Serio, muy serio, Roger Federer se marchó de la pista Arthur Ashe tras arreglar el lío en el que se metió durante su segundo partido en el Abierto de los Estados Unidos. Por segundo encuentro seguido, el campeón de 19 grandes se exprimió en cinco mangas (1-6, 7-6, 4-6, 6-4 y 6-2) para derrotar a Mikhail Youzhny y llegar a la tercera ronda del último grande de la temporada, donde el sábado le espera Feliciano López (6-3, 6-2, 3-6 y 6-1 a Fernando Verdasco). El suizo, que acarició la eliminación, sobrevivió de nuevo y se llevó al vestuario una estadística que dice mucho a estas alturas de su carrera: nunca antes había ganado sus dos primeros encuentros en un grande necesitando recurrir a los cinco sets.
“Como dije el primer día, mi preparación no ha sido buena”, explicó Federer tras ganar a Youzhny, aumentando a 29-20 su balance en duelos decididos en la quinta manga. “Sabía que me iba a tocar pelear desde el principio, aunque quizás he tenido que luchar más de lo que me habría gustado. Todavía estoy en el cuadro, así que sigo teniendo una oportunidad y pienso que voy a recuperar mi juego porque no estoy jugando tan mal”, avisó el suizo, que llegó a 80 triunfos en el torneo, adelantando a Andre Agassi y solo por detrás de los 98 de Jimmy Connors.
Hasta hoy, Youzhny había perdido los 16 partidos previos con el suizo y el arranque del encuentro anticipó que terminaría pasando lo mismo de siempre. Sin problemas de ninguna clase, Federer se colocó 6-1 y 5-4, llegó a sacar para ponerse a un set de la tercera ronda y ahí empezaron las curvas. De repente, al número tres se le fundieron los plomos y el ruso creyó que igual era posible, que la oportunidad estaba delante sus ojos y para aprovecharla le servía con apretar un poco el cruce, exactamente lo que hizo durante algo más de una hora con su delicioso juego, una delicia para los ojos.
Poco a poco, Youzhny fue desarmando a Federer, que pasó de estar jugando más o menos bien a la versión irreconocible del primer día ante el estadounidense Tiafoe. Los errores del suizo, en cascada, revelaron nuevamente que está muy lejos de ser el jugador que dominó casi todo lo que jugó en la primera mitad de la temporada, que la lesión en la espalda que apareció en el torneo de Montreal y la carga de encuentros que lleva encima (40) empiezan a abrir cicatrices en su cuerpo de 36 años, para el que el oxígeno comienza a ser un tesoro preciado.
Solo la ayuda del saque (76% y 93% de puntos ganados con primer servicio en el cuarto y quinto set) y el bajón de Youzhny, con calambres en una pierna, rescataron a un Federer que fue a tirones toda la tarde, como si le faltase la chispa que le permitió sorprender a todo el mundo de enero a julio, como si además hubiese perdido confianza en sí mismo y en su idea de atacar la bola con una determinación granítica para ser más rápido que el reloj y huir del desgaste.
Este Federer sufre en los desplazamientos porque a ratos le pesan las piernas, le quema la bola por la zona del revés (abusa del cortado) y no tiene la calma para negociar los momentos importantes, como demostró varias veces ante Youzhny con decisiones muy mal tomadas. Este Federer, que tan pronto está en la cresta de la ola como hundido bajo tierra, también gana, aunque sea jugando mal, sufriendo y luchando. Este Federer, sin embargo, sigue siendo uno de los grandes candidatos al título, aunque haya llegado tambaleándose a la tercera ronda de un torneo donde se juega mucho más que el título de campeón.
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