Hay pocas cosas tan valiosas como la suma de la experiencia y el apetito competitivo. Unos días después de ganar Roland Garros 2016, su primer Grand Slam, Garbiñe Muguruza reapareció en el torneo de Mallorca y perdió a la primera contra la belga Flipkens. La rápida derrota de la favorita al título anticipó lo que luego terminaría ocurriendo: la novedosa presión engulló durante el resto de la temporada a la española, que consiguió su mejor resultado en Cincinnati (semifinales), se diluyó en una discreta racha (16 victorias y 11 derrotas) y acabó el curso a la deriva, incapaz de reconocer en el espejo a la tenista que asaltó con brillantez el templo de la tierra en junio. Este viernes, cuando Muguruza alcanzó las semifinales en Stanford (su primer torneo tras celebrar en Wimbledon el segundo grande de su carrera), una cosa quedó muy clara: a los 23 años, Garbiñe se ha nutrido de los errores del pasado para no repetirlos en el interesante presente que tiene por delante.
“Me he sentido bien”, reconoció la española tras derrotar 6-1 y 6-3 a Ana Konjuh y plantarse en la pelea por la final, que buscará contra Madison Keys, vencedora 6-4 y 6-3 de la ucraniana Tsurenko. “He entrenado duro y estoy contenta porque no es fácil regresar después de ganar un torneo. Tenía la experiencia de antes tras Roland Garros. Olvidarte de lo que acaba de pasar, concentrarte en que es un torneo nuevo, empezar de cero… Ganar Wimbledon me da confianza, pero no lo hace todo más fácil”. avisó Muguruza, que matemáticamente podría alcanzar el número uno del mundo antes del Abierto de los Estados Unidos (desde el próximo 28 de agosto), porque hasta entonces solo defiende 350 puntos. “Mi segundo grande no cambia nada: tengo que salir ahí y ganar. Así que solo estoy centrada en Stanford, que es mi meta. No estoy pensando en nada más”, insistió. “Estoy jugando muy bien y eso me da ánimos para empezar con buen pie la gira americana”.
Después de ganar Wimbledon, y alertada por sus recientes recuerdos, Muguruza se tomó una semana de vacaciones y seleccionó muy bien qué actos no podía borrar de su agenda, como la visita a Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, en el Palacio de la Moncloa. El 22 de julio, siete días después de vencer a Venus Williams para levantar el título de campeona, la española se montó en un avión que la llevó a Los Ángeles, donde empezó a entrenarse sobre pista dura para preparar la gira estadounidense de verano, siguiendo el consejo de todas las campeonas que en algún momento pasaron por la situación de volver a empezar tras llegar a lo más alto.
¿Qué se hace para no caer en la relajación? ¿Cuáles son las recomendaciones de las que ya sufrieron ese peligro? Aparcar los baños de masas, volver pronto a coger la raqueta, competir todo lo que sea posible. En consecuencia, no bajarse de la noria. Así, y a diferencia de lo que sucedió en 2016, Muguruza apareció en Stanford como la misma jugadora arrolladora que conquistó Wimbledon, atropellando el primer día a Kayla Day (6-2 y 6-0) y dándole continuidad a esas sensaciones contra Konjuh para encadenar nueve victorias consecutivas, su mejor marca de siempre, y llegar a las quintas semifinales de 2017 (Brisbane, Roma, Birmingham y Wimbledon). Sin la resaca del éxito, con la regularidad que ha ido levantando desde una concentración trabada con esmero, Garbiñe es todavía más candidata a dominar el circuito de arriba a abajo.
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