"No he estado bien en todos los aspectos", dice Orlando Ortega, que entra cuarto en la primera semifinal de los 110 metros vallas en 13.23 segundos. La 'Q' automática es sólo para los dos más rápidos; y la espera por los tiempos de repesca se alarga unos minutos eternos. "Desde la arrancada no estuve bien, pero estoy tranquilo, orgulloso. Ha sido un año muy complicado". Sus palabras suenan a despedida, sin embargo, el subcampeón olímpico peleará por las medallas (lunes a las 22:30 hora española): se clasifica al límite, con la segunda 'q', aunque con el cuarto mejor crono de los ocho finalistas.
Orlando ya respira: "Estoy realmente feliz. Una final me va a motivar el doble, ganar el oro. El objetivo, que era llegar a la final, está cumplido, ahora a intentar alcanzar el sueño de ser campeón del mundo". Su semi fue la final anticipada, con el jamaicano McLeod (13.10s), el francés Darien (13.17s), el ruso Shubenkov (13.22s) y el propio Ortega. Nadie está en disposición de reservar un gramo de fuerzas ante semejante equidad.
Al vallista hispanocubano le retrasa una mala salida, no tan "fantástica" como en las eliminatorias de la mañana, donde gana con 13.37s. Por la tarde, después de ocho pasos, uno más de lo que acostumbraba —es un cambio técnico para encontrarse más cómodo— llega último a la primera valla. La aceleración entre los obstáculos no es suficiente para clasificarse de forma directa; los tiempos, por suerte, le empujan a la carrera por las medallas.
La igualdad será máxima en la final, avisa Ortega: "En un 110 vallas cualquier cosa puede pasar, como que un compañero se caiga. Hay que estar centrado y seguir adelante. Va a ser una competencia muy abierta". Ahora solo queda aplicar la receta que siempre le dice su entrenador, Orlando padre: correr, correr y correr.
Correr, y de forma muy digna, es lo que hace Óscar Husillos en el Mundial de Londres. Entre extraterrestres como el sudafricano Van Niekerk, cuya zancada tan bien engrasada hipnotiza a todo el estadio, o el bostuano Makwala, decidido a desafiar al plusmarquista de la vuelta a la pista, el español hizo marca personal en las eliminatorias de los 400 metros (45.22s) y luego otra vez en las semifinales (45.16s).
"Estoy muy satisfecho con todo el trabajo realizado", dice el palentino, alucinado por el superatleta Van Niekerk, que busca romper la barrera de los 43 segundos. Husillos, decimocuarto en su primer Mundial, todavía no puede conectar el 'modo vacaciones' porque le queda una última misión; esta, en equipo, de la mano de sus compañeros de selección: el relevo 4x400, el récord nacional y una calle en la final. "Podemos hacer algo grande", avisa.
Y mientras la noche cae sobre el London Stadium, con el público británico atronando cuando uno de los suyos necesita aliento, con acordes de sirtaki, la danza griega, para Stefanidi, la campeona de pértiga (4.91 metros), la atención se vuelve a enfocar en el hectómetro.
La distancia, esta vez para las mujeres, se convierte en prueba maldita para Jamaica. Elaine Thompson, que vuela en las semis (10.84s dejándose ir), se hunde en la final hasta la quinta plaza. El país caribeño, poseedor de la hegemonía de la velocidad durante la última década, no gana el 100 en Londres ni con Bolt ni con la campeona olímpica. Esos metales acaban en manos de estadounidenses, Gatlin y Tori Bowie (10.85s). Los más rápidos, para desaliento de una grada entera de jamaicanos, que por segunda jornada consecutiva caminan mudos hacia la puerta de salida, son ahora los vecinos del norte.
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