Víctor García de la Concha: "Cuando la Academia dicta reglas, tiemblan los cimientos"
Víctor García de la Concha. Foto: Mercedes Rodríguez
El próximo jueves Víctor García de la Concha (Villaviciosa, 1934) deja la dirección de la Real Academia Española. Y aunque va a seguir siendo “un academico ejemplar”, se le vienen encima, uno a uno y cargados de nostalgia, los doce años en los que ha pilotado la Institución. No lo oculta: ha disfrutado de lo lindo, aquí y allá (más de 50 viajes a América lo atestiguan), aunque lo que socarronamente considera “un castigo de Dios” le haya impedido recibir en México el homenaje de las demás Academias.
- No fueron los únicos... -Claro que no. También Paco Ayala me pidió que me ocupase de América “porque en esta Casa no se ve bien que la lengua es América”. Y en mi primera visita al Rey, Don Juan Carlos me dijo: “No te voy a pedir más que una cosa, que te dediques a América. Yo te abriré todas las puertas”. Y no fue una frase retórica: a mí me resultó muy fácil moverme por Hispanoamérica con semejante aval. Recorrí por primera vez las 22 academias, entre 1999-2000: empecé por Chile, de ahí fui a Argentina, a México, donde viví experiencias tan traumáticas como positivas. También me di cuenta de que muchas Academias no tenían sede ni medios, y negocié con la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana que si un Estado daba a una Academia americana un edificio con una cierta nobleza, el gobierno español contribuiría. Nosotros donamos bibliotecas a las Academias y logramos que Telefónica dotara de infraestructura tecnológica a las que lo necesitaban. Y siempre con el aval del Rey, que abría todas las puertas en América. Dice García de la Concha, y su entusiasmo lo confirma, que la política lingüística panamericana es la que más satisfacciones le ha proporcionado... -Sin duda. La verdadera labor hispánica, que consiste en que los tres grandes códigos en que se expresa y sustenta la unidad de la lengua, es decir, el Diccionario, la Gramática y la Ortografía, ahora son obra colectiva de todas las Academias. También hemos creado la Escuela de Lexicografía hispánica, por la que han pasado 450 becarios de todos los países, a los que hemos formado en el trabajo filológico de la Academia y que cuando vuelven a sus países colaboran con sus Academias. -¿Cuál es el presupuesto actual de la RAE? -Ahora oscila entre los 6'5 y los 7 millones de euros; algo menos de la mitad procede de los Presupuestos Generales del Estado, y el resto, de la Fundación Pro Academia, la Asociación de Amigos de la Academia, los mecenazgos y las ayudas de la Fundación. Y tenemos mecenazgos especiales. Hemos sufrido algunos recortes, como todos, y ha bajado bastante el presupuesto del Diccionario Histórico, pero las grandes empresas españolas son muy sensibles al tema del idioma, porque todas tienen intereses en América, y saben que comunidad americana es lengua pura."En mi primera visita al Rey, Don Juan Carlos me dijo: 'No te voy a pedir más que una cosa, que te dediques a América. Yo te abriré todas las puertas'. Y no fue una frase retórica"
-¿Cómo se imagina el día después, cuando la Real Academia elija a su sucesor? -Sin traumas: quiero seguir siendo un académico ejemplar. Al día siguiente trabajaré con entusiasmo en lo que me encomiende el nuevo director. Consenso necesario -Mójese: ¿quién va a ser su sucesor, José Manuel Blecua, Darío Villanueva...? -No lo sé, prefiero mantenerme al margen; sé que hay dos nombres, aunque sospecho que la Academia va a preferir volcarse en uno. Creo que el director de la RAE debe tener el mayor consenso posible, porque necesita sentirse arropado. También creo que la Junta de Gobierno -que forman el Director, el Vicedirector, el Secretario, el Vicesecretario, el Bibliotecario, el Tesorero y dos vocales y que representa la heterogeneidad de la Academia- va a tener mucho peso en la organización del trabajo en los próximos años. -¿Cuál es el perfil del futuro Director? ¿Tendrá que continuar su labor americana? -Desde luego, porque no ha sido una opción personal mía, yo la desarrollé porque la Academia me empujaba. Está muy a la vista el tercer centenario de la Real Academia, la nueva edición del Diccionario, y en estas semanas vamos a presentar el nuevo portal del la lengua española, un programa digital muy ambicioso, donde pondremos todos los recursos de la Academia. Cada Director pone siempre el énfasis en alguna cosa, pero las grandes líneas de la Academia no son ocurrencias del Director. -¿Hablamos un poco de las mujeres? Parece que la RAE está empeñada en encontrar nuevas académicas, pero que no le resulta nada sencillo... -Vamos a ver: yo soy absolutamente opuesto a la cuota, me parece una ofensa a la mujer. Las dos últimas elecciones académicas han sido dos mujeres y estoy convencido que la incorporación de la mujer es imparable: hay cinco, pero pudo haber seis, porque Martín Gaite no quiso serlo aunque se lo pidió su maestro Lapesa y yo, que fui muy amigo.Y no quiso porque no lo era Sánchez Ferlosio."Hemos sufrido algunos recortes y ha bajado bastante el presupuesto del Diccionario Histórico, pero las grandes empresas españolas son muy sensibles al tema del idioma"
-Creo que ha ocurrido lo mismo con Almudena Grandes. -Bueno, no, no... Almudena y Luis han hecho el pacto los dos, lo sé por amigos, de no entrar uno si no está la otra y al contrario. Una bobada. -¿Qué le falta a la Academia? -Un poeta, porque ya quedan muy pocos; bueno, tampoco hay una poeta por encima de todos los demás, ¿verdad? Ortografía polémica La aparición de la nueva ortografía ha traído a la Academia a las páginas de los periodicos. Hay polémica. A los escritores y profesores, por lo general, esos cambios no les gustan... -Lo que ha ocurrido ha sido un disparate, un error de comunicación que asumo, aunque no tuve ni arte ni parte. Aparecieron cuatro cositas accidentales. -¿Pero son verdad o no? -Lo que se ha publicado son cuatro cosas sacadas de contexto que dan la impresión de que estamos haciendo una reforma de la ortografía, cuando lo importante de esta obra es que por primera vez se explica el sistema ortográfico español. Y eso ha quedado eclipsado por anécdotas como el nombre de las letras. ¿Qué más da la ye? ¡Si eso no es ortografía, sino onomástica! -¿Cree que es lo mismo tomar un café sólo o solo? -No, no, pero desde el año 1959 en todos los escritos de la Academia, ¡todos! el solo adverbio no se acentúa. No hace falta acentuarlo, pero si lo acentúa, no pasa nada. Hace años se acentuaba pára, ahóra. ¿Que surgen confusiones? Desde el contexto no hay confusiones, pero si coge el Diccionario de Dudas de Seco, esto está ahí, desde hace años. No se ha tocado una letra: lo referido a las tildes está igual que en la última edición. -¿Y lo de la y griega, la v y la b? -En parte de Hispanoamérica, a la y griega se la llama ye y el Diccionario de 1952 también la llamaba así. Existe el yeísmo. En gran parte de América lo que nosotros llamamos b y v se llama b larga, b corta, o b alta, b baja; dado que las Academias fijaron como norma el tratar de eliminar las opcionalidades en lo posible, vamos a recomendar que se pueda unificar las designaciones de las letras. Pero todo está en el aire, porque lo que importa es la unidad del idioma. -Ha vuelto a mencionar las opcionalidades... ¿La Academia ha renunciado a su labor normativa? -No, pero cuando dicta normas, tiemblan los cimientos... -El balance de su gestión es positivo, pero hay una pregunta tan incómoda como inevitable: ¿por qué el español va tan bien fuera, y tan mal dentro? -No es un problema de incomodidad, sino de que la Academia no debe entrar en política. Siendo Fernando Lázaro el Director de la Academia se hizo un escrito, animado por distintas instituciones, en defensa del español... Ahí estaban Julián Marías, Laín, Alarcos, se discutió hasta la última línea, lo mandamos a los periódicos y fue terrible, terrible. Ni un solo periódico nos defendió, todos dijeron que la Academia no tenía que entrar en política. Lección para toda la vida. Hoy tenemos una excelente relación con las Academias de las Lenguas de España, con el Institut de la Lengua Catalana, con la Academia vasca y con la Gallega."yo soy absolutamente opuesto a la cuota, me parece una ofensa a la mujer. Las dos últimas elecciones académicas han sido dos mujeres. la incorporación de la mujer es imparable"
-La calle vive el problema con normalidad, pero se echa de menos que el Instituto Cervantes o la Academia no defiendan algo tan simple como que los españoles que quieran hablar en castellano en cualquier lugar de España puedan hacerlo. -Lo siento, pero no creo en la acción política de la Real Academia Española. Si se mete en política es malo para todos, porque la gente no la quiere ahí. Si la Academia entra en ese juego, la trituran. -Muchos escritores se confiesan preocupadísimos por la deriva de los estudios de Humanidades, por la escasez de la cultura y la estupidez reinante... -Eso es una preocupación evidente. No es la primera vez que ocurre en España, pero nunca ha sido tan grave el deslenguamiento, el aplebeyamiento, el aflamencamiento general. Pardo Bazán en Insolación, explicaba que todo empezó con don Amadeo y las modas de las chaquetillas cortas, pero contra eso surgió la Institución Libre de Enseñanza, que tenía tanto cuidado en hablar. Lo malo es que ahora estamos peor, es un momento horrible. El otro día le preguntaron a un ex ministro, por sus negocios y respondió que iban “de puta madre”. A mí no me escandaliza un de puta madre, pero es un indicador de cómo se habla y del deterioro general. Y, como decía André Bello, por la corrupción del lenguaje empiezan otras muchas corrupciones... -Las estadísticas dicen que los universitarios españoles son los peor preparados de Europa. -El problema está en la enseñanza inferior: los que llegan a la universidad tienen un nivel cada vez más bajo. Hemos ido de cambio en cambio, pero nos falta un pacto escolar que está necesitando este país como el comer. Yo he sido profesor de Instituto, y recuerdo el nivel con el que salían los chicos de bachillerato. Mis últimos años de Universidad daba clase al segundo curso, y el nivel era ínfimo, cada año peor... Optimista y vital, a García de la Concha se le acumulan los proyectos. El primero que abordará cuando ya no sea Director de la Academia es la edición de los códices autógrafos de poesía de Lope de Vega, “una labor detectivesca y preciosa” a la que sólo le faltan “diez horas de trabajo” y que verá la luz gracias a la Fundación Masaveu. Y no piensa descansar: otros dos libros casi acabados, y la nueva edición del Diccionario de la RAE le esperan."No creo en la acción política de la Real Academia Si se mete en política es malo para todos, porque la gente no la quiere ahí. Si la Academia entra en ese juego, la trituran"