“Me gusta el equipo que ha hecho, de los nuevos, con un juego interior que combina bien físico y talento. Puede volver a luchar por estar arriba”. Quién le iba a decir a Xavi Pascual que acabaría entrenando al Panathinaikos griego, el equipo sobre el que hablaba de esta manera en RAC1 hace dos semanas. Cuatro meses después de finalizar su etapa en el Barça, el técnico de Gavá regresó a los banquillos el miércoles con una victoria ajustada y polémica en la Euroliga ante el Brose Bamberg alemán (83-84).
El Instant Replay tuvo que ratificar la validez de la canasta ganadora de Nick Calathes a 3.5 segundos del bocinazo final, posibilitando un estreno satisfactorio para el nuevo entrenador de los verdes. Europa volverá a ponerles a prueba este viernes (20:15) ante un Estrella Roja de Belgrado que llega, curiosamente, tras derrotar al exequipo de Pascual 48 horas atrás (para más casualidad, el Barça se mide al Brose, último rival europeo del PAO).
Después de un breve período como analista radiofónico, el entrenador catalán trabaja, por primera vez, fuera de España. En el horizonte, una labor de ingeniería de la máxima exigencia. Si Barcelona ya fue una plaza complicada durante los ocho últimos años, Atenas no se quedará atrás. Poco importarán ahora la Euroliga, las cuatro ligas, las tres Copas del Rey y las cuatro Supercopas conquistadas en el pasado. Lo importante será conseguir idénticos éxitos en el presente y en el futuro (a priori, tres años de contrato) en Grecia.
Aunque, por mucho que se venda lo contrario, el corto plazo gana al largo en la nueva aventura de Pascual. ¿Cómo no va a imperar el hoy sobre el mañana en la tierra por excelencia de los dioses? Un equipo de la talla del Panathinaikos sólo se conforma con el Olimpo. Y cuanto antes lo alcance, mejor. Para lograrlo y evitar el rayo fulminante de Zeus, habrá que superar estos cinco retos. Pruebas de Hércules para cualquier entrenador, sin duda.
1. Devolver la estabilidad al banquillo del club
El legado surgido de las 13 temporadas en las que Zeljko Obradovic dirigió a los verdes todavía no ha sido superado, al igual que su marcha en 2012. El peor parado en ese intento de demostrar que hay vida más allá del maestro de maestros ha sido Argiris Pedoulakis. Aunque es el entrenador que más ha dirigido al Panathinaikos desde la salida de su compañero de profesión serbio, ninguna de sus dos etapas en el club acabó con buen pie.
En la primera (2012-2014), fue destituido por los malos resultados cosechados en la Euroliga. En la segunda, que comenzó a finales del curso pasado y terminó hace unos días, fue el propio Pedoulakis quien dimitió. Lo hizo tras una abultada derrota liguera contra el eterno rival, Olympiacos (88-63).
¿Qué pasó entre medias? Primero, una leyenda del club en la pista, Fragiskos Alvertis, se hizo cargo del PAO hasta el final de la temporada del primer adiós de Pedoulakis. Le sustituyó, ya como primer entrenador a todos los efectos, Dusko Ivanovic, que llegó en verano de 2014 y aguantó menos de un año en el cargo. Perder contra el Olympiacos en mayo de 2015 (en este caso por 66-77) también fue demasiado castigo para él.
Después, el interino Sotiris Manolopoulos salió del paso como pudo hasta que terminó el curso. Fue sustituido por otro técnico con caché, 'Sasha' Djordjevic, que tampoco cumplió un año al frente del club. A él se lo llevó por delante en abril el contundente 3-0 con el que el Baskonia eliminó al Panathinaikos en los cuartos de final de la Euroliga. Eso sí, su puesto ya peligró en enero por, efectivamente, un nuevo toque de atención del Olympiacos (80-66). En total, cinco entrenadores (seis contando al fugaz Vovoras), a dos por año desde la temporada 2013-2014. ¿Acabará Pascual con la maldición post Obradovic?
2. Gestionar bien una plantilla de lujo
No competir por absolutamente todo con un equipo con tantos mimbres como este Panathinaikos sería letal para cualquier entrenador. En el puesto de base, sobresale un Nick Calathes excelso en la defensa (rebotes) y el pase en el arranque del año. No está nada mal acompañado, ya que el ex Baskonia Mike James es un recambio de garantías.
En la posición de escolta, KC Rivers ha logrado colarse entre los mejores anotadores del equipo, recordando sus mejores momentos en el Real Madrid y en el Bayern de Múnich. También lo ha hecho Nikos Pappas, con James Feldeine haciendo méritos para ser también muy considerado.
En las alas, el protagonismo absoluto es para la polivalencia de Chris Singleton y la experiencia de Demetris Nichols. Antonis Fotsis es el único nexo de unión con la época dorada de Obradovic y Pat Calathes sobresale en la faceta reboteadora. James Gist es otro de los grandes nombres propios interiores del equipo ateniense, destacado tanto en ataque como en defensa.
Aunque la gran estrella del PAO hasta la fecha es, como cabía esperar, Ioannis Bourousis. Fichado en verano, está cumpliendo a la perfección con el liderazgo que le tocaba ejercer: anota, rebotea e incluso tapona. Cuando hay tantos buenos jugadores en un mismo vestuario, las urgencias son ineludibles.
3. Ganar la liga griega
Asignatura muy pendiente para el club, quizá demasiado. Por no ganarla desde el curso 2013-2014, por haberla perdido de forma consecutiva las dos últimas campañas y por haberlo hecho ante el Olympiacos. Y, lo peor de todo, de forma aplastante: 3-0 en 2015; 3-1 en 2016, con un triple sobre la bocina de Spanoulis para ganar la final y, de paso, retirar a Diamantidis.
Por contraprestación a esta racha negativa liguera, una triunfal en la Copa helena. Los últimos cinco títulos del torneo del KO han ido a parar a las vitrinas verdes, con dos finales ganadas al máximo adversario y alguna que otra eliminación previa.
La fijación del dueño del club, Dimitris Giannakopoulos, con el equipo de El Pireo es bastante palpable. Con consecuencias tan negativas y peligrosas como el despido de entrenadores por perder contra ellos o los insultos hacia jugadores contrarios, una venganza en liga sería una buena manera de apaciguarle. De momento, se necesita mejorar: tercera posición (2-1 de balance) por detrás de Olympiacos, causante de la única derrota del Panathinaikos, y AEK Atenas (ambos equipos con 3-0).
4. Volver a la Final Four europea
En 2011, el PAO ganó la Euroliga por última vez, logrando el sexto título de su historia en la máxima competición europea. La Final Four de 2012, en la que se concluyó en cuarta plaza, supuso el adiós del equipo ateniense a los lugares mejor reservados de la élite continental.
Desde entonces, los playoffs de cuartos de final han sido el techo del Panathinaikos año tras año. Barça (precisamente el de Pascual), CSKA de Moscú por partida doble y Baskonia eliminaron a los verdes. La herida escoció sobre todo en 2013 y 2014, cayendo en el quinto y definitivo partido. Para más inri, los griegos no tuvieron el factor cancha a favor en ninguna de las eliminatorias.
Con el cambio de formato (liga regular de 30 jornadas entre los 16 equipos), la clasificación entre los ocho mejores se complica sobremanera. Pero eso no quita para que a Pascual se le exija intentar que los suyos logren ese objetivo.
Ahora mismo, el Panathinaikos también presenta un balance de 2-1 en Europa: venció en casa al Zalgiris (84-76), perdió en Moscú contra el CSKA (81-77) y se impuso a domicilio ante el Brose (83-84). Aunque aún queda mucho que dirimir hasta abril, la Final Four, por calidad, está al alcance. Y quién sabe si no lo estará también la Euroliga.
5. Sobrevivir sin Diamantidis
Pascual no coincidirá con el que habría sido su Navarro particular en Grecia por apenas unos meses. El mito del baloncesto heleno y europeo decidió retirarse al final de la pasada temporada, con un palmarés de escándalo: tres Euroligas, nueve ligas griegas, 10 copas helenas, un oro europeo y una plata mundial con su selección… Sin duda, habría sido el jugador ideal para trasladar a la pista las voluntades del banquillo. Además, su aura ganadora y legendaria nunca venía mal.
Pero el 13 de Diamantidis ya sólo constituirá una guía espiritual desde el techo del Olympic Indoor Hall ateniense. Bourousis será el jugador sobre el que gire todo en este Panathinaikos, y a ello tendrá que amoldarse el ingeniero de Gavá. Sólo valdrá ganar, pero a su manera.
“Hemos venido para construir un proyecto ganador en un periodo de tiempo correcto, para ir haciendo despacio las cosas. De inmediato es muy difícil ganar, normalmente los equipos que ganan es porque a lo largo del tiempo han generado un equipo y luego sacan sus frutos. Aquí vamos a empezar, a ser competitivos y ganar el máximo números de partidos”, declaró Pascual en RAC1.
Desde luego, la victoria pasa por marcar tendencia tanto en Grecia como en Europa. Y eso sólo vale aspirando a ganar la liga y a estar en la Final Four, como reconoce el nuevo entrenador. Ése, y no otro, es “el objetivo que nunca se debe perder de vista”. De cumplirlo o no depende que haya Olimpo o inframundo para Xavi Pascual.
Noticias relacionadas
- Blazic corta de raíz el juego del gato y el ratón del Madrid
- Luka Doncic, el Magic Johnson del siglo XXI
- La mano de Rudy y Llull gana el pulso a la de Elías
- A este Madrid no le tose ni siquiera el Olympiacos
- Euroliga: guerra total en el embrión de una liga europea
- ¿Por qué el Real Madrid no podría competir en la NBA?