Siete minutos antes de la medianoche del martes, Roger Federer levantó los brazos y se permitió sonreír después de pasarlo muy mal durante su estreno en el Abierto de los Estados Unidos. Por primera vez desde la temporada 2010 (Wimbledon, ante Alejandro Falla), el suizo necesitó consumir las cinco mangas en su debut en un grande para derrotar 4-6, 6-2, 6-1, 1-6 y 6-4 a Frances Tiafoe, que a los 19 años acarició con las yemas de los dedos una victoria de las que cambian una carrera y se marchó con la derrota quemándole por dentro. Jugando feo mucho tiempo, aunque con algún momento delicioso (tercer set), Federer llegó a la segunda ronda (se enfrentará a Mikhail Youznhy, ganador 6-3, 5-7, 6-4 y 6-3 a Blaz Kavcic) abriéndose paso en mitad de la jungla, por donde no está acostumbrado a cruzar: sufriendo y luchando, siempre pendiente de las secuelas de su reciente lesión en la espalda, el cinco veces campeón del torneo celebró un triunfo que despeja dudas sobre su estado y le convierte en un auténtico peligro de ahora en adelante.
“No tuve la preparación que me habría gustado, era consciente de que me iba a sentir algo oxidado”, dijo Federer tras sobrevivir al encuentro, el primero que jugó bajo la cubierta de la Arthur Ashe después de renunciar a la edición de 2016, en la que se estrenó el techo retráctil de la central. “Desde lo que pasó en Montreal, mi objetivo siempre ha sido recuperarme de la espalda, asegurándome de que podía jugar en lugar de estar bien preparado”, insistió el suizo. “Estoy muy feliz de sentirme tan bien como ahora mismo. Sinceramente, si hubiese creído que mi espalda empeoraría en cada partido no habría jugado este torneo. Si decidí hacerlo es porque confiaba en poder jugar y avanzar. Todavía lo pienso así y creo que lo de hoy me dará mucha confianza”, cerró el número tres mundial.
“Salí ahí y realmente no estaba nervioso”, reconoció antes Tiafoe, más de una hora después de la derrota. “¿Cuántos años he estado viendo este torneo? Desde que era un niño”, se respondió. “Siempre soñé con estar en la pista central jugando contra el mejor del mundo. Hoy sucedió y estaba listo para ello”, añadió el estadounidense, número 70 del mundo. “No estoy satisfecho, pero creo que es una buena presentación. Esto me da mucha motivación para trabajar más, para seguir mejorando. Quiero ganar partidos como el de esta noche”.
La explosiva derecha de Tiafoe zarandeó de arriba a abajo las dudas del suizo en el comienzo. Preocupado por su espalda, que le obligó a renunciar a Cincinnati días después de perder la final de Montreal sin poder moverse con soltura, Federer se desplazó con cautela y eso no le alcanzó para frenar los tremendos golpes del estadounidense, sobrado de fuerza y valentía. Con la grada animando al suyo, desatado el gentío en la sesión nocturna del torneo, al campeón de 19 grandes se le marchó el primer parcial con un puñado de errores impropios, la consecuencia de medir mal las distancias en los intercambios, y aún así pudo arreglar rápidamente el lío.
El segundo que pidió Tiafoe para coger aire después de dejarse la energía en cada saque y poner la vida en cada drive fue suficiente para que Federer se le echase encima. El suizo, que hasta entonces había estado abusando del revés cortado, aparcada la versión más agresiva de ese golpe, empezó a jugar con escuadra y cartabón, de lado a lado, de esquina a esquina, de línea en línea. Recuperado del tibio arranque, Federer voló, engulló los dos siguientes parciales y media pista intuyó el desenlace, apostando por un triunfo exprés, el mismo de tantas otras veces.
Impulsado por un bajón extrañísimo del suizo, quizás su peor parcial de todo 2017, Tiafoe le demostró al público que estaban equivocados. Volviendo a la línea del inicio, la de destrozar con furia la bola, el estadounidense ganó el cuarto set, forzó el quinto y siguió peleando incluso cuando Federer se adelantó con break (3-1) y sacó por la victoria (con 5-3). Salvar la primera pelota de partido a la que se enfrentó y romperle el saque al suizo (5-4) no le sirvió de nada. Un segundo después, Federer alcanzó el triunfo desde el resto y le lanzó un mensaje a sus rivales por el título en Nueva York: no me duele la espalda, estoy vivo, voy a pelear hasta el final.
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