La cabeza agachada con la que Rafael Nadal entra en el vestuario del Abierto de los Estados Unidos el 5 de septiembre de 2015 es el síntoma de una derrota de las que escuecen en el alma. El mallorquín acaba de caer en la tercera ronda del último grande de la temporada contra Fabio Fognini tras ir ganando 6-3, 6-4 y 3-1. Es la primera vez que alguien le remonta un 2-0 en un torneo del Grand Slam (151-0 de marca tras ganar las dos primeras mangas). Es la confirmación de que el español no termina de salir del agujero en el que su propia cabeza le ha metido, que la incapacidad de controlar los nervios sigue presente, que cualquier contrario puede hacerle un siete sin que los galones importen. Es un Nadal desnudo ante los momentos de presión, el más vulnerable que ha conocido la historia en más de una década de carrera, un competidor perdido entre tiritones, miedos e inseguridades. Este martes, cuando el campeón de 15 grandes debute en el torneo contra Dusan Lajovic convertido en el nuevo número uno del mundo, todo lo que le ocurrió en sus perores días habrá quedado atrás.
“Nadal vuelve a sentir que domina los momentos delicados, que son los que siempre han marcado la diferencia con él”, cuenta José Perlas, uno de los integrantes del G-3 que apostó por el balear (18 años) en la final de la Copa Davis de 2004 (en lugar de Juan Carlos Ferrero) y en la actualidad entrenador de Lajovic. “Hay jugadores como Federer que pueden salir de situaciones apretadas con una técnica fina, como un saque o una derecha. Rafa tiene sus talentos, pero no son tanto por la técnica, van más por el lado de la capacidad de esfuerzo, lucha y constancia”, continúa el técnico catalán. “En 2015, llegó incluso a perder su derecha y en ese golpe era donde más claro se podía ver que estaba desordenado, que no conseguía hacer daño y permanecía en manos de sus rivales”, insiste Perlas. “Al recuperar el nivel medio, el patrón de juego lo tiene reforzado y a partir de ahí la valentía se sobrentiende que la tiene”.
En 2015, con la llegada de sus problemas de ansiedad, Nadal se volvió un tenista indefenso ante todos. Así, el mallorquín fue acumulando derrotas sorprendentes (Michael Berrer en Doha, Tomas Berdych en el Abierto de Australia, Fognini en Río de Janeiro, Barcelona y US Open, Dustin Brown en Wimbledon…) que le hicieron perder la confianza, el nivel medio que antes le ayudaba a sacar partidos adelante sin necesidad de jugar bien y el respeto de la caseta, que vio la oportunidad de hincarle el diente cada vez que saltó a pista. En 2016, y aunque dio señales de intentar salir adelante en la gira de tierra batida, dos lesiones en la muñeca izquierda (una en Roland Garros y otra en la gira asiática) no le permitieron completar la recuperación que perseguía.
“En el vestuario es muy complicado ganarse el respeto, pero es muy fácil perderlo”, reflexiona Pablo Carreño, vencedor 6-3, 6-2 y 7-6 del estadounidense King en la primera ronda y pareja de entrenamientos de Nadal el domingo por la mañana. “Lo hemos visto estos meses con Djokovic o Murray. Hace poco tiempo eran intratables, pero cuando fallaron a principios de 2017 los contrarios no los veían tan superiores como antes”, prosigue el gijonés, utilizando de ejemplo la crisis de juego de los dos jugadores que en 2016 se disputaron el trono del circuito hasta el último partido del curso. “Es un poco lo que le ha pasado a Rafa hasta ganar esa confianza en sí mismo. Ha vuelto a conseguir el respeto que quizás se le había perdido un poco. Y ahora los rivales no ven que sea asequible, incluso aunque no tenga el día”, cierra el gijonés, citado en segunda ronda con Cameron Norrie.
“Ha recuperado el nivel medio”, le sigue Marc López, que el lunes a mediodía entrenó con el balear para ayudarle a preparar su estreno en el torneo. “Al final, siempre han respetado a Rafa, pero cuando ven que un campeón no está pasando por un buen momento se ven con más opciones de ganar”, añade el doblista, que como siempre en los últimos dos años jugará con Feliciano López la modalidad por parejas. “Ahora mismo ha vuelto a recuperar ese aura de oponente inabarcable”, se despide López, de las personas que mejor conoce a Nadal.
“Es importante tener ese nivel medio, esa mentalidad y esa fuerza que te hacen que sin jugar bien puedas ganar, y más a cinco sets”, coincide David Ferrer, eliminado 6-4, 3-6, 2-6 y 1-6 por el kazajo Kukushkin en su estreno en el torneo. “Por ejemplo, yo he ganado muchos partidos de primera ronda jugando mal y ahora no puedo hacerlo. Pasan los años, llegan los jugadores jóvenes y necesito esa chispa, que tengo que encontrar cada semana”.
Eso ya no es un problema para Nadal: el mallorquín ya es capaz de volver a ganar jugando mal sin que el vértigo le quite el olfato competitivo que le ha distinguido durante toda su vida.
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