Es finales de septiembre de 2014 y Rafael Nadal está asombrado por los descomunales estacazos que le llueven del otro lado de la pista. Los primeros rayos del sol del día no calientan en Manacor, donde el español se entrena con Andrey Rublev, un joven ruso de 16 años al que los técnicos han metido en el saco de los jugadores que deberían dominar el futuro. Nadal tarda poquísimo en estar de acuerdo con ellos. Ese niño va a ser muy bueno, piensa el balear, y solo hay que ver cómo destroza la pelota en cualquier peloteo. En septiembre 2017, antes de enfrentarse a Rublev en los cuartos de final del Abierto de los Estados Unidos, el campeón de 15 grandes solo puede recordar una cosa de esos días: la sensación de peligro que le causó aquel pequeño demonio.
“Vino a entrenar a Mallorca hace unos años”, rememora el número uno del mundo antes de buscar las semifinales del último grande del curso, donde se mediría al ganador del cruce entre Roger Federer y Juan Martín Del Potro. “Entrenamos una semana en Manacor. Era invierno, hacía un frío importante y yo normalmente entreno pronto”, prosigue el balear. “Le tiraba la primera bola para sacar y pegaba una castaña… Eso sí que lo recuerdo. Dije: ‘¡este chico se va a romper!’. ¡Las pegaba todas a reventar!”, añade el balear entre risas. “En aquel momento ya se veía que tenía algo especial, una velocidad de bola superior a los del resto de jugadores de su edad”.
“Es verdad que tiene una aceleración en la mano brutal”, coincide Fernando Vicente, el entrenador del ruso desde el año pasado. “Es algo natural en él, pero luego la pelota tiene que entrar. Ahora los números empiezan a salir, pero no es oro todo lo que reluce”, añade el técnico del número 53. “El problema que tiene Rublev es su regularidad. Es verdad que el cuadro no ha sido malo y hemos tenido un poco de suerte, pero el chaval tiene los huevos y pone lo que le tiene que poner”, sigue. “Hasta hoy, puede dar sorpresas, pero no mantenerlas por sus altibajos mentales. Y para ganarle a Rafa hay que ser muy bueno porque posiblemente es el rival que más partidos se lleva jugando mal. Las opciones pasan por jugar agresivo. Tiene que ir a buscar el partido, aunque eso se da por hecho. Andrey tiene una manera de jugar muy definida, no se va a poner a pasar bolas desde atrás”, cierra el ex número 29 del mundo.
Nadal, que si gana al ruso llegaría a semifinales sin haberse medido a un top-50, sabe que el partido esconde un peligro importante porque Rublev representa todo lo que más le ha molestado en el pasado. El ruso es un pegador que revienta cada tiro sin pensárselo dos veces, tiene la inconsciencia que solo da la juventud y saltará a jugar sin ningún tipo de presión, porque quien tiene mucho que perder es su rival. Los tres factores que históricamente han puesto en aprietos a Nadal, que además nunca antes se ha medido a su contrario del miércoles, con la incertidumbre que eso genera.
“Rublev es incómodo para todo el mundo”, reconoce el mallorquín. “Tiene un potencial altísimo, le pega muy fuerte a la pelota y viene con mucha confianza porque ha ganado partidos muy buenos”, continúa sobre el ruso, que en 2016 se quedó en la primera ronda de la fase previa del torneo y en 2017 se ha llevado por delante a oponentes de peso, como Grigor Dimitrov o David Goffin. “Tengo que estar preparado para asumir que va a ser un partido difícil, lucharlo e intentar jugar de la mejor manera posible. Él va a jugar bien, porque viene haciéndolo así, y yo tengo que hacerlo a mi mejor nivel si quiero ganar. Debo jugar con una intensidad alta y evitar que golpee en posiciones favorables, que es donde realmente es muy bueno”, insiste el mallorquín. “Está claro que va a ser uno de los mejores jugadores del mundo y aquí está teniendo su mejor torneo hasta el momento. Ya veremos qué pasa”.
De momento, lo que pasa es que la carrera de Rublev ha dado un buen salto hacia delante. Tras tomar la decisión de mudarse a Barcelona el año pasado, poniéndose en manos de Vicente en la academia que tiene junto a Galo Blanco en Barcelona (4 Slam Tennis), el ruso solo ha crecido, crecido y crecido: primero se metió entre los 100 mejores, luego ganó su primer título (Umag) y ahora, tras asegurarse ascender 16 posiciones aunque pierda el miércoles (será como mínimo 37 el próximo lunes), jugará por las semifinales del Abierto de los Estados Unidos contra Nadal, el mismo al que le pedía fotos en Roland Garros (lo ganó en categoría júnior en 2014) cuando tenía cara de crío. Cuidado, dentro de la pista no hay ídolos.
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