Arte

El último bacon

Photoespaña 99

11 julio, 1999 02:00

Torre Caja Madrid. Castellana, 189. Madrid. Hasta el 18 de julio

Son muy diversas las consecuencias que trae la celebración de PHotoEspaña en el mundo y en el mundillo artístico madrileño. Muchas positivas, algunas negativas y otras más, insólitas. Visitando la exposición de Francis Giacobetti me he tropezado con una de estas últimas. Es de índole un tanto surreal y no tengo duda alguna de que la Internacional Situacionista la incluiría con gusto en su panoplia de herramientas para estimular la conciencia anestesiada del habitante de la ciudad moderna.
La obra de Giacobetti (Marsella, 1939) consiste en una docena de obras de gran formato -compuestas por tres o más unidades y en algún caso una sola fotografía- con el pintor Francis Bacon (Dublín, 1909-Madrid, 1992) como protagonista de todas ellas. Según parece, Giacobetti convenció al pintor para realizar una entrevista y varias sesiones fotográficas. La calidad del resultado y el hecho de que Bacon muriera poco después y estos se convirtieran en sus últimos retratos, convierten la exposición en documento excepcional.
Giacobetti ha elegido un camino arriesgado para acercarse a Bacon: tratar de repetir con la imagen fotográfica los efectos de un lenguaje pictórico tan caraterístico como el de Bacon. Pero no sólo los efectos: los encuadres, los temas, el estilo... y todo ello con el propio pintor convertido en modelo. El resultado está plásticamente muy logrado, por más que la idea de que se partió era más bien tópica. Sucede, sin embargo, que aunque las imágenes son parecidas, el sentido que transmiten no lo es. Lo que en los cuadros es un magma terrible en su densidad, en las fotos es una lívida evanescencia. los tejido que rezuman vida en los cuadros son aquí juegos ópticos. Las imágenes de Bacon son imágenes morales encarnadas, mientras que las del fotógrafo son imágenes visualmente muy similares, pero carentes de gravedad y trascendencia.
Cuando mencioné al principio lo insólito de la exposición me refería al emplazamiento y a las condiciones del mismo. PHotoEspaña invade Madrid en estas fechas, y eso significa que hasta el hall de un edificio de oficinas se convierte en sala de exposiciones. Contemplar el tenso rostro de Bacon observando un trozo de carne cruda colgando de un gancho, entre docenas de ejecutivos camino de su trabajo, sin duda multiplica el efecto de la imagen. El objeto de exposición se amplía al lugar en que se expone y a la interacción de la obra de arte y los transeúntes que tropiezan con ella inadvertidamente. Extraña ceremonia de la confusión que sobrevuela Francis Bacon, póstumo, verdoso y fantasmal, camino de la invisibilidad tranquilizadora.