El Cultural

Los príncipes de Asturias de Ciencias Sociales

La estación violenta

24 octubre, 2001 02:00

Al conceder el premio de Ciencias Sociales -compartido con el jurista Juan Iglesias Santos- al Colegio de México el jurado destacó cómo "fue y sigue siendo un foco de irradiación de la cultura española que contribuye decisivamente a mantener y fortalecer los lazos de todo orden entre México y España". Su presidente actual, Andrés Lira, analiza en este artículo la trascendencia del premio, la trayectoria del Colegio así como los desafíos que aún ha de asumir.

El premio Príncipe de Asturias llenó a toda la comunidad intelectual mexicana de júbilo. Luego, pasada la exaltación, vino la reflexión ante lo que significa de reconocimiento a la historia del Colegio de México, una historia ligada a la del exilio republicano español que siguió a la guerra civil y a los trabajos, excepcionales, de la Casa de España en México que supo acoger a los trasterrados con generosidad ejemplar. Y, tras la reflexión, inevitable, llegó el desafío. Porque la contribución del Colegio no se limita a los años 40, sino que ha sabido actualizarse constantemente. En efecto, si supo responder con gran vitalidad a los problemas de los años treinta, luego desarrolló reflexiones precisas y preciosas y de largo aliento en los cuarenta, en los cincuenta, hasta nuestros días. Hoy el Colegio de México se enfrenta a una problemática muy amplia y que se amplía: retos sociales, demográficos, ambientales, que exigen de nosotros la misma capacidad de reflexión, la misma serenidad que la de nuestros predecesores para afrontarlos.

El aliento de estos predecesores, es de justicia recordarlo, arranca de la Casa de España en México, fundada en 1938, que fue esencial en la universidad de mi país por sí misma y por lo que significó como posibilidad. Allí encontraron cobijo excelentes intelectuales españoles, profesores universitarios de muy diversas disciplinas que pudieron continuar su trabajo de investigación y enseñanza. Más tarde, cuando se vio que la derrota de la República era inevitable, se canceló la Casa de España y se fundó nuestro Colegio de México, consagrado a las Humanidades y las Ciencias Sociales. Los exiliados españoles tuvieron una importancia crucial, pues sin ellos tendríamos que explicar la definición de la carrera de investigador de una manera más lenta y complicada. Aportaron profesionalización, dedicación plena a las labores de investigación y continuaron su labor de traducción y actualización del saber universal. De hecho, muchos de estos sabios (filólogos y filósofos, pero también médicos, químicos, o biólogos) trabajaron como becarios en la Casa de España, firmando un documento por el que se comprometían a no ejercer otro trabajo. Tuvieron allí buenos alumnos, que serían más tarde becarios en el Colegio de México y se consagraron a la investigación. Además, el Colegio actuó como precipitarte, como ejemplo y estímulo: a su imagen, aunque en menor escala, se crearon unas cuarenta fundaciones de otras instituciones con la misma orientación. Y no sólo en México. Por nuestra Institución han pasado y pasan profesores e investigadores y alumnos de toda Hispanoamérica, así que se han creado centros de investigación parecidos a imagen y semejanza, aunque de proporciones más reducidas, en todo el continente.

Con todo, la principal aportación del Colegio es su dedicación a la enseñanza vinculada a la investigación en estrecha e indisoluble relación. También el haber creado en los años sesenta centros de estudios consagrados al análisis de los principales problemas de nuestro tiempo, hasta los siete actuales de Estudios Históricos, Lingöísticos y Literarios, Internacionales, de Asia y áfrica, Económicos, Demográficos y de Desarrollo Urbano y Sociológicos. Por ejemplo, la sección de Estudios de Asia y áfrica se creó ante la necesidad de acercarse a civilizaciones lejanas cultural y geográficamente como medio de entendimiento internacional. La sección de Estudios Demográficos fue la manera de intentar resolver uno de los más graves problemas a los que se enfrenta México hoy, con programas interdisciplinares que también son útiles a la hora de analizar problemas como los ambientales. Pues la vinculación insoslayable entre las sociedades y el medio ambiente permite abordar ese desafío desde muy diversas perspectivas según las aportaciones de los distintos centros. Al tiempo, hay campos donde es difícil deslindar las materias aunque existe un impulso común de comprensión y explicación de problemas esenciales como los que aquejan, por ejemplo, a nuestra universidad. Pero no son los únicos.

Estamos en plena estación violenta. ¿Qué puede hacer el mundo de la la cultura hispana ante el cataclismo internacional? Mucho. Porque sobre una base muy diversa -somos más de cuatrocientos millones de hablantes-gozamos de muchos medios de entendimiento. Lo hemos comprobado hace bien poco en Valladolid, donde trescientos especialistas hemos trabajado intensamente sobre el idioma que compartimos. También el Colegio de México lucha, investiga y enseña para el entendimiento, para la elucidación de problemas, desde una posición de diálogos y acuerdos enriquecedores. Esa es nuestra ventaja. Y nuestro desafío final.

ANDRéS LIRA