“Si fuese el entrenador rival y viese que mi jugador está ganando a Rafa Nadal por 7-5 y 5-4 pensaría que todavía queda muchísimo por delante”. Francis Roig lo tuvo claro. El viernes por la tarde, sentado en la grada durante la tercera ronda del Abierto de los Estados Unidos, uno de los técnicos del número uno mundial no perdió la esperanza en la victoria del español basándose en una razonamiento tan simple como certero: ganarle a Nadal a cinco mangas es como pretender que una moto llegue a la meta antes que un cohete. Pasa, pero muy pocas veces.
Para llegar a los octavos de final, que disputará este domingo con Nikoloz Basilashvili (1-0 en el cara a cara), el mallorquín tuvo que remontar una situación límite (a un par de puntos de colocarse dos sets abajo), superar el dolor de la rodilla derecha (con la que jugó vendada la mayoría del tiempo), suplir la falta de nivel con mucha actitud y sofocar a un contrario acertadisímo, que incluso cuando parecía muerto fue capaz de forzar el desempate del cuarto parcial y procurarse una bola de set para haber llevado el cruce a la quinta manga.
“Pensábamos que al rival se le haría largo tener a Rafa ganado”, coincidió Carlos Moyà, otro de los técnicos del mallorquín. “Ha jugado bastante nervioso. No se ha soltado en ningún momento del partido y le ha faltado más convicción para hacer más daño. Los nervios le impedían que la pelota avanzara”, prosiguió el ex número uno mundial. “La clasificación se le había complicado muchísimo, pero no la he visto perdida. Con Rafa sabes que muchas veces va a pasar algo. Sin estar jugando bien tenía muchas opciones”, añadió el balear. “Al final, ha gestionado mejor que Khachanov los momentos difíciles. Han sido tres puntos los que han marcado la diferencia y Nadal los ha afrontado mejor que su rival. Siempre esperamos algo así de Rafa y ayer lo volvió a conseguir”.
“Rafa ha sacado tantos partidos así por una razón muy sencilla: sabe pelear como nadie con las armas que tiene”, le siguió Roig. “Contra Khachanov no tenía el control del juego, pero era un tema de confianza, no de estar pegándole mal la pelota”, dijo el entrenador catalán. “¿Y qué hizo? Si la bola le iba al cuadro de saque y ganaba el punto lo celebraba como si hubiese hecho el mejor golpe del mundo”, añadió el entrenador del tenista. “Ganar todos los partidos de forma fácil es bueno, pero llegas a las rondas importantes sin haberte enfrentado a momentos de tensión”, zanjó.
“Uno necesita pasar momentos complicados, sensaciones de tensión y presión”, coincidió luego Nadal. “Yo los he pasado y superado. Por eso, es una victoria muy importante que me puede ayudar y dar confianza de cara al futuro si el físico me responde”, avisó. “Enfrentarme a un rival difícil y poder ganar sin jugar a mi mejor nivel me da mucha satisfacción. Este tipo de triunfos son más reconfortantes que otros, como por ejemplo el de la segunda ronda ante Pospisil”, insistió. “He tenido que buscar soluciones, trabajar y superarme a nivel mental para resistir todos los momentos desagradables del encuentro. Necesito mejorar, pero creo que estoy preparado para hacerlo”.
El domingo, Nadal se enfrenta a un partido cómodo en octavos ante Basilashvili. A falta de ver cómo responde su rodilla en competición, el sábado por la mañana el mallorquín se entrenó durante una hora con total normalidad, sin vendarse la articulación y moviéndose sin problemas. Aunque no debería necesitarla, el español también tiene otra cosa preparada: la resiliencia que exhibió para ganar a Khachanov un pulso que la mayoría habría perdido.
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