El número uno de mundo está la vuelta de la esquina. Sin apenas sufrimiento, por la misma vía que ha seguido desde su estreno en el torneo, Garbiñe Muguruza se clasificó este viernes para los octavos de final del Abierto de los Estados Unidos (6-1 y 6-1 a Magdalena Rybarikova en 61 minutos) y se citó el próximo domingo con Petra Kvitova (6-0 y 6-4 a la francesa Garcia) por una plaza en cuartos, donde le espera un cruce lleno de aristas contra la checa. De momento, y como en los últimos tiempos, la española continuó avanzando tras reducir a su contraria como un elefante que aplasta a una hormiga y se puso a tiro el trono del circuito, obligando a sus dos perseguidores a hacer un esfuerzo importante: Karolina Pliskova debe alcanzar la final o Elina Svitolina las semifinales para que Muguruza no tome el control del tenis femenino en unos días. [Narración y estadísticas]
“Se supone que la jugadora que mejor está es con la que nadie se quiere enfrentar porque está con confianza, pero es la raqueta la que debe hacer el trabajo y en ese sentido tengo una buena racha”, razonó luego la española. “Creo que soy una tenista que si está en pista concentrada, jugando bien, siempre doy la mayor guerra posible para que mi rival tenga que trabajarse la victoria”, prosiguió la número tres del mundo. “Ahora mismo solo pienso en qué es lo que estoy haciendo para que me vaya de esta manera y pienso en no cambiar nada. Pienso en mi próxima rival y en qué voy a hacer mañana, en cosas muy simples”, sigue. “No le doy muchas vueltas a las cosas”.
En 15 minutos, Muguruza había destruido a Rybarikova (4-0) y sentado las bases de su victoria, que terminó llegando un rato después. La eslovaca, abrumada por la primera manga de su rival (solo pudo ganar un juego), se enganchó tímidamente al partido en el arranque del segundo parcial, consiguiendo con su atractivo juego de manos un break para soñar con algo más grande. La española, por supuesto, reaccionó cerrándole la puerta en la cara con toda la violencia del mundo: abrochó los seis juegos siguientes (6-0 de parcial) y le dijo hasta luego, ya nos veremos por ahí que yo ahora tengo que intentar seguir adelante en el torneo para levantar el título.
Así, el triunfo subrayó que el título de Wimbledon ha provocado algo fantástico para Muguruza. Antes de salir a jugar, la española tiene medio partido ganado porque sus rivales saben que esta tenista es casi inabordable ahora mismo, que tan pronto puede recurrir a ganar apuntando a las líneas como bajar al barro y pelear, una cualidad que ha trabajado con ahínco en 2017 para que no le pasase lo de otras temporadas, que básicamente pasa por evitar que se le escapen victorias por no lucharlas con fuerza.
Ocurre en Nueva York, donde Muguruza nunca había sido capaz de jugar bien. Llega la segunda semana del Abierto de los Estados Unidos y Garbiñe está en el momento más dulce de su carrera: con una racha de ocho victorias seguidas (desde el primer partido en Cincinnati), en octavos del último grande del año y con el trono del circuito femenino a tiro. Pase lo que pase, está claro que a la española se le ha puesto cara de campeona.
Casi de la mano de Muguruza, Carla Suárez llegó también a los octavos de final del último grande de la temporada, que ya ha jugado tres veces en su carrera. La canaria venció 6-1, 3-6 y 6-3 a Ekaterina Makarova y buscará el pase a cuartos contra Venus Williams, vencedora 6-3 y 6-4 de Maria Sakkari.
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