Image: Carlos Giménez

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El Cultural

Carlos Giménez

"Me dicen que la memoria histórica la inventé yo"

10 diciembre, 2010 01:00

El dibujante Carlos Giménez. Foto: Carlos Miralles

El historietista estará hoy y el sábado en Expocómic firmando ejemplares de su obra

Carlos Giménez, una institución, un patriarca y un fenómeno. ¿Acaso hay que decir algo más? El peso de la historia reciente de este país recae en sus viñetas como si de un manual se tratasen. En ellas el dibujante e historietista plasmó su propia vida y, convertido en orgulloso documentalista, supo detallar su infancia en los colegios de auxilio social, su adolescencia, su juventud en un país que empezaba a cambiar y, luego, todo lo que le dio la gana. Hasta con la guerra se ha metido. La memoria histórica, le dicen, ya se la había inventado él mucho antes que los políticos. "Pues mire usted, es que ya nos tocaba hablar a los que antes no nos dejaban abrir la boca", protesta. Y mientras a sus casi setenta sigue hablando, escribiendo y dibujando, se pasará este fin de semana por Expocómic, ese encuentro que "no sirve para nada" porque lo que le falta a su oficio son "editores valientes". Amén.

PREGUNTA.- Decía Quino el otro día que los dibujantes se ponen más serios y pierden frescura con los años. ¿Es su caso? ¿Cómo ha sido su evolución?
RESPUESTA.- Ahora puedo contar muchas cosas que en el franquismo no se podían contar, antes hacía muchos encargos, historietas muy industriales. Más adelante, con la transición, fui dibujando mis propios temas, haciendo historietas más comprometidas y a mi gusto. Es posible que con el tiempo pierdas frescura, porque con el tiempo lo pierdes todo, pero ganas en veteranía y en dominio del lenguaje. A medida que pasa el tiempo también pierdes facultades, la vista, el pulso... pero también maduras. Yo lo que he hecho es cubrir etapas, así me lo tomo.

P.- ¿En qué etapa está ahora?
R.- En la de mis setenta años, que voy a cumplir ahora en unos meses. Hoy hay cosas que me interesan más que nunca, sobre todo los temas de la gente que son más como yo. Cada vez me interesan menos las cosas de los héroes, aunque estoy terminando un encargo de la leyenda de los Infantes de Lara. Pero prefiero hablar de los problemas de la gente de infantería.

P.- ¿Qué historieta o incluso qué viñeta definen mejor su vida dedicada al oficio de dibujante?
R.- Siempre me he basado mucho en mi biografía, pero hay muchas con las que cuento cosas que se parecen más a mí, como Paracuellos, Barrio o Los profesionales. He dibujado tantas que es imposible recordar ni siquiera una. Las viñetas cumplen una función, son un fotograma dentro de un conjunto, como en el cine, y sueltas no suelen decir nada. También he hecho otro tipo de cosas, como 36-39. Malos tiempos, que tienen que ver menos conmigo.

P.- Con Malos tiempos ahondó en la Guerra Civil, tema muy de moda en la narrativa actual. ¿Qué piensa de la memoria histórica?
R.- Algunos amigos me dicen que yo inventé la memoria histórica. A partir de los sesenta ya hablaba de la guerra y de la posguerra. Me parece muy bien que se hable de las cosas de las que antes no pudimos hablar. Mire usted por dónde ahora tenemos ganas de hablar los que estuvimos ahí. Siempre hay gente dispuesta a cerrarte la boca, pero se van a tener que fastidiar.

P.- Vivió y trabajó en Barcelona en unos años en los que esta ciudad era una capital cultural. ¿Siente que ha perdido parte de ese valor?
R.- Viví en Barcelona casi 20 años. Allí viví la transición, cuando era una ciudad viva, pionera en muchas cosas. Fue una época bonita de preocupaciones culturales y de libertad. Tengo un recuerdo de una ciudad muy volcada con ganas de de hacer un mundo mejor. Hoy vivo muy lejos de allí, pero sí puedo decir que quizá están muy preocupados mirándose el ombligo con eso de los nacionalismos.

P.- Siempre deja en el aire la vuelta de Paracuellos. ¿Lo dice en serio?
R.- Es posible. Ahora estoy a punto de cumplir los setenta y no sé cuántos años más me quedan, pero no te digo que no. He hecho Paracuellos a lo largo de muchos años y de forma intermitente, quién dice que ahora no la pueda recuperar. El caso es que hay muchos temas en los que trabajar y muchas cosas que me interesan, y retomar uno que ya está hecho no me motiva tanto, a no ser que me surja una necesidad o que de pronto alguien me aporte o me recuerde historias que no he utilizado. Suele ser más agradable tocar un tema que no habías tocado antes.

P.- Pasado el tiempo, ¿qué puede decir del significado de esta obra?
R.- Ha sido una de las obras que me ha dado más satisfacciones, ha tenido mucha aceptación, se ha editado tantas veces, acaba de editarse otra vez en Francia en un libro. Es una obra que me ha reportado satisfacciones, por eso me ha importado mucho hacerla, porque la he hecho más como documento. La dibujé con la pretensión del que escribe sobre una cosa real, que no es ficción, y que creo que he conseguido. Hay mucha gente que siempre cita Paracuellos como un punto de partida para estudios y trabajos e investigaciones sobre esa época, y eso era parte de lo que yo pretendía. No es una historia muy importante, ni un capítulo muy grande de la historia de España; es pequeñito y sin mucha importancia, pero para los que estuvimos allí tiene la suficiente.

P.- ¿Tiene contacto con algunas de esas personas, con los niños de los hospicios?
R.- Tengo contacto constantemente con estos niños. Hay unas diez o doce personas que nos reunimos cada cierto tiempo.

P.- Participa en el Expocómic este fin de semana. ¿Lee a algunos de los otros autores invitados? ¿Le gusta lo que se publica hoy?
R.- No te voy a contestar, porque leo poca cosa y siempre las mismas: leo a los clásicos. El dibujante tiene que leer algunos tebeos pero sobre todo tiene que leer libros. De cómic leo con frecuencia a los americanos que me influyeron tanto en mi época de juventud y que me siguen pareciendo magistrales. De vez en cuando, si escucho que hay un libro que ha tenido mucha repercusión, trato de saber, de informarme, pero prefiero a los clásicos, que dibujan muy bien: hace poco se ha editado un libro recopilatorio de historias de Juliet Jones y te das cuenta de lo bien que lo hacían, de los buenos guiones que tenían. Hoy eso es muy difícil de hacer.

P.- Buena parte del cómic nacional actual (y también del de fuera) ha dejado al dibujo en segundo plano a favor de la historia...
R.- Ese problema no es mío, es de otros. Para mí una historieta que no esté bien dibujada no es interesante. No se puede hablar un guión magnífico si no está bien dibujado. Si se menciona a una chica rubia que es guapísima y luego en el dibujo no está reflejada así, no me vale para nada la historia.

P.- ¿Se aplica con las nuevas tecnologías o cree como buen clásico en la perdurabilidad del papel?
R.- Yo sigo dibujando al estilo clásico sobre papel porque pienso que es un error el dibujo digital. El mundo del ordenador no deja originales, y es bueno que estos queden porque es una obra que sigue dando dinero. Yo creo que fui de los primeros en colocar una historieta en internet y fue un fracaso total que no sirvió para nada. Al público que lee tebeos le gusta el papel, internet no tiene mayor interés, son imágenes de las imágenes. En imprimirlo se gasta uno más de lo que cuesta el álbum. Mientras nadie demuestre lo contrario la verdadera historieta sigue estando en el papel, las de internet no tienen trascendencia.

P.- Premios nacionales, salones de cómic en varias capitales, despliegue en algunos centros comerciales... ¿Estas cosas salvarán al género de la crisis?
R.- El género, como tú lo llamas, no se basta por sí mismo para nada, pero estas cosas tampoco sirven. Los salones de cómic sólo sirven para que las niñas se vistan de dibujos manga. Lo que hace falta es más editores con talento y valentía para sacar al cómic de las catacumbas y devolverlo a los kioscos y a las librerías.

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