La señal de alarma llegó antes de que Philipp Kohlschreiber se fabricase dos pelotas de set en el tie-break de la primera manga de su partido ante Roger Federer, en la segunda ronda del torneo de Rotterdam. Ya desde el arranque, y como el cristal de un espejo que devuelve el reflejo sin engaños, las cámaras de los fotógrafos recogieron al suizo con mala cara, un poco blanco, sin su habitual gesto de suficiencia natural. Es evidente que algo va mal cuando Federer no sale bien en las fotos, pero también que su sufrido pase a cuartos de final (7-6 y 7-5 sobre el alemán) entierra todo lo demás: el mejor tenista de siempre está a una victoria de recuperar el número uno del mundo (se mide el viernes a Robin Haase, vencedor 6-4 y 6-0 de Tallon Griekspoor) para convertirse en el más veterano de siempre (36 años) en ocupar el trono de la clasificación.
“Ha sido muy complicado”, reconoció el suizo, que tras el cruce del jueves domina por 13-0 el cara a cara ante Kohlschreiber. “Ni he encontrado mi nivel de juego, ni tampoco el ritmo de ayer. Cuando el marcador estaba apretado, en los momentos clave, no he sido capaz de sacar mis mejores golpes”, prosiguió Federer, que pese a su mala noche no se enfrentó a ninguna pelota de break en contra. “Hemos tenido una buena batalla y ha sido un gran alivio poder llevarme la victoria al final”.
A diferencia de lo que hizo en su estreno contra el belga Bemelmans, el campeón de 20 grandes peleó el pase a cuartos agarrotado, con los reflejos anulados por los nervios. En una pista bajo techo, donde todo sucede muy rápido, Federer lo pasó mal porque estuvo paralizado a ratos, sorprendentemente desbordado por la tensión de un encuentro que necesitaba ganar para quedarse a un paso de alcanzar el objetivo por el que decidió jugar en Rotterdam. Sin brillo en los puntos decisivos, y con un Kohlschreiber encantado de poder revolverse, el suizo sobrevivió de milagro al desempate del primer parcial (se enfrentó a un 4-6 de su rival), no se despegó en el marcador en todo el segundo (rompió el saque del alemán con 5-5) y ganó con lo justo.
A Federer le quedan ahora menos de 24 horas para preparar uno de los partidos más especiales de su carrera, y eso es mucho decir porque en casi 1.400 encuentros ha tenido espacio suficiente para vivir absolutamente de todo. Lo del viernes, sin embargo, es realmente grande: al suizo le separa una victoria de volver a ser el mejor jugador del mundo.
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