caso de Laura- dotada de ojos para la imaginación, ese hermetismo más que un obstáculo constituye un estímulo”.
“La palabra poética le pide al dibujo que, sin perder el lenguaje que le es propio, haga algo más, vaya en busca de un origen compartido. Creo que Laura ha entendido que la poesía encuentra siempre sus caminos para expresarse. La poesía escrita no necesita al dibujo, como el dibujo no necesita a las palabras, pero en el diálogo que establecen se produce una bella resonancia”, agrega Gutiérrez.
Mujer en mundo de hombres
El hecho de que en la última década haya enfocado tanto su producción a la poesía gráfica no es visto por Laura Pérez Vernetti como una evolución sorprendente o antinatura de su carrera. Poco después de incorporarse en los albores de los ochenta a la revista El Víbora, ya empezó a dibujar historias inspiradas en la mitología, los cuentos o, incluso, en la narrativa de James Joyce.
“Me consideraban una rara por meter estos temas literarios”, rememora la ilustradora, que ya arrastraba de por sí el sambenito de ‘rara avis’ por el simple hecho de ser una mujer en una redacción de hombres: “No había mujeres pero, como soy muy tozuda, fui metiendo temas que iban a contracorriente y tuve la suerte de que los autores de El Víbora me apoyaran; colegas como Max, Gallardo, Roger o Mediavilla creían en mi capacidad para dibujar historietas”.
Eso sí, más allá de apelar a la nostalgia de esa época, Pérez Vernetti lamenta todo lo que le resta a su gremio la ausencia de revistas como aquella en la España actual: “Al no tener las revistas hemos perdido ese primer contacto con el lector y tenemos que lanzarnos directamente a la novela gráfica; y, encima, en las pocas que han quedado la cosa se ha enturbiado bastante, hasta se fue una parte de la plantilla de El jueves…”.
Al no tener las revistas hemos perdido ese primer contacto con el lector y tenemos que lanzarnos directamente a la novela gráfica; y, encima, en las pocas que han quedado la cosa se ha enturbiado bastante
Con el panorama al que se refiere acechando a su oficio, la ilustradora ha sabido reinventarse acudiendo a refugios como el que le planteaban las vidas y las obras de los poetas, e incluso ha encontrado en ellas más oportunidades aún de las que ya presuponía: “Desde el primero que hice de Pessoa, la cosa ha ido mucho mejor de lo que esperaba tanto en las críticas como en los lectores. La poesía gráfica no es masiva, ya lo sé, pero no sólo la compran los consumidores de cómic, también le interesa a los lectores de poesía y de literatura en general. Comparado con otros libros míos de cómic, para nada ha sido un fracaso”.
Ahora, Pérez Vernetti aguarda expectante la acogida que puedan tener sus trabajos sobre poetas contemporáneos españoles. Al igual que un buen día no tan lejano decidió dar el salto desde Pessoa a Maiakovsky porque la vida del portugués le parecía muy gris, hace un tiempo que optó por cambiar a los poetas muertos y consagrados por los que están vivos: “Con ellos puedo dialogar aparte de leerlos, y además los apoyo, porque hay que demostrar que nuestra poesía merece un sitio en la historia del cómic español”, enfatiza.
Hace un tiempo que optó por cambiar a los poetas muertos y consagrados por los que están vivos: “Con ellos puedo dialogar aparte de leerlos, y además los apoyo"
La proliferación de un género nuevo como la poesía gráfica, abanderado por la historietista catalana, ha sido captada a la perfección por Luis Alberto de Cuenca, quien no tiene problemas en desvelar un secreto que tiene a medias con ella. Este no es otro que la aparición en primavera de 2017, con el sello Reino de Cordelia, de otro libro de la autora que adapta un amplio conjunto de los poemas del madrileño al cómic.
El volumen en cuestión ya está terminado y verá la luz dentro de casi medio año, con vistas a la Feria del Libro: “¿No os lo ha contado ella?”, pregunta el escritor mientras celebra una buena nueva con la que agrandará esos inéditos galones de superhéroe que las ilustraciones de Laura Pérez Vernetti han empezado a conceder a los poetas españoles.