No rendirse casi siempre tiene premio. Tras caer 18 veces seguidas en la fase previa de un Grand Slam (¡18!), Adrián Menéndez-Maceiras jugará este martes por primera vez el cuadro final del Abierto de los Estados Unidos. El español, que superó tres partidos para llegar al encuentro de primera ronda con Patrick Kypson, disputará así su tercer grande (Wimbledon 2012 y Abierto de Australia 2013) y se asegurará aunque pierda los 50.000 dólares (más de 40.000 euros) del estreno, lo que reafirma su confianza y le abre un abanico de posibilidades a corto plazo porque con ese dinero puede plantearse cosas que hasta hace dos días eran inimaginables para un tenista fuera de los 140 primeros de la clasificación.
“Es un regalo a la constancia, a seguir haciendo con ilusión lo que me gusta, y el premio me llega en un Grand Slam”, explicó el español a este periódico en el restaurante de jugadores del torneo. “Cuando te caes hay que saber levantarse, y si lo haces sales doblemente reforzado”, prosiguió. “2015 fue un año complicado para mí. Estaba cerca de meterme entre los 100 mejores del mundo, iba de cabeza de serie en las previas de los grandes, me convocaron para la Copa Davis y al final no debuté por otros motivos… fueron muchos palos seguidos en tres meses, pero hay que intentar ser positivo. En este deporte, unas veces las cosas caen de tu lado y otras no”, añadió. “Por ejemplo, llevaba 10 años sin ganar un título Challenger y en 2017 he conseguido dos. Son 10 años sin levantar un trofeo dentro del circuito y eso pesa. Por eso, está siendo una temporada bonita. Me encuentro bien y quiero disfrutarlo todo lo que pueda”.
A los 31 años, la clasificación de Menéndez-Maceiras para el cuadro final del Abierto de los Estados Unidos es la oportunidad de sumar un triunfo que le impulse a todos los niveles contra un rival muy asumible (923 mundial), aunque también la opción de reconstruir sus próximas semanas del calendario y poner rumbo a los torneos de Asia, que hasta ahora nunca se había podido permitir por cuestiones económicas y que el premio garantizado de jugar la primera ronda en Nueva York le pone al alcance de la mano.
“El premio me permite replantearme el calendario”, reconoció el español. “Es una ilusión poder ir a jugar la gira asiática y nunca me la he podido plantear porque económicamente es imposible. China, Japón… los viajes y los hoteles son muy caros, y más si llevas a una persona contigo”, continuó. “Ahora creo que se puede plantear. Me cambia el calendario, voy a jugar torneos más grandes”, reiteró. “Siento que estoy haciendo el trabajo bien. Tuve un poco de mala suerte porque la semana antes de jugar la previa de Roland Garros me lesioné y estuve un tiempo parado. Llegué al límite a Wimbledon, sin poder entrenar. Y fue como tirar dos grandes sintiéndome bien, encontrándome con posibilidades. Llegar aquí y pasar la previa es un refuerzo a la motivación y al juego que llevo demostrando este año”.
El martes, mientras otros cuatro españoles debutan en el torneo (entre ellos Rafael Nadal), Menéndez-Maceiras saltará a jugar a la pista número 9 del Abierto de los Estados Unidos contra Kypson y habrá dejado atrás una historia de perseverancia como pocas: después de intentarlo 18 veces en la previa de un grande, quedándose muy cerca recientemente (cayó en el último encuentro en Roland Garros, Wimbledon y US Open de 2015, y también en el Abierto de Australia 2016), el español se regalará la satisfacción de demostrar a sí mismo que no hay imposibles cuando se pone trabajo, voluntad y mucho sacrificio.
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