“¡Y ahora en español! ¡Mejor, mucho mejor!”. Alejandro Davidovich, el segundo español campeón de Wimbledon júnior de la historia (Manuel Orantes lo consiguió en 1967, hace 50 años), respiró aliviado cuando la moderadora de su rueda de prensa dejó atrás las preguntas de los periodistas internacionales, pese a que habla inglés perfectamente. Tras imponerse en la final al argentino Geller (7-6 y 6-2), Davidovich se colocó en el radar por méritos propios: a los 18 años, su victoria en el templo de la hierba le marca en rojo como uno de los jugadores a seguir desde ya mismo y mantiene con vida el sueño de ver un relevo de garantías en La Armada.
“Estoy en shock por haber ganado mi primer Grand Slam”, explicó el tenista, nacido en Málaga, pero de padres rusos. “Me veía entrenando en hierba muy cómodo durante los primeros días. Hemos practicado duro: en apoyos, en movimientos, en qué hacer con la bola… y al final no tengo otra explicación para la victoria”, prosiguió. “El año pasado ya había estado aquí y vi cómo era un grande por dentro. Esta temporada, al ir avanzando rondas, era como cumplir un sueño. Quería ganar, ganar y ganar, sin pensar en nada más. Solo quería entrar a pista y hacer todo lo posible”.
La conquista de Davidovich no garantiza nada, porque el paso al profesionalismo es donde más jugadores se pierden, pero muchos de los que coronaron Wimbledon en categoría júnior acabaron convertidos en estrellas (Ivan Lendl Pat Cash, Stefan Edberg, Roger Federer, Gael Monfils, Grigor Dimitrov). Dependerá, entre otras cosas, de cómo el malagueño se desenvuelva por los torneos inferiores (Futures y Challengers) para ascender en el ranking (ahora mismo el 637 de la clasificación ATP) y saltar sin caerse al vacío.
“Antes tenía muchos altibajos”, reconoció Dadidovich. “Ganaba un torneo y perdía las siguientes semanas. Hemos trabajado mucho en eso y desde el año pasado he ido creyendo más en poder hacer grandes cosas”, continuó el español. “Hubo un cambio radical a nivel mental, pensaba que podía ganar todos los torneos, si estaba muy fuerte mentalmente y físicamente. Al final, se ha demostrado que podía hacerlo bien”, insistió. “Todo puede pasar hasta que seas top-100, puedes tener una lesión, por ejemplo. Hay que ir día a día. Quieres pensar que eres parte de la nueva generación, pero no soñar demasiado con ello porque si te lo crees mucho también es malo”, dijo el campeón, que con dos años ya tenía una raqueta en la mano (“era más grande que yo”) gracias a la influencia de los suyos, un pilar básico en su despegue como tenista.
“¿Y si viene Rusia a hacerte una oferta para que juegues por ellos?”, le preguntaron a Davidovich, porque sería una opción que podría plantarse llegado el momento. “¡Qué va!”, respondió tajantemente el joven. “Me siento muy español”.
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