Jake y Dinos Chapman: Siempre hemos querido "rectificar" a Goya
Los artistas británicos inauguran en Málaga su primera exposición en España
22 abril, 2004 02:00Jake y Dinos Chapman. Foto Ferrán Izquierdo
Cuidado: llegan los hermanos Chapman. El próximo día 30 se inaugura en el CAC de Málaga la primera exposición en España de los polémicos artistas británicos, con piezas tan discutidas como la que optó al premio Turner, o su recreación de los grabados de Goya. Jonathan Jones, crítico de "The Guardian", ha conversado con ellos sobre sus últimos trabajos. Además, José Jiménez analiza la fascinación del arte por la violencia.
Hace años este tándem británico compró una serie completa de Los Desastres de la Guerra. "De cuando en cuando sacábamos los grabados, los mirábamos un rato y los devolvíamos a su carpeta sin saber muy bien qué hacer con ellos. Siempre tuvimos la intención de rectificarlos, por utilizar la expresión de El Resplandor cuando incitan a Jack Nicholson a que mate a su familia, a que rectifique la situación. Al final fuimos uno por uno con todos los grabados sustituyendo las caras de las víctimas por muñecos y caras de payaso".
Una obra contemporánea
Los Desastres de la Guerra son un ejemplo más de la sorprendente precocidad de Goya y constituyen un legado salvaje para los siglos XIX, XX y XXI. Los grabados resultaban demasiado anticlericales para ser publicados en vida, así que la primera edición apareció en 1863, treinta y cinco años después de su muerte. Desde ese momento hasta nuestros días, la serie ha sido considerada como una obra contemporánea y no histórica y sus imágenes funcionan como un arte vivo y nuevo.
"Goya es el artista que representa esa clase de batalla expresionista entre la Ilustración y el Antiguo Régimen, dice Jake, así que es fantástico patear su debilidad. Porque siente predilección por la violencia, que ampara en una estructura moral. Hay mucho placer en su trabajo. Para crear la ley, uno tiene que trasgredirla. No quisiera remitirme a la situación actual, pero hay algo muy interesante en el hecho de que la Guerra de la Independencia viese a los ejércitos de Napoleón traer racionalidad e ilustración a una región que era presuntamente católica y que estaba marcada por la superstición y la irracionalidad. Y ahí está Goya, que está muy enfrentado a la Iglesia, encarnando este sentimiento de ilustración autónoma como una informe masa gelatinosa sin redención... y entonces tú escuchas a George Bush y a Tony Blair hablando de la democracia como si existiera una suerte de eterna armonía con la naturaleza, como si no fuese una ideología".
A los Chapman cada vez les cuesta más trabajo ofender al público. Sus maniquíes de tamaño natural con penes que sustituían a narices y bocas fueron sistemáticamente denostados por tratarse de emblemas de lo grotesco. Más tarde, sin embargo, obtuvieron gran reconocimiento con trabajos como Hell, una pieza en la que cinco grandes vitrinas de cristal dispuestas en forma de esvástica contienen paisajes en los que pequeños soldaditos alemanes se machacan unos a otros en una psicótica orgía nazi. Jake Chapman comenta al respecto: "Tardamos tres años en realizar 5.000 muñequitos mientras que los alemanes tardaron tres horas en asesinar a 15.000 prisioneros de guerra rusos".
Novedad de Goya
Una de las razones principales por las que alteran los ochenta grabados es que pueden verse finalmente ante la opción de satisfacer su afición de provocar a un sector del mundo del arte en el que ellos está inevitablemente incluidos, esa clase culta y liberal que va a las galerías. Bien es cierto que Los Desastres de la Guerra no son una reliquia cualquiera y que en ningún momento han perdido su capacidad de impacto. Lo que vemos en la obra de Goya es el agónico impulso del idealista. Goya fue uno de los estandartes del siglo de las luces. Su maestría en el retrato procede de su conocimiento de Gainsborough y Reynolds y a partir de esta noción retrató a muchos políticos de pensamiento liberal. Cuando Napoleón invadió España y entronizó a su hermano José, se hubiera esperado la aceptación de la llegada de estas fuerzas renovadoras por parte de los intelectuales de la clase media. Sin embargo, el levantamiento popular propició el trágico inventario de imágenes que hoy conocemos como Los Desastres de la Guerra: campesinos torturados, la barbarie francesa contra el pueblo y la irracionalidad dispersa por las ciudades y campos españoles. Lo que resulta tan apremiante es la visión desengañada de Goya frente a otras representaciones bélicas que se definen, por lo general, en términos románticos.
La rectificación de los Chapman ha sido realizada en una serie de significativa importancia, de 1937, creada como una protesta contra las atrocidades de la Guerra Civil española. Teniendo en cuenta la importancia de los Desastres para artistas como Picasso o Dalí, los Chapman han debido ver en la serie una materia prima de gran interés. Los antecedentes en cuanto a la "rectificación" de trabajos ajenos nos remontan a la acción de Robert Raushenberg borrando un dibujo de Willem de Kooning. El joven americano realizó un acto realmente agresivo y soberbio al borrar el trabajo de un pintor de origen holandés incluso alegando que lo hizo por pura admiración. La destrucción puede ser un acto de amor.
Pese a todo lo que se pueda pensar de los Chapman, su trabajo es igualmente fruto de la admiración y del profundo interés que sienten por el artista aragonés. Han estado dándole vueltas a su obra desde principios de los noventa con versiones propias de los grabados, combinando motivos goyescos con elementos propios de la imaginería nazi y, en definitiva, orquestando crueles y dantescas escenas de atrocidades y barbarie.
Ambientes psicóticos
Creo que sus rectificaciones sobre los Desastres son profundas y brillantes y lejos de negar y destruir aportan matices que los enriquecen. Si los hermanos consideran que su último "show etnográfico" es algo "malvado", estas "rectificaciones" no lo son menos. Los grabados alterados empujan a uno a pensar en la posibilidad de que un asesino en serie se cuele en el British Museum y pintarrajeara caretas sobre todo lo que encontrase a su paso. Porque estas caretas son también horribles. Son dibujos concisos, que parecen dar vida más que propiciar un choque violento. Los Chapman revelan una atmósfera asquerosa, psicótica, que no quiere en ningún momento reflejar a un Goya travestido, como muchos se empeñan en afirmar, sino simplemente la extensión de su propia desesperación.
Jonathan JONES