“Ni muy fácil ni muy difícil, un término medio”. El miércoles por la mañana, Rafael Nadal levanta la ceja derecha y habla fijándose en los tres conos rojos que están repartidos por el suelo, al otro de la red. Después de debutar con victoria el día anterior en el Abierto de Australia, el mallorquín se marcha a entrenar a las pistas cubiertas del National Tennis Centre, a la espalda de la Hisense Arena, y emplea mucho tiempo (más de 40 en minutos) en ejercicios de puntería, casi siempre con su drive.
Mientras la tercera jornada del torneo va avanzando, con Roger Federer llegando a la tercera ronda (7-5, 6-3 y 7-6 al estadounidense Rubin) y Tomas Berdych citándose con el suizo (6-3, 7-6 y 6-2 a Ryan Harrison), el campeón de 14 grandes escucha cómo Carlos Moyà le da instrucciones (“¡Ahora asegurando! ¡Con parábola! ¡Aguanta!”) a la vez que le manda distintos tipos de pelotas: muchas planas, algunas cortadas y otras rapidísimas. No hay trampa ni cartón. El mallorquín quiere afilar el golpe más determinante de su juego hasta que corte con una sola mirada. El motivo tampoco es ningún secreto. Igual que es imposible apagar un incendio sin agua, Nadal no puede pretender ganar un Grand Slam sin su mejor derecha.
“Mi juego no es un juego de locura, no soy Raonic y no soy Federer”, explica el balear tras imponerse al alemán Mayer en su debut en el torneo, consiguiendo 39 golpes ganadores por 31 errores no forzados, una señal de lo que lleva buscando desde hace algunas temporadas. “Necesito jugar con más consistencia, pero dentro de esa consistencia soy un jugador que cuando golpeo con mi derecha tengo que crear algo”, añade, con la vista clavada en los ojos del periodista. “Y eso es lo que hemos estamos buscando durante toda la pretemporada y también en los partidos. Obviamente, necesito más encuentros para hacerlo, pero estoy convencido de que es el camino a seguir y vamos a intentarlo”.
Durante la semana previa a su estreno en el torneo, Nadal se da un atracón de golpes ganadores en los entrenamientos. Toni Nadal y Moyà, los dos entrenadores que le acompañan en Melbourne, ponen a prueba el tino del número nueve con distintas pruebas que el español supera con acierto. Es algo que viene de lejos. En diciembre, Manacor es testigo de los esfuerzos de Nadal por aceptar la vía de la agresividad con la derecha, una idea que viene de lejos (finales de 2015), pero que por distintos motivos (lesiones, falta de confianza…) siempre acaba frenada en seco. Ahora, Nadal está en ello otra vez, esperando que sea la definitiva.
“He entrenado mucho el drive y estoy feliz de cómo me está funcionando”, celebra el número nueve mundial. “He hecho muchos golpes ganadores en la semana previa de entrenamientos. Es evidente que estás cosas tienen que ir saliendo poco a poco y uno tiene que ir buscando la confianza y la comodidad en los golpes durante la competición, pero lo voy logrando”, prosigue Nadal. “Contra Mayer lo he conseguido en algunos momentos, pero no tan bien como en los entrenamientos y no esperaba hacerlo tampoco”, añade. “En los momentos importantes los he pegado. He cometido algunos errores, pero se pueden solventar y lo voy a hacer de cara a lo que viene”.
Eso es precisamente lo que lleva a Nadal a refugiarse en una pista cubierta para derribar obstáculos el miércoles por la mañana. Quiere mejorar, crecer, llegar a más. Quiere “crear cosas” con el drive. Aunque con Mayer alcanzó momentos de brillantez con ese tiro, el margen para subir el nivel es grande (por el rival y porque todavía hay espacio para que su derecha sea mejor) y la única forma de lograrlo es sudando, sufriendo y compitiendo.
“Dije el año pasado que uno de mis grandes objetivos para esta temporada era recuperar la derecha”, recuerda el número nueve, que domina 8-1 los enfrentamientos con Baghdatis. “Lo había hecho en 2016, sobre todo desde Indian Wells hasta Roland Garros. Después fue imposible por todo lo que me pasó en la mano”, añade, acordándose de su lesión en la muñeca izquierda. “Lo había recuperado, pero creo que puedo hacerlo mejor de lo que lo hice en aquellos momentos. La derecha es lo que me puede marcar las diferencias este año y estoy decidido a hacer lo que sea para recuperarla”.
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