Image: Artistas fuera de contexto

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Arte

Artistas fuera de contexto

19 julio, 2000 02:00

Laszlo Feher: Säulen, 1986

Arte en centroeuropa, 1949-1999. Fundación Joan Miró. Parque de Montjuic. Barcelona. Hasta el 1 de noviembre

Para su comisario general, Lóránd Hegyi, director del Museum Kunst Stiftung Ludwig de Viena, la exposición Arte en Europa central, 1949-1999 posee dos objetivos. Uno es reivindicar una suerte de región cultural, la Europa central: Austria, Checoslovaquia (Eslovaquia y la República Checa), Hungría, Polonia, Yugoslavia, (Yugoslavia, Croacia, Eslovenia, Bosnia, Herzegovina y Macedonia). Para Lóránd Hegyi esta zona, con una identidad e historia particular, posee una posición cultural específica más allá de las cuestiones estrictamente políticas o ideológicas (su reciente pasado comunista y sus divisiones artificiales por ejemplo) que responde más bien a procesos muy profundos y complejos. El otro objetivo, decíamos antes, es el de revisar y prestar atención a la actividad artística de los antiguos países comunistas más allá de los tópicos de la cultura oficial: realismo socialista primero y cultura postcomunista después.
El planteamiento es muy interesante. Identificar identidad cultural -aunque la expresión no sea del todo adecuada- con territorio puede ser opinable, pero es una problemática que nos implica, que se sitúa en el debate de la cultura de ahora mismo con las cuestiones de los nacionalismos y el pensamiento único de fondo. A priori parecía que la exposición podía introducir nuevos argumentos, especialmente porque la reflexión provenía de otro ámbito cultural, distinto al nuestro y porque detrás de la exposición existe un sólido corpus teórico. Aparte, el interés también estaba en lo que podría significar el descubrimiento de un caudal artístico, el de los países excomunistas, del que tenemos muy poca información.
Sin embargo cuando uno entra en la exposición percibe otro discurso. La muestra esta organizada por bloques estilísticos: informalismo, accionismo vienés, geometría abstracta, etcétera. Si dejamos al margen a los creadores austríacos y algún caso puntual, la primera sensación es la de encontrarse no frente a un arte centroeuropeo, sino ante una selección que podría localizarse en cualquier museo de arte contemporáneo. Una selección de estilos, tipo manual al uso, y que tiene, claro está, una proyección y carácter internacional.
El arte contemporáneo posee una dimensión internacional. Lo particular o lo específico a que hace referencia la exposición es una cuestión de matiz o sutilidad, porque de lo que se trata es de una especie de variante dentro de un marco general o internacional. Pero me temo que esta variante no se puede apreciar porque falta un conocimiento del contexto. Un contexto, el de los antiguos países comunistas, que prácticamente desconocemos. Es como si en una latitud completamente extraña, se presentara a Millares, Saura o Tàpies como la expresión de un espíritu o especificidad ibérica o catalana. Independientemente de si estamos de acuerdo o no, si no se poseen las referencias o claves determinadas, lo único que se puede hacer es asociarlos a un período determinado y/o a unos lenguajes internacionales.
Recorrimos detenidamente la exposición mientras el comisario Lóránd Hegyi nos iba explicando la trama, el substrato... en definitiva: el contexto que las obras por sí solas no pueden comunicar. Las obras por sí mismas son mudas, pero el discurso del comisario suplía esta ausencia y construía esta particularidad o estos rasgos específicos con los que articula la idea de un espacio cultural, centroeuropeo, de la misma manera -comentaba- que Thomas Mann expresa un universo alemán o Faulkner plasma un modo de ser americano. El problema es que la exposición no se contextualiza. Más aún, el catálogo -original en inglés y alemán-, que es el corpus instrumental o justificación de la exposición, no se ha traducido ni al catalán, ni al español. En la itinerancia de la muestra por Europa, se han realizado versiones en las pertinentes lenguas nativas. Aquí simplemente se omite. ¿Por qué? Sin catálogo, sin justificación, sin contexto, esta exposición se trasforma en algo vacío y sin sentido. No hay pensamiento.