Ida Vitale
"La limpieza de Valente está en lo poético y lo moral"
29 septiembre, 2010 02:00Ida Vitale
Hoy lee algunos de sus poemas en el ciclo de la Residencia de Estudiantes 'Maestros x Maestros'
Pregunta.- ¿Cuáles son esos modos de limpiar el aire de José Ángel Valente?
Respuesta.- Él continúa una corriente que inició Cernuda y que cambia la poesía tradicional española. Tiende sobre todo a la simplificación del lenguaje y a lograr mayor objetividad en sus versos. Él fue también una figura muy preocupada por cuestiones morales. Su limpieza está en los dos planos: en el poético y en el de la moralidad.
P.- ¿Llegó alguna vez a coincidir con él?
R.- Nunca. Aunque hay una antología de poesía iberoamericana que preparó él en la que me incluyó. Se titulaba Las ínsulas extrañas. Una encuentro entre nosotros era complicado porque él llevaba una vida bastante retirada y mis primeras visitas a España son bastante recientes.
P.- ¿La generación del 45, que tantos escritores notables dio a la literatura uruguaya, fue fruto de una casualidad o de un sustrato nacional específico?
R.- A mí no gusta el término generación. Me parece muy burocrático, sólo para clasificar. También la llaman la generación crítica. Pero yo no tengo claro del todo que realmente fuera crítica, y si así lo fue: crítica ¿de qué?... No sé. Lo que sí fue importante fue el semanario Marcha, que dirigía Emir Rodríguez Monegal (y luego Ángel Rama). Fue una publicación con mucho peso en Iberoamérica, en la que escribieron muchos de los miembros de mi generación, y que sí era verdaderamente crítica.
P.- ¿Por qué Uruguay fue (¿es?), aun siendo tan pequeño, tan influyente en las letras hispánicas?
R.- Es un país pionero culturalmente hablando en toda América. A fines del siglo XIX y principios del XX destacan autores tan relevantes como José Enrique Rodó, Delmira Agustini, de quien hablaba Unamuno en sus cartas, y Julio Herrera y Reissig. Muchos de los escritores de mi época recogimos su legado y los tuvimos como referentes. Por otra parte, hay que tener en cuenta que Uruguay es básicamente Montevideo. La mayoría de su población vivía en la ciudad y tenían las escuelas cerca de su casa. Además, el modelo educativo era ejemplar: laico e inspirado en el sistema Montessori, en el que no se permitían los castigos físicos. La educación hoy, por desgracia, no es tan buena.
P.- ¿Cuándo echa la vista atrás y ve su obra desplegada percibe alguna evolución definida?
R.- Bueno, digamos deplegadita porque mi obra es pequeña. Si miro retrospectivamente me doy cuenta que hice bien una cosa: no centrar mis lecturas en autores de mi entorno iberoamericano. De hecho, al principio, yo apenas leía a poetas de mi tierra. Fue más tarde cuando me adentré más en mi propia tradición. Estaba más pendiente de tradiciones foráneas, como la francesa o la italiana. Pero a pesar de eso el escritor que más influyó fue Enrique Casaravilla Lemos. Él fue mi trampolín desde el que me lancé a la escritura. La concisión y su espiritualidad me marcaron el camino y en ello sigo.
P.- ¿A su edad sigue procurando lo imposible?
R.- Sí. Para mí la poesía es eso que está lejos y que una trata de alcanzar aunque se le escapa de sus manos.
P.- ¿Qué es lo próximo que podremos leer suyo?
R.- En pocos días saldrá Mella y criba. Es un poemario difícil de describir porque no tiene una temática definida. La verdad es que estoy en contra de la poesía programática. No creo en su eficacia. Mis poemarios son abiertos. Su unidad está en el lenguaje empleado, porque uno puede decir cualquier cosa pero no de cualquier modo. La clave está en buscar la palabra precisa y no abusar de los recursos ornamentales.