Image: Comisarios Todas las caras del ‘curator’

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Arte

Comisarios Todas las caras del ‘curator’

22 enero, 2004 01:00

Fernández-Cid, Rosa Olivares, Rafael Doctor y Rosa Matínez

Psicoanalistas, artistas, investigadores, críticos, buscadores de tesoros, gestores del espacio, son las mil caras del comisario de exposiciones. Una figura adorada y denostada al mismo tiempo y cuya relevancia está hoy en tela de juicio. En muchos casos se trata de elegir un nombre, un comisario estrella que dé fulgor a la exposición. Se pierde así el fondo del comisariado: una idea o tesis que transmitir a un público determinado. No hay duda de que el espectáculo en el que se está convirtiendo el mercado del arte ha alcanzado también a los comisarios. Hemos hablado con representantes de todos los sectores afectados: museos, galerías, artistas, teóricos y, claro está, con los propios comisarios, para pulsar el estado de la profesión, para delimitar responsabilidades y marcar barreras, para revelar objetivos y sentar las bases para un buen comisariado.

Hay muchos tipos de exposiciones (hablamos siempre de arte contemporáneo), colectiva, individual, de artistas vivos..., y cada una de ellas depende también de si está concebida para un centro grande o pequeño, público o privado, para la calle o para una bienal. Y hay tantos tipos de comisarios como de exposiciones. No se trata de generalizar, ni de meter en el mismo saco a todos los comisarios. Se trata de analizar desde dentro la situación de una profesión que es clave para el buen desarrollo de nuestras artes plásticas y, lo que es más importante, del entendimiento por parte del público. Es una figura, la del comisario, aclamada pero a la vez desacreditada; una figura que representa el poder en la sombra, que encumbra o rebaja a los infiernos la obra de un artista sólo por colocarla aquí o allá, al lado de éste o de aquel. Una figura que, además, prolifera por todos lados: "Cualquiera puede ser comisario: son los artistas, los críticos, los periodistas, las amas de casa, y lo hacen en cualquier sitio: en una galería, en librerías... Se ha desvirtuado la figura del comisario porque hay mucho profesional pero también mucho infiltrado", se queja Rosa Olivares, directora de Exit y comisaria independiente. Y es que el territorio del comisario, como ocurre también con el de la crítica de arte, es un poco tierra de nadie. "Hay demasiadas exposiciones comisariadas que son una mera reunión de obra, sin una idea detrás", continúa. "Cualquiera es comisario, como cualquiera puede ya ser galerista -dice Miguel Marcos-. Se ha oficializado la profesión".

Curador o sanador
La propia palabra, "comisario", ya lleva a confusión. Para Eugenio Ampudia, artista, comisario y fundador, junto a Andrés Mengs y Carlos Cabanas, de Operario de ideas, "comisario es cualquiera que ha sido comisariado para algo, para realizar un determinado trabajo". La palabra comisario es, efectivamente, muy extensa y su equivalente en inglés, "curator", o su traducción literal, "curador", amplía todavía más su significado hacia otros derroteros: "La palabra curador tienen esa connotación de cura, de sanar y, efectivamente, el comisario es como un psicoanalista o un editor que elabora una sintaxis para que se comprenda mejor el discurso del artista", dice la comisaria independiente Rosa Martínez. ésta intermediación del "curator" entre el artista y el público es un punto en común con todos los aquí encuestados, que también coinciden en que el rigor, la investigación y el contacto con los artistas o con el tema elegido para el proyecto deben estar presentes en toda muestra comisariada.

Más debate y polémica conlleva la idea, es decir, el hecho de tener un concepto propio, una idea que una vez aprobada se lleva a término, o, por el contrario, realizar un encargo: "Si no tienes nada que contar cualquier planteamiento es perverso". Así de radical se muestra Eugenio Ampudia. Al contrario que Rosa Martínez para quien "el encargo no es negativo, muchas veces es un estímulo que obliga al comisario a tener en cuenta el deseo del otro, del artista o de la institución, además de tener que acomodar las cuestiones económicas, políticas, sociales e incluso turísticas, y esto puede ser muy positivo, a pesar de que se aleje de esa otra visión romántica del curator que hace aquello que le interesa y que expresa su yo interior". Fueron muchos los que criticaron, por ejemplo, al comisario de la última Documenta ("su trabajo no se sujetaba teóricamente", dice Olivares) o a Harald Szeemann por su comisariado de la exposición en Nueva York de arte español, The Real Royal Trip, claro que aquí entra otra de las cuestiones del debate y es que la crítica hacia Szeemann no discutía su buen hacer en otras áreas, pero sí su desconocimiento del arte español actual. Sin duda se trata de un comisario estrella que quizá "vende" más que un buen especialista. "Yo no entiendo eso de me han encargado una exposición y voy a montarla", dice Ampudia, "el comisario debe tener algo que contar y elegir a los artistas que van a apoyarlo gráficamente". Pero, "hay veces que los comisarios son más relaciones públicas que estudiosos y en estos casos hay que valorar los resultados, si está bien asesorado será capaz de hacer un proyecto como el mejor", contrapone Aurora García, comisaria independiente. "No estoy a favor del exceso de protagonismo que actualmente adquieren algunos comisarios, su labor debe brillar por su rigor, pero no relucir demasiado", asegura Rafael Doctor, director del MUSAC. Para el galerista Miguel Marcos "los comisarios galácticos forman parte del espectáculo del mercado del arte, un fenómeno que, no sólo existe en la actualidad, sino que se va a exagerar más y más, como en otros sectores del arte".

Terreno prohibido
Y entramos ya de lleno en lo más espinoso de la profesión de comisario: las incompatibilidades. Como apuntábamos al principio, el comisario se mueve en un terreno farragoso, en una especie de tierra de nadie por lo que delimitar aquí sus fronteras es importante. Para José Luis Brea, profesor de Estética y Teoría del Arte Contemporáneo de la UCLM, "tener una posición en los instrumentos de publicitación incapacita para ejercer con rigor la reflexión sobre esos espacios de problematicidad. Por definición, quien trabaja en un medio de publicitación investiga certezas, convicciones; quien realiza una tarea curatorial seria investiga lo contrario: insuficiencias, incertidumbres".

Pero, ¿qué es lo nunca debe ser un comisario? Periodista, crítico, galerista, director de museo, artista... Según Rosa Martínez "el único sector del cual el comisario debe de estar distante es de la venta directa, es decir: los galeristas no deben ser comisarios ya que esto significa una intromisión directa del mercado". De la misma opinión es el director del CGAC, Miguel Fernández-Cid, para quien "un galerista no debería ser comisario de uno de sus artistas en un museo, por ejemplo". En cuanto al director de museo, sigue Fernández-Cid, "no soy partidario de que un director sea comisario fuera del centro que representa, al menos como práctica habitual". Pero, ¿y en su propio museo? "Si los centros son pequeños es comprensible que lo hagan", dice Rosa Olivares, "no tienen presupuesto y suelen ser cuatro o cinco profesionales, contando al director, que se reparten el trabajo. El problema está en centros como el Reina o el Macba, en los que el director ya tiene bastantes compromisos como para actuar también de comisario, por no hablar del presupuesto de que disponen para comisarios de fuera. En estos casos, además, suele ser un coordinador el que acaba haciendo la mayor parte del trabajo", sentencia.

Creatividad y preparación
Obviamente, no todo es blanco o negro y, como en todo, hay mil matices a los que agarrarse: "Cada uno sabe dónde tiene que entrar y dónde no. Por otro lado, hay quien no tiene necesidad de salir de su parcela predeterminada y hay quien, creativamente, necesita realizarse en otras cosas, lo que nunca hay que hacer es aprovecharse económicamente del poder", comenta Doctor. Y, para Aurora García, "no se trata de si el comisario tiene otra profesión o no la tiene, se trata de tener preparación. Puede ser un artista que, aunque en principio no parezca lo más idóneo, han hecho cosas muy buenas". Claro que el dinero, como en todo, importa: "Depende del grado de profesionalización del medio -aclara Fernández-Cid-. No es lo mismo el caso español que otros países donde determinadas profesiones tienen remuneraciones más altas y no tienen que buscar otras alternativas, como es el caso del crítico de arte".

Mano a mano con el artista
Otra de las cuestiones importantes que surgen al hablar de una labor de comisariado es la colaboración con los artistas. Cuando se trata de una exposición individual de un artista vivo la complicidad entre ambos se hace inevitable. "En estos casos es difícil hablar de comisariado, más bien se trata de un diálogo con el artista", dice Doctor. Aunque, en contra de lo que pueda parecer, es en estos casos en los que la figura del comisario se hace más necesaria: "La labor del comisario aquí es esencial, el artista no tiene una visión general de su propia obra y tiende a mostrar sólo lo último, como ha ocurrido por ejemplo en la exposición de Uslé del Palacio de Velázquez", comenta Rosa Olivares en la misma línea que Rosa Martínez: "El comisario es un intermediario que ayuda al artista a tener distancia sobre su propia obra y que puede ver lo que en la producción del creador conecta con las líneas de pensamiento de su tiempo. El curator conecta con su sensibilidad y ayuda a que el artista crezca. Personalmente, yo he establecido una relación intelectual con los artistas con los que he trabajado". Para Aurora García, "debe ser cómplice absoluto del proyecto, debe relacionarse con los artistas y entender lo que quiere hacer con sus obras".

A pesar de todo, en muchos casos el propio artista participa en el montaje e incluso en la selección de las obras, es entonces cuando la figura del comisario queda de nuevo en entredicho, como dice Rosa Olivares, "hay veces que con un buen coordinador es suficiente".

Por último, de nuestras conversaciones mantenidas con los profesionales del medio se extrae otra conclusión importante: el paralelismo del comisariado con la crítica de arte y es que ambos tienen un trabajo a través del cual se proyecta el trabajo de otros. "El comisariado y la crítica deben estar muy unidos ya que el comisario está asumiendo el rol de crítico en muchas ocasiones", dice Rafael Doctor, señalando también el riesgo que esto supone para la independencia de ambos. Según Brea, "el comisario debe investigar las zonas de problematicidad en el desarrollo de las prácticas artísticas. La misma función que la del teórico-crítico, pero realizada mediante la reunión y muestra de un conjunto. En cualquier caso, el comisariado debe concebirse como una dimensión del trabajo teórico-crítico". Y es que en muchas ocasiones el comisario es crítico "y no está nada mal", dice Aurora García, "son labores parecidas porque con el mismo material el crítico escribe y el comisario plantea visualmente".

Sin desmontar al comisario
En cualquier caso y a pesar de las críticas, incompatibilidades, los comisarios-estrella, los riesgos y las responsabilidades no cumplidas, no hay duda de que la figura del comisario enriquece nuestra actual valoración del arte contemporáneo. "Creo que actualmente hay cierto empeño en desmontar la figura del comisario y con ese empeño sólo se consigue empobrecer el panorama de las exposiciones", concluye Aurora García en defensa de sus colegas.