A los 31 años, Marcel Granollers necesita aire porque está pasando un momento complicado. El español, que este lunes jugará los octavos de final de Wimbledon en dobles junto a Ivan Dodig (se miden a Ryan Harrison y Michael Venus), ha ganado tres partidos individuales esta temporada y ha perdido 13, lo que le ha llevado a caer en el ránking (empezó 2017 entre los 40 mejores y ahora está fuera del top-100) y a instalarse en una situación de inseguridad que le ha anulado a todos los niveles.
“Es una época difícil”, se arrancó el español. “No estoy con nada de confianza, me está costando mucho competir, que era una de las virtudes que tenía. Por varias razones, este año no me estoy sintiendo igual de competitivo en la pista, me encuentro desnudo, me falta algo”, siguió. “No estoy sabiendo gestionarlo y me está pesando un poco. Tengo que intentar aceptar la situación que hay porque ahora mismo mi nivel no es el que era, aunque espero poder recuperarlo con humildad y con trabajo. El ránking no lo quiero ni mirar porque no me importa, me importan mis sensaciones en la pista. Quiero volver a sentirme a gusto, a divertirme, a disfrutar de competir. Tengo que dejar de sufrir tanto”.
Tras el mensaje de Granollers se esconde una llamada de auxilio de un jugador en apuros que ha jugado 918 partidos en su carrera (419 en individuales y 509 en dobles) y que por el camino se ha quemado, pese a tener un palmarés envidiable (cuatro títulos en solitario y 14 en dobles, incluyendo la Copa de Maestros de 2012). Sometido al desgaste de saltar a la pista día tras día, el 113 del mundo no ha podido esquivar el deterioro mental que tantos otros tenistas padecen en algún momento.
“Mi objetivo es volver a encontrarme a mí mismo en la pista y es un proceso que no va a cambiar mañana ni tampoco en una semana, tengo que empezar desde cero”, aseguró Granollers, sin rebajar la autocrítica ni un milímetro. “No es un problema de tenis. Llevo desde que empecé a jugar al tenis sin parar. Son muchos años y noto que mentalmente estoy vacío, me cuesta competir. Jugar individuales y dobles durante tantas temporadas conlleva un desgaste. No soy un robot y todo el mundo tiene un límite. Tengo que descargar la mochila esta. A veces, entramos mucho en la rutina de jugar, jugar y jugar. No sabes ni por qué, pero vas de un torneo a otro y yo soy mucho de jugarlo todo”, reconoció.
“Nunca en mi carrera he jugado por jugar, aunque mi situación es un poco diferente a la de la mayoría de los jugadores”, reflexionó Rafael Nadal, que prácticamente desde sus comienzos ha podido elegir qué torneos jugar y qué descansos hacer. “He tenido la suerte de no tener la necesidad de jugar todas las semanas y siempre que he ido a competir ha sido una situación especial. Entiendo que cuando juegas cada semana la competición es una rutina, algo similar a un entrenamiento”, añadió el campeón de 15 grandes. “Por una parte es bueno, porque te das muchas más oportunidades a lo largo del año, pero por la otra pierde un poco la esencia de lo que significa ir a competir”.
“Me ha pasado alguna vez, pero pocas”, dijo David Ferrer, que en 2017 atraviesa sus peores días como profesional (10 victorias y 13 derrotas, número 39 de mundo), pero que no renuncia a salir del bache. “En estos momentos tengo ilusión, aunque he pasado por ahí. A la mayoría de los jugadores les ha pasado, incluso a Federer. Cuando no llegan los resultados, o cuando estás jugando torneos y te falta ambición, pierdes un poco la motivación. Ahora mismo no, pero el año pasado pasé ciertos momentos así”.
Por la cabeza de Granollers, claro, ha sobrevolado la opción de tomarse un descanso largo, de olvidarse de la raqueta unos meses y regresar luego con más fuerza. La decisión, sin embargo, es bastante compleja.
“Al tenista le cuesta parar porque el circuito sigue en marcha”, lamentó el español. “Ves que todo el mundo juega, que te estás perdiendo semanas. No es una decisión fácil. Cada jugador tiene su situación y su escenario. Uno no tiene que mirar a los demás porque cada uno hace su camino. En los últimos años, igual he parado un poco más, pero prácticamente no he tenido descanso. Paraba dos semanas a final de año y en verano cinco días. Es poco, muy poco”, continuó.
“Se me ha pasado por la cabeza parar, pero no es fácil. Tengo el dobles, con un compromiso adquirido con otro jugador. Sería una opción, me la he planteado y me ayudaría. Hay que encontrar el momento. Yo tengo ganas de afrontar la situación, de irme la semana que viene a jugar otro torneo. No quiero estar en casa sin competir, pero lo que me está pasando no cambia por arte de magia”, reiteró. “Este mundo no es fácil. Hay mucha presión cada día y uno se exige. Desgasta mucho”, se despidió el catalán.
“Marcel está pasando un momento difícil”, coincidió Roberto Bautista. “Todo lo que pueda analizar va a ser un poco más negativo de lo normal. Ha hecho una carrera increíble, unos años muy buenos”, elogió. “Es verdad que jugar individuales y dobles cada semana es muy complicado porque el físico no da para todo. Tendrá que elegir ahora. Tiene buen tenis como para dedicarse solo al dobles. Espero que empiece a ganar partidos y que vuelva a estar arriba”.
“Esta temporada, Marcel no lleva un buen año, pero en 2016 volvió a una posición muy buena tras perderla en 2015”, rememoró Nadal, consciente de cómo se recuperó Granollers hace dos años y volvió a escalar en el ránking. “Es extraño que este año esté vacío cuando hizo un esfuerzo grande para situarse en una posición de privilegio que había perdido. Son situaciones complicadas que nos pasan a la mayoría”, apuntó el número dos del mundo. “O parará y recuperará la ilusión, o hará un buen resultado y se activará, pero llegará un momento dado en el que ocurrirá”, finalizó el mallorquín, que algo sabe del tema por toda la experiencia que ha acumulado en la élite.
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