Contra la cuerdas
El boxeo, como todo lo que acontece en la pantalla (grande o pequeña), se decide en un espacio cuadrangular. Es un deporte estrechamente unido a la representación escénica, que grandes directores de toda época y procedencia han empleado como materia dramática y de puesta en escena, tanto en ficciones como en documentales. Esa cualidad tan manifiestamente escénica de la confrontación de dos hombres en un espacio reducido y cercado por público ha despertado el interés del cine desde sus inicios. Se podría trazar una hipotética historia de las mutaciones del lenguaje cinematográfico (especialmente del cine norteamericano) analizando cómo han ido filmando los cineastas a lo largo del último siglo un combate de boxeo, desde Chaplin hasta Aronofsky, pasando por Rossen, Kubrick, Huston, Scorsese, Eastwood, Mann, Wiseman, etc. Como es con diferencia el deporte que mayores conquistas cinematográficas ha proporcionado, pronto el cine pugilístico se convirtió en un subgénero, que pasó por su época dorada en los años cincuenta, asociado directamente al cine noir: apuestas, gángsters, sentimiento de derrota, venganza, luchas sociales, etc. Hoy sigue siendo una materia tan dramática como metafóricamente interesante.
Aunque la serie de la cadena FX Lights Out creada por Justin Zakman, sobre el regreso al ring de un boxeador de cuarenta años, es una actualización contemporánea de los clichés del subgénero, ciertamente convencional en términos narrativos, tiene la suficiente inventiva y energía como para que un aficionado al género no se sienta decepcionado. Es la historia de Patrick "Lights" Leary (Holt McCallany, actor cuyo aspecto físico nos hace sospechar que tiene un pasado de boxeador profesional), un famoso púgil de ascendencia irlandesa retirado desde hace cinco años que se ve forzado a regresar al ring por dos motivos: por problemas económicos y por una deuda de honor. Aunque narrativamente la serie pica de aquí y de allá, añadiendo elementos de una y otra película (si bien los supuestos "tributos" a la tradición cinematográfica no son su fuerte... aunque es un buen tanto a su favor que Stacy Keach sea el padre y entrenador de Leary), las similitudes más evidentes son con la reciente The Fighter, que pone en escena la historia real del boxeador Micky Ward, hasta el punto de que en ocasiones Lights Out se asemeja demasiado a un spin-off (o a una extensión) del filme de David O. Russell.
En los primeros cuatro capítulos la serie no consigue cruzar el charco de los lugares comunes, aunque aporta ciertas soluciones de montaje, relacionadas con la percepción del protagonista, que al menos a mí me han intrigado y me han mantenido en la espera de próximas entregas. No me he arrepentido. A partir del quinto capítulo (The Comeback), propulsado por el final del cuarto (una de las más intensas, más crudas y mejor filmadas "peleas" que se han visto en un producto televisivo en años), Lights Out encuentra su lugar y su tono, toma cierta contundencia y personalidad, y logra "intimar" con el espectador, objetivo básico de toda serie televisiva comercial. Sin poner demasiadas resistencias, el regreso de Lights va tomando mayor y mayor interés, le comprendemos y le acompañamos en sus motivaciones. La tensión interior del personaje está bien dosificada, mérito que podemos adjudicar a Warren Leight, guionista también de In Treatment. En gran medida, las virtudes de la serie se deben al formato serial y su consecuente dilatación de la tensión dramática, de manera que pueda detenerse en los aparentes tiempos de espera y de preparación del boxeador en los días y semanas que preceden a los combates, en sus conflictos, temores y dudas, que es precisamente todo aquello que el cine, las películas, por una pura cuestión temporal, generalmente han resuelto de forma apresurada cuando no lo han pasado por alto.
Un ejemplo claro es el de los entrenamientos y métodos de preparación del púgil. Si el cine nos ha acostumbrado a tener que asumir que en una secuencia de tres minutos o en una colección de imágenes ágilmente editadas el boxeador se prepara para la gran pelea, con la transformación física que conlleva, en Lights Out este proceso encuentra su razonable distensión temporal, que no sólo logra aumentar el suspense (el tiempo de espera) sino que sobre todo nos ofrece una mirada más exhaustiva de la preparación del contendiente, de cómo estudia a su contrincante, de cómo se ejercita tanto física como mentalmente para recuperar el campeonato mundial. En este capítulo, es un gran acierto de la serie la introducción del personaje Ed Romeo (Eamonn Walter), un ‘coach' profesional, una especie de gurú del boxeo que ejercita unas técnicas de mentalización realmente peculiares, y que a partir de cierto momento se convertirá en el preparador personal de Patrick Lights. Otra de las aportaciones interesantes de la serie al subgénero pugilístico es lo concerniente a la salud del boxeador. Lights y su familia viven en gran medida pendientes de la resonancia magnética que ha revelado que tiene los síntomas iniciales de la "demencia pugilística", una suerte de creciente atrofia cerebral como resultado de tantos golpes recibidos a lo largo de los años.
Bien es cierto que Lights Out podría haber volcado una mayor fascinación visual por la penumbra, la erosión, el desgaste y la derrota, porque la historia de Lights así lo pide, y que en su lugar prefiere mantener el aspecto aseado y correcto de una ficción televisiva de media tarde. También es cierto que la aproximación al mundo profesional del boxeo no contiene apenas signos documentales (no se siente el dolor de los golpes, ni se huele el sudor de los gimnasios), que las tramas avanzan con cierta evidencia, que son muy directas, sin aristas ni medias vueltas. Aún así, el desarrollo dramático de Lights Out logar encontrar el equilibrio entre la vida personal y profesional del boxeador, que es precisamente el equilibrio que éste busca para su vida, mostrándonos una vez más que, en el subgénero del boxeo, los verdaderos golpes los da la vida.
CODA. En Antena 3 se empieza a emitir el jueves la serie The Pacific, producida por Steven Spielberg y Tom Hanks, sobre la intervención de Estados Unidos en el Pacífico en la II Guerra Mundial. Dediqué hace unos meses un post a la serie, que como se puede comprobar no despierta mi entusiasmo.