Ganando 12 de los últimos 14 juegos del partido, a ritmo de tornado devastador, Alison Van Uytvanck despidió 5-7, 6-2 y 6-1 a Garbiñe Muguruza en la segunda ronda de Wimbledon y dejó al torneo huérfano de su vigente campeona. La española, que defendía el título conquistado en 2017 ante Venus Williams, el segundo grande de su carrera, se marchó cayendo a manos de una rival que hasta hoy no había conseguido vencer nunca a una de las 10 mejores jugadoras del mundo, pero eso no fue lo peor: Muguruza jugó mal, compitió peor e irremediablemente cedió su corona ante una rival sin galones, desconocida para la gran mayoría, que vivió una tarde de gloria imborrable. [Narración y estadísticas]
“Me voy un poco triste”, reconoció Muguruza pasadas las 10 de la noche de Londres, cuando se sentó ante los periodistas en la sala de prensa del torneo. “Mi nivel no ha sido el que quería, quizás me ha faltado adaptarme más rápido a sus golpes y saber contraatacar mejor. No he estado a la altura para igualarle el nivel y evitar que se escapase en el marcador”, continuó la tenista. “Ahora mismo no puedo sacar muchas conclusiones de la derrota. Con el tiempo, cuando vea este partido, seguro que sacaré cosas interesantes. Lo que está claro es que debo aprender a elevar mi nivel cuando estoy en una situación así”.
El cruce empezó muy tarde porque se disputó en el quinto turno de la pista 2 (con cuatro encuentros masculinos por delante), una demostración de que la organización de Wimbledon no tuvo mucho respeto por la última campeona al relegarla lejos de los dos estadios principales. Esa, por supuesto, no fue una causa del desenlace del duelo entre ambas competidoras.
Van Uytvanck le jugó a Muguruza con descaro y pillería. Sin nada que perder, con toda la responsabilidad colgando de la raqueta de la vigente campeona, la belga se apoyó en su saque para llevar la iniciativa en los peloteos. Mezclando golpazos directos y profundos con otros cortados y medidos, una forma de hacerse imprevisible, la número 47 se fabricó un interesante 4-2 en el marcador, le arrebató el servicio a la española cuando sacaba por primera vez por el set (Muguruza pasó de perder 2-4 a ganar 5-4, encadenando un 3-0 de parcial en una reacción llena de poderío) y aunque terminó perdiendo esa manga inaugural se convenció de que podía hacerle mucho daño a Garbiñe.
Como en el primer parcial, Van Uytvanck abrió brecha (4-2) y esta vez no le permitió a la española cerrarla. Jugando con alegría, disfrutando de un momento muy dulce, la belga empató el cruce al resto, enredando a Muguruza en una jugada mil veces repetida. De la combinación de una dejada para atraer a la red a su rival y un globo para superarla sacó mucho rédito Van Uytvanck, sobrada de mano, muy lista, y totalmente preparada para ejecutar todas las diabluras que se le fueron ocurrieron sobre la marcha.
Con el sol escondiéndose entre los muros de la pista, la luz amenazando con agotarse y suspender el encuentro hasta el viernes, la belga peleó durante más de nuevo minutos y le rompió el saque a Muguruza. El 3-1 favorable a Van Uytvanck provocó terror en la cara de Garbiñe, que se vio fuera del torneo, protagonizando otro batacazo de los que han marcado su irregular carrera, tan brillante como llena de sombras.
Boqueando al final, haciendo esfuerzos por contener una respiración desbocada, Muguruza se derrumbó de arriba a abajo. Llevándose las manos a la cabeza tras perder otra vez su saque, dominando Van Uytvanck por 5-1 a derechazos (29 ganadores, por los 18 de Garbiñe), la española trató de pedirle auxilio a su orgullo, pero no sirvió de nada.
Destinada a hacer de nuevo cosas grandes en Wimbledon, Muguruza se fue eliminada de Londres con un golpe de los que dejan cicatrices. Y ya son muchas para tener tan solo 24 años
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