El punto de inflexión es una realidad. Rafael Nadal jugará el próximo miércoles los cuartos de final del Abierto de los Estados Unidos convertido en un jugador completamente distinto al que debutó en el torneo jugando mal hace una semana, con algunos miedos y muchos nervios. En su primer encuentro tranquilo hasta ahora, gobernando sin altibajos de principio a fin, el campeón de 15 grandes venció 6-2, 6-4 y 6-1 a Alexandr Dolgopolov y se clasificó para pelear por las semifinales contra el jovencísimo Andrey Rublev, vencedor 7-5, 7-6 y 6-3 del belga Goffin. [Narración y estadísticas]
“Se han juntado dos cosas: que Rafa ha jugado muy sólido, a buen nivel, y que Dolgopolov ha sido irregular, con muchos fallos porque se ha visto forzado a tener que tirar un poco más”, analiza tras el encuentro Carlos Moyà, uno de los entrenadores del español. “Cada día que pasa ha habido una pequeña evolución. Creo que el partido de Mayer fue un punto de inflexión y hoy ha demostrado la buena línea que lleva, respondiendo muy bien”, prosigue el ex número uno del mundo. “Ahora vamos a por el partido de cuartos. Cada vez estamos más cerca del objetivo, pero hay que ir poco a poco”, cierra el campeón de un grande.
“Sí, es un Nadal distinto al del primer día”, le continúa Toni Nadal, tío y entrenador del tenista. “Ha pegado con un pelín de altura, porque estábamos convencidos de que tenía que hacerlo, y luego ha conseguido hacer daño con cada golpe. Además, ha tenido la suerte de hacer el break a la primera y esto obviamente ayuda. Creo que si contra Mayer hubiese sido igual, que era lo lógico, también habría ido bien”, añade el preparador. “Rafael ha jugado a un nivel muy superior, al fin al nivel que entrenaba, y Dolgopolov se ha rendido un poco pronto. En todo momento, hoy ha sido superior la rival”, subraya. “Se puede pensar en cosas grandes porque uno cuando viene aquí siempre piensa en cosas grandes. Otra cosa es que todavía tenga que ganar tres partidos más para levantar el título, algo que no es nada fácil. Todos los que llegan a cuartos están con la misma ilusión”.
“Las cosas están yendo de manera muy positiva”, celebra luego Nadal, clasificado para pelear por las semifinales del torneo por primera vez desde 2013. “He perdido dos sets, pero estoy en cuartos de final y mi nivel de tenis ha ido mejorando de manera muy positiva. Los primeros partidos me han costado un poquito. Sin embargo, los he sacado con una actitud buena a nivel mental, luchando”, recuerda. “Mi partido ha sido bastante completo. Es un gran resultado para los octavos de final de un Grand Slam. Soy consciente de que tengo un poco de margen de mejora, pero estoy en el camino”, sigue. “Queda la parte más difícil, tengo que dar un paso adelante y espero estar preparado para hacerlo”.
A las 12 de la mañana cae un sol de justicia sobre el estadio Arthur Ashe y los oponentes juegan adaptándose a las condiciones, porque en un lado de la pista cuesta mucho ver sin apretar los ojos (el más cercano al túnel de vestuarios) y en el otro la sombra es total, consecuencia de la enorme estructura que sostiene las 5000 toneladas de acero del techo retráctil, estrenado la pasada temporada. Así, se divide la grada entre los que se ponen crema para no quemarse y los que están en la gloria sin achicharrase, y pelean los jugadores como pueden.
La anarquía de Dolgopolov impide a Nadal competir el encuentro con ritmo. El ucraniano, que si hubiese sido mago tendría un puesto vitalicio en el Circo del Sol, juega el partido de truco en truco. Ahí va un ataque relámpago que sería imparable para el mejor pararrayos del mundo. Ahí va una dejada que no viene a cuento, pero que cae medio muerta sobre la pista. Ahí va una subida a la red impensable, la ultima idea que se le ocurriría a cualquiera estando tan lejos de la cinta. Ahí va una derecha combada que parece un látigo, con tantas vueltas que es un milagro que la bola no acabe mareada. No hay forma de entender el esquema de Dolgopolov porque el ucraniano hace lo que se le antoja, aunque la mayoría de las ocasiones le cueste perder el punto.
El arranque suicida de su contrario le da alas a Nadal, que se encuentra con un break casi sin buscarlo (2-1) y esa ventaja le ayuda a encontrar la confianza que necesita para ganarle el partido a Dolgopolov bajo sus propias reglas. En media hora, el número 64 sigue jugando a la ruleta rusa, como un kamikaze al que le da igual todo, pero el balear ha conseguido llevar el cruce a su terreno y hacerse intocable. Por mucho que haga el ucraniano, que desde que pierde el primer set solo hace desastres, el partido está a salvo para el balear, que nunca corre peligro de caer eliminado como ante Taro Daniel (segunda ronda) y Leonardo Mayer (tercera).
Por primera vez en todo el torneo, Nadal pega y no lo paga (23 ganadores por 11 errores no forzados). Sin pasar apuros al saque (82% de puntos ganados con primer saque y 79% con segundo), el balear juega con alegría y esa es la mejor noticia posible para lo que tiene por delante, que es bastante importante: el torneo entra en su zona caliente y el número uno ya es un jugador peligroso, totalmente distinto al que arrancó hace una semana preguntándose por qué estaba nervioso.
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