Image: África hoy

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Arte

África hoy

30 mayo, 2001 02:00

El Anatsui: Visa Queue, 1992. Escultura de madera, 20 cm de alto Centro

Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Montalegre, 5. Barcelona. Hasta el 11 de septiembre

El espíritu que anima la exposición responde a los antiguos libros de viajes: se trata de una nueva versión de este género literario con el lenguaje y el dispositivo propio de las exposiciones. En efecto, a grandes rasgos, la exhibición es un recorrido por determinadas ciudades a través de un aparato documental y, sobre todo, a través del arte africano contemporáneo. Según el comisario Pep Subirós, se pretende, por una lado, presentar un panorama del arte en áfrica y, por otro, estudiar el fenómeno urbano de este continente. Para él, la ciudad africana, sometida a unas presiones brutales pero, a la vez, de una gran vitalidad, es una suerte de laboratorio para la sociedad de hoy en día. Para el comisario, entre la ciudad y el arte existe una continuidad: el arte se expresa como una manifestación urbana y como una de sus radiografías más genuinas.
La hipótesis de Subirós es entrañable, por no decir candorosa: el arte como instrumento de conocimiento, como un medio de análisis e interpretación. Como en los antiguos libros de viajes del siglo XIX, áfrica es algo por descubrir y el viaje representa una especie de itinerario iniciático, pero aquí existe un punto de referencia y orientación: el arte. El arte es el astrolabio de esta aventura a lo desconocido.
Muy a grandes rasgos, el planteamiento de la exposición sintoniza con la reflexión crítica del monopolio cultural de la civilización occidental. Desde el siglo XVIII, e incluso antes, abundan libros de viajes a tierras desconocidas e ignotas y la relación Europa-periferia estaba determinada por una relación de dominación en todos los sentidos. Sin embargo la progresiva globalización ha introducido una idea completamente nueva: el reconocimiento de la diferencia, la existencia de otras manifestaciones culturales al margen de la hegemonía cultural occidental. A priori, parecería que la globalización ha significado el descubrimiento del otro, de lo diferente, de la alteridad cultural... Así, se reivindican las manifestaciones culturales de las minorías étnicas, nacionalistas, sociales, religiosas, sexuales, etc., como expresiones con identitad propia que pueden enriquecer la noción de cultura.
Pero precisamente la globalización posee efectos uniformizadores y disolventes. La globalización significa situar en un marco inofensivo y comprensible todo aquello que de transgresor y enigmático existe en la diferencia. De ahí que las exposiciones que se hayan planteado esta problemática hayan sido tachadas de neocolonialistas: no se puede pensar la alteridad desde la centralización de la razón y la cultura blanca.
El hombre occidental se dirige a la cultura africana como una manifestación no contaminada por la civilización. De la misma manera que existe el mito de la sexualidad negra, existe el mito del arte africano: un arte virgen, sensual, puro, bruto... Pero yo no sé si el arte africano es una creación occidental, o si se trata de un espejismo. Significativamente, en determinadas ocasiones, se ha observado una renuncia total a aquello que se supone representa la diferencia y especificidad del arte africano. En algún momento ya he citado la experiencia de Cesáreo Rodríguez-Aguilera que recuerda: "En el año 1961 visité, con cierto detenimiento, Guinea Ecuatorial. Con la emoción de encontrar allí arte neoafricano, convoqué a los pintores y escultores del país. Lo que me ofrecieron parecía un concurso de aspirantes a cualquier bienal joven del París de entonces. La cultura europea, a la que se tomaba de modelo, había llegado hasta allí. La obra de aquellos jóvenes africanos carecía de autenticidad". Más aún, algunos de los creadores de la presente exposición responden agresivamente que ante todo son simplemente artistas, que están hartos de ser calificados como artistas africanos y de que les inviten a exhibiciones de arte africano. Tengo la convicción de que cuanta más calidad poseen sus obras, más adaptados están a los valores occidentales y más alejados de aquella idea -confusa- de áfrica o áfricas. Cuanta más calidad, más sumisos a la cultura blanca, esto es, más comprensibles e identificados con la cultura hegemónica.
¿Qué aporta esta exposición? ¿Se trata de otra exposición más sobre arte africano como aluden algunos de los artistas participantes? Tal vez. Sin embargo quiero apuntar una bella historia contada por Chesterton: unos aventureros a la búsqueda de un supuesto sexto continente, vuelven al punto de partida sin haberlo encontrado. Naturalmente no han descubierto ese nuevo continente, pero han descubierto la aventura y a partir de entonces siempre les acompañará. Del viaje de Pep Subirós quedarán siempre las obras, independientemente de áfricas y europas.