En Movistar planificaron toda su temporada con la idea de ganar, por fin, el Tour de Francia. Pensaban que este año, sumando las ambiciones de Mikel Landa y la regularidad de Nairo Quintana, había razones suficientes para soñar. Pensaban que sí, que se podía, pero a falta de dos jornadas (una crono y un paseo por París) es ya imposible. De hecho, ya dan por terminada su andadura en el Tour. Ahora el único objetivo es "asentarse en la clasificación", no perder más.
Landa es el mejor situado en la general. Es sexto, a 4 minutos 40 segundos del maillot amarillo de Geraint Thomas. Este año partía como colíder del equipo. El año pasado, teniendo claro su papel de gregario de Chris Froome, quedó cuarto, a un solo segundo del podio.
Quintana es noveno. Thomas le saca más de 10 minutos, pero lo que más ha desesperado a los aficionados ha sido su incapacidad para atacar o poner patas arriba la carrera. Solo lo consiguió en el Col du Portet, donde se llevó la única victoria del equipo en el Tour. En el resto de etapas no ha podido aguantar el ritmo del resto de los favoritos. Él le echa las culpas a sus caídas, ¿pero qué más cosas han fallado?
1. Estrategia de los tres líderes
Cuando presentó al equipo que competiría en el Tour de Francia, Eusebio Unzué, director de Movistar, no quiso decir quién iba a liderarlo. Habló de bicefalias y tricefalias, de ciclismo moderno y de la novena etapa, cuando supuestamente llegaría la gran decisión. Sin embargo, en ningún momento llegó a decidirse por completo por un plan. En los Alpes insistió en las opciones de Alejandro Valverde, en el Portet eligió a Nairo y optó por Landa en el Tourmalet.
Esos cambios de opinión han provocado que el equipo no tenga una apuesta definitiva de cara a la general, que en vez de unificar esfuerzos, estos se dispersen. El "bendito problema" de Unzué se convirtió en una estrategia vacía.
2. Ataques de Valverde
Valverde llegó a Roubaix como el mejor posicionado de su equipo y a la segunda jornada alpina, tercero en la general. Unzué decidió entonces apostar por él y meterle en las fugas con ataques desde lejos. Podían servir para llevarse una victoria de etapa o para acompañar a Quintana o a Landa si ellos también se lanzaban. Era una estrategia valiente, pero quedó en nada. El alavés y el colombiano no se movieron y el pelotón cazó a Valverde antes de la ascensión a La Rosière.
Al día siguiente, en Alpe d'Huez, lo mismo. El murciano subió alegremente el Col de la Croix de Fer a rueda de Marc Soler, bromeando con Alaphilippe y llegó extenuado a los ataques del resto de favoritos.
3. La decepción de Nairo y el cambio de ciclo
Es evidente que Nairo Quintana no está al nivel que mostró en 2013 y sobre todo en 2015, pero es el único ciclista del pelotón que le ha ganado una gran vuelta a Froome desde hace cinco años. Unzué cree en su regularidad y por eso apostó por él. También cree, como dijo el año pasado, que su progresión se ha estancado.
El año pasado probó a doblar Giro y Tour, pero la jugada le salió mal: obtuvo su peor resultado en la Grande Boucle (12º). Entonces Unzué fichó a Landa y habló del "motivo para seguir esperanzados". Nairo se enfadó, decidió prepararse el próximo Tour a conciencia y ni aún así ha conseguido volver al podio. Su lugar lo han ocupado nuevas figuras del ciclismo, como Tom Dumoulin, Primoz Roglic o Geraint Thomas.
4. Pérdida de clase media
Este año la organización del Tour introdujo una novedad en el reglamento: los equipos contarían con ocho ciclistas en vez de nueve. Todos perdían un hombre, todos debían ajustar su estrategia. Movistar apostó por tres líderes, por lo que solo se quedaba con cinco gregarios para trabajar —Soler, Rojas, Amador, Benatti y Erviti—. Tenían, tienen, uno de los equipos más completos, pero han perdido a ciclistas como Jonathan Castroviejo (Sky) o los hermanos Izagirre (Bahrain-Merida).
5. Caídas, pinchazos y otros imprevistos
El fracaso de Movistar en el Tour de Francia también es consecuencia de muchos imprevistos. El primero de ellos el abandono de José Joaquín Rojas en la novena etapa tras sufrir una caída. El equipo se quedaba con uno menos para competir con el resto de equipos en la montaña.
El segundo imprevisto fueron los pinchazos. Nairo Quintana ha pinchado al menos en tres ocasiones durante la carrera. El primer día ya perdió más de un minuto, lo que le obligó a ir a contracorriente en el resto de etapas.
Y el tercero, las caídas. Tanto la de Landa en la novena etapa, que le provocó molestias en la espalda las dos últimas semanas, como la de Nairo este jueves, cuando se lastimó todo el costado y "casi no podía dar pedales". Pero para ganar el Tour también hay que sobreponerse a eso. Este año, en Movistar, tendrán que conformarse con la clasificación por equipos y una victoria de etapa.
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