Pintura sagrada de Joan de Joanes
Retablo de San Miguel. (Creación de los animales)
Nunca puedo dejar de pensar, cuando contemplo obras de arte antiguo como son estas de Joan de Joanes, que no se pintaron para el deleite circunspecto o la mirada distraída del espectador. Lo que para nosotros es esplendor de colores, armonía o sufrimiento de las formas, aderezado todo ello de referencias históricas, fue en origen imagen visible de la divinidad, receptora de la gratitud o de la súplica. Escribo esta reflexión un tanto tópica porque creo que para apreciar mejor la obra de Joan de Joanes no basta con una mirada puramente formalista o, al menos, la complementa recordar su función original como encarnación plástica de lo sagrado: su perfección artística era el requisito de su eficacia dentro de un sistema de creencias, llamémoslo devoción o estrategia contrarreformista.Joan de Joanes, un maestro del Renacimiento es el resultado de un trabajo erudito de investigación realizado por Fernando Benito, director del Museo de Bellas Artes de Valencia, para tratar de deslindar el corpus de obras pertenecientes genuinamente a este artista de aquellas hasta ahora atribuidas a la producción tardía de su padre, el también maestro pintor Vicente Macip. Formado en el taller de éste, Joan de Joanes se distancia poco a poco de la pintura cortesana y cuatrocentista de su padre para orientarse hacia un estilo italianizante, influido por el contacto con las obras de Sebastiano del Piombo que llegaron a Valencia a comienzos del siglo XVI. Sorprende sin embargo el inequívoco aire rafaelesco de algunas de las obras de Joan de Joanes, que no se limita a aspectos compositivos sino que atañe también al colorido y al esfumato de los contornos. La espléndida Resurrección del retablo mayor de Segorbe es la primera obra documentada del pintor, pero son igualmente notables la Virgen del Museo de Bellas Artes de Valencia o el Salvador Eucarístico de la catedral valenciana.
Esta muestra, la primera de importancia realizada en Madrid desde la organizada por el Museo del Prado en 1979, con motivo del cuarto centenario de la muerte del pintor, se enriquece con respecto de la celebrada meses atrás en Valencia con varias tablas y dibujos procedentes de colecciones públicas y privadas españolas, y otras de Estocolmo y de Florencia. Ahora que muchos reclaman para el arte el espacio de lo sagrado, conviene colocarse durante un rato ante obras en las que lo sagrado ignoraba que acabaría por ser mera obra de arte.